Capítulo 4.

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-¿¿Dónde está Elisa??-preguntó asustado a nadie. Pensó que era ridículo, puesto que no hablaba con nadie. Salió a la terraza,y estaba allí. El viento desolaba por completo la esperanza y forjaba un aire de inspiración.

-Hola.-dijo Jack en el preciso instante en el cual se produjo un profundo suspiro de Elisa.

-Cuando, veo este tipo de paisajes, con este viento, me siento muy bien. Como si hubiera despertado de un sueño profundo. Es como si hubiera llegado por fin a la cima de una montaña tras varias horas de esfuerzo. Y ahora siento el aire de la gloria y la victoria. Pero si nos retornamos en nuestra franca realidad, solo vemos a dos chicos que no avanzan nada. Lo que te quiero decir, es que tenemos que darnos un descanso en esta aventura, aprender a realizar el esfuerzo que conlleva cumplir un sueño u objetivo. Esa es la cruda realidad, ya que al fin y al cabo, de la misma manera, las expectativas son diferentes a las realidades, lo que no cae en tentación.-meditó Elisa.

-El aire inspira mucho.-dijo Jack mirando hacia el incesable horizonte, en el cual se encontraban varias praderas verdes.

Se quedaron pensativas las dos personas. Todo estaba callado. Se podía sentir la gran calma y paz que había en ese momento. No iban a salirse de lo normal, pues querían hacerlo a su manera.

-Bueno, ¿pues como vamos a ir al Puerto?-preguntó Jack.

-Si vamos a ir al Puerto, quiero que lo hagamos a mi manera. Si por algo he venido aquí, es por lo de La Esmeralda, pero también quiero disfrutar, no pasar toda mi estancia por esta ciudad, siendo perseguida por un bibliotecario loco, corriendo a buscar una gema, si no que quiero, al momento de que hago todo eso, descansar, disfrutar y por supuesto, cuando llegue el momento de la verdad, triunfar, si podemos.-dijo Elisa.

-Elisa... En realidad no soy como piensas. No soy un chico del cual puedas envidiar. Soy muy sentimental, soy sensible y tengo un poco de miedo a la oscuridad. No soy un tipo duro ni prefiero serlo. Antes de que sucediera todo esto, era tímido, y, gracias a ti, se me fue la timidez que era un rasgo principal de mi personalidad.-dijo Jack.

-Ya lo se... Me gustas tal y como eres.-dijo sonriendo Elisa.

Los dos chicos se vistieron, recogieron una mochila con comida para el camino y se fueron. No fueron caminando, ya que, como dijo Elisa, lo harían a su manera, disfrutando de la belleza de la ciudad, sin apresurarse, porque no dudaban de François, porque sabían que juntos lo podrían vencer.

Fueron caminando, sonrientes los dos, a la vez callados, dejando que el viento les pegue en la cara, pues, eran uno de los gustos personales de Elisa.

En una hora aproximadamente, llegaron a su destino.

-Hola, chicos, ¿qué queréis?-preguntó una mujer que estaba situada en la entrada del Puerto.

-Queremos ir a la biblioteca del Puerto. Por favor.-dijo Jack firmemente.

La mujer, les abrió el paso, y les indicó por dónde se encontraba la biblioteca. Entraron a la biblioteca, y supieron que iban a tardar un buen rato en encontrar el diario de Esther.

-Oye, Elisa, ¿por qué, mejor preguntamos a la mujer, si sabe algo del diario?-preguntó Jack.

-No podemos, a lo mejor es una cómplice del bibliotecario, o sabe algo acerca del tema. No quiero meterme en líos, y, además, ese diario lleva aquí desde hace más de ciento cincuenta años, seguramente no lo sabrá.-dijo Elisa.

Tras media hora de búsqueda, lo encontraron.

-Jack, ¡Aquí esta!-dijo Elisa.

Pues lo empezaron a leer:

La Esmeralda De La Verdad. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora