3. El pasado de Hoseok

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-Pero... ¡Pero es malo!

-O no, tal vez para él yo era el malo, por entrar en una academia y dejarle solo en una casa cuando él no sabía ni cocinar ramen...

-Eso no es una excusa, te engañó –se quejó Jimin como si le hubiera pasado a él mismo.

Aquello provocó una risita en el moreno y además le revolvió el cabello rubio que ya de por sí estaba revuelto tras haber dormido tantas horas.

-¿Por qué te enfadas tanto? Ni si quiera lo conoces –comentó Hoseok.

-¿Eh...? Es que... empatizo mucho con las personas...

Y era cierto. Era un ser muy sensible, sus emociones las vivía con intensidad, tanto para las cosas buenas como para las cosas malas, y al conocer la historia de aquel chico, sintió lo mucho que debió haber sufrido.

-Eres lindo. Pero no te enfades. No puedes obligar a alguien a quererte, aunque tú quieras mucho a esa persona... ¿No te ha pasado nunca? ¿Ni si quiera con ese ser malvado que te abandonó diciendo que era mejor irse?

-Ah... le tomé cariño, un poco, sí, bastante...

-¿Ves? Él se fue... ¿Qué podías hacer? No puedes ir con una pistola para amenazar a alguien y obligarle a que te quiera o que siga amándote...

-¿UNA PISTOLA? ¿YO? ¿Por qué? No, no... ¿Para qué quiero yo una pistola? –preguntó sobresaltado Jimin. Se tomaba las cosas muy literales porque no conocía las expresiones, pero sabía lo que eran las pistolas y solo se utilizaban para matar y dañar.

Hoseok ladeó la cabeza, aquella reacción le produjo gracia, realmente no se podía creer del todo que Jimin fuera un coreano, por muy de lejos que viniera, esa expresión se usaba en todos lados.

-No... Era una forma de hablar, no es necesario que pienses en ello como algo real.

-¿Eh? ¿Una forma de hablar? ¿Basado en hechos reales?

Hoseok no pudo reprimir su risa aquella vez y luego se quedó pensando un poco, había muchos psicópatas sueltos que tomaban aquello al pie de la letra.

-A ver... Hay gente que lo hace, gente mala, las personas que luego yo voy a buscar para encerrarlas.

-¿QUÉ?

-Tranquilo, son excepciones. Piensa que era una expresión no literal... ¿No la escuchaste nunca?

-No, no, yo nunca quiero saber nada de armas ni de muertes, eso es todo muy oscuro –dijo Jimin.

-Es cierto, a ti se te ve como un ser realmente... luminoso.

-¿Luminoso?

-Lo contrario a oscuro...

-Ah... sí, sí, pero estábamos hablando de lo de tu ex, olvida las pistolas –dijo Jimin queriendo cambiar de tema, se estaban liando.

-Lo único que deseo es quitarme todas sus cosas de encima, espero sacar fuerza para hacerlo pronto y tener que dejar de ver su cara por las noches... Ahora debo irme a trabajar. Ayer te dejé encerrado porque no me fiaba mucho de ti. ¿A dónde irás si no puedes dormir? ¿Vas a ir a tu casa? No quiero saber que andarás deambulando, es invierno... Si quieres estar aquí algún día más...

-No, no. Ya abusé mucho, me curaste, me quedé dormido en tu cama un montón de tiempo y además he comido... Debo irme, te lo pagaré de alguna forma.

-Ay este chico, si no tienes a dónde ir cómo voy a aceptar que lo pagues. Ve a darte una ducha tranquilo. Si quieres que te deje mis calzoncillos tengo algunos sin estrenar...

Jimin, tan inocente como cualquier ángel que poco sabe de la vida, se sonrojó de solo pensar que compartirían algo tan íntimo como unos calzoncillos.

-No, no... No pasa nada yo... con los míos...

-¿Los tuyos? Los tuyos se mojaron, has estado con ellos dos días puestos, seguramente que sea mejor que los eches a lavar y te olvides de ellos hasta que sean pasados por jabón y agua. Te dejaré unos míos.

Hoseok se terminó su café y dejó la taza en el fregadero, no tenía tanto tiempo como para ponerse a fregar. Jimin no se había comido aún su otro plátano así que se puso en pie y lo siguió, comiendo, aprovechando que tenía una acción distinta a tener que mirarle a él.

Fueron hasta la habitación y él sacó unos calzoncillos limpios, negros, elásticos, tan normales. Los dejó en la cama y le revolvió el pelo al rubio de nuevo.

-Ven, te daré una toalla.

Jimin seguía comiendo, siguiéndolo y mirando las cosas que hacía. Vio cómo en el baño dejaba una toalla limpia cerca del lavabo, sobre la encimera.

-¿Te voy a ver luego? Salgo del trabajo a las cinco.

-No sé... Mnh... No quiero seguir abusando de tu generosidad...

-No seas tonto, eres agradable, al menos ya me hablas. Eres lindo también... ¿Siempre estás tan rojo cuando te hablan de calzoncillos?

Los colores de Jimin se volvieron de nuevo más saturados y aquello provocó una sonrisa en el moreno.

-Sí, al parecer siempre. Me voy a trabajar. Luego nos vemos... Si necesitas algo tengo mi número de teléfono apuntado al lado del teléfono que está en el salón, lo escribí ayer por si despertabas... ¿Mm? Ya voy tarde... ¡Adiós Jimin! Me alegra que seas así y no un loco al que recogí en la calle, eres una persona agradable.

-Mhh... Gracias... Buen día, Hoseok –dijo Jimin y lo siguió hasta la salida. Allí se despidieron con la mano y unas sonrisas. Finalmente el moreno terminó por salir de la casa dejando al rubio dentro, sin necesidad de tener que cerrarle bajo llave al haberlo conocido.

Wings [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora