Teoría de la manzana podrida

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– Fue entonces que Jin me dijo que trabajaría en veinte empleos diferentes, ¿pueden creerlo? Y yo pensé que eso sería imposible, digo, ¡él no es veinte personas para hacer eso! Le dije que no se preocupara, claro, pero simplemente no quiere ceder a comprar todas las cosas para la casa del mismo color.

– ¿No puedes mediar con tus otros compañeros? –Izuku anotó algo en su cuaderno viendo de reojo a la rubia.

– ¡Ese es el problema! Magne está de acuerdo, según él porque cumple su sentido de la estética monocromática y ya te he dicho como se ponen esos dos. –refunfuñó Himiko– ¡Solo me apoya Spinner!

– ¿Nunca les has propuesto llegar a un punto medio?

– Deberías patearlos a la calle y ya está. –Monoma interrumpió al pecoso– No sé porque te gusta vivir con tanto apestoso, cariño.

– ¡Solo porque Jin llegó con un perro en estado de descomposición por accidente no significa que sea un apestoso!

– Lo confundió con durian, ¿si entiendes eso?

– ¡El olor confunde!

– Pizza con durian... –se relamió asquerosamente el hombre de la pañoleta roja que nunca decía nada con un tono bastante extraño. Todos en la sala lo voltearon a ver con horror de tan solo pensar en esa comida.

– Bueno, como que ya va siendo hora de que nos vayamos –Monoma empezó a tomar sus cosas mientras los demás lo imitaban.

– ¡Esperen! –Izuku quiso detenerlos, pero ya estaban haciendo fila para firmar al salir.

Suspiró viendo su esfuerzo de detenerlos por cinco minutos más arruinado. Tomó aire y se preparó para hablar.

– Bakugō, ¿puedes quedarte un momento? –Pidió Izuku sin poder verlo a la cara, fingiendo arreglar sus papeles.

El "uh" coqueto de Monoma le dio tanta pena que tuvo que volverse hacia la ventana para que no notaran como se ponía rojo camarón. Se distrajo un poco ordenando papeles, esta vez de verdad, en lo que todos salían de la sala.

Uraraka se detuvo un momento a verlo con su expresión indescifrable, aunque Izuku no le devolvió la mirada, y, sin decir nada, ni voltear a ver al rubio, cerró la puerta tras de sí al salir.

Izuku tomó aire antes de enfrentarse cara a cara con Katsuki.

Las piernas del rubio ya estaban estiradas sobre la silla de enfrente, sentado de forma desgarbada y con su aura decía que la misma existencia le molestaba en sobre medida.

– ¿Qué mierda quieres ahora, Deku?

– No quiero ni voy a quitarte mucho tiempo. –extendió su brazo tendiéndole unas hojas.

– Que considerado. –le cortó con cierto tono cansado, pero mayormente plano. Izuku prefirió ignorar el comentario y proseguir.

– Quiero que revises esto y me digas cuál te conviene más. –agitó un poco las páginas, esperando a que el rubio las tomara– Ah, no te preocupes por la confidencialidad y eso, todos ellos son conocidos míos, por lo que puedo confirmar son excelentes y más que recomendados.

Katsuki les dio una mirada por encima sin tomarlos. En un tono hastiado preguntó– ¿Qué es?

El pecoso se aclaró la garganta antes de hablar– Es... Bueno, es mejor si te lo explico todo en orden. –tomó aire, poniéndose incómodo– He tomado la decisión de dejar de ser tu terapeuta.

– ¿Qué?

El pequeño silencio después de esa pregunta se presentó como si fuera necesario para abordar el tema a continuación. La lengua de Izuku le pesaba una tonelada, a pesar de saber lo que tenía que decir, era más complicado hacerlo– Tengo varias razones para tomar esta decisión, pero la más importante es la que nos involucra a ambos. –suspiró– La relación que tenemos no debió existir. Estuve mal y quiero pedirte una disculpa, antes que nada.

Anger Management [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora