El truco más viejo del libro

393 69 62
                                    

Escaparse, ya sea a escondidas o por la puerta principal con un pan untado de mermelada era una situación tan normal para Kirishima que ya ni le hacía batir las pestañas del esfuerzo. De lo único que podría arrepentirse esta vez es dejar el sacrificio de mochi en manos de su explosivo y rubio amigo, pues se moría de hambre y para colmo, las llamadas perdidas de una castaña enojada le recordaron que debía estar en un aburrido seminario de parejas.

Porque, oh sí. Tendría que acudir a una charla por falta de métodos de persuasión, es algo que ni él mismo se explicaba, cómo una chica podía resistirse a sus encantos, ¡era imposible! ¡Desde obtener sonrojos de niñas de quince hasta ofrendas de dentadura de señoras de noventa y miradas muy poco indiscretas de hombres, nadie, nunca, jamás en su vida de pelirrojo le había rechazado sin expresión en la cara! Bueno, talvez sí, pero no iba a entrar en aguas turbulentas de la vida mientras caminaba a su propia cámara de gas.

Aunque hablar de la forma en la que Uraraka no dejó mover su opinión ni un milímetro era admirable, sostuvo casi treinta veces con voz firme que la única manera de juntar a los dos pelmazos que dejó hace media hora atrás era primero informándose, por lo que le metió a una conferencia donde de seguro hablarían de encadenar con correas de oro a las parejas tres horas sin descanso y sin preguntarle de antemano.

Casi se echa a correr hacia atrás al ver en el horizonte la cabellera despeinada de la chica bajo un gorro de lana, no la culparía, aún se sentía el correr del viento invernal diciendo adiós. Ya sin poder evitarlo y apelando a su hombría, Kirishima saludó desde lejos haciendo un altavoz con las manos, valía la pena hacer tanto ruido por ver el salto de veinte metros que pegó Uraraka, pues era la única en la pequeña plaza.

–Los demás ya han entrado, ¡pensé que no vendrías! –fue lo primero que dijo ella cuando estuvieron de frente– ¡Vamos, vamos!

Le fastidió no haberse equivocado, de lo primero que hablaron en la conferencia fue de un estudio que parecía ser el tema central y de esa forma en la que no te lo esperas ni te enteras cómo, estaban hablando de antidepresivos y su relación directa con los bajos niveles de serotonina. Kirishima no estaba muy seguro si opinar algo para el final, pues se quedó dormido con los ojos abiertos más tiempo del que admitiría, pero su instinto gritaba que debía huir cuando todas las mujeres del salón comenzaron a gritar y alzar sus puños.

Salió corriendo más rápido que decir la palabra "Adiós" llevándose la caja de cupcakes de la mesa de aperitivos. Uraraka salió momentos después, sentándose a su lado en la banqueta más alejada del edificio sin decir ni una palabra.

–¿Terminó? –Preguntó él volteando paranoico a los lados.

–Oh, no. –el cómo miraba hacia adelante sin expresión causaba escalofríos– Pero estaba algo loco allá adentro...

–Demasiado diría yo, ¿por qué el escándalo para empezar?

–Estaban regalando cupones para una cena de lujo. –sonrió.

–¿Tuviste suerte?

–¡Claro que la tuve! ¡No salté sobre esas mujeres por nada!

–Bien por ti. –le ofreció un cupcake que fue rechazado.

–Lo siento por arrastrarte a esto, no nos fue de ayuda para nada.

–Fue divertido... –mordía el pan llenándose las mejillas de glaseado– además este día he creado una brecha importante en el flanco enemigo, dejé a los dos solos en casa de tu amigo.

–¿Hablas en serio? –Uraraka alzó las cejas, limpiando con una toallita húmeda el desastre en la cara del otro– Pensé que el plan era que se encontraran y fueran a cenar o algo parecido, esto es... ¿cómo estamos tan seguros que no están juntos ya?

Anger Management [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora