Kanda

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Conteniendo sus ganas de golpear al pelinegro, Kanda continuo observando los movimientos de la actual amenaza.

Lavi lo había investigado. Su nombre era Neah Campbell, tenía veintitrés, por lo que era dos años mayor que el Moyashi, era estudiante del Arca, otro músico al igual que el albino, y para empeorarlo todo era el primo de su pequeño brote de judías.

Así que no podía matarlo sin que Allen lo odiara por ello.

Una lástima pero tendría que lidiar con ello, no tenía muchas opciones al respecto.

Por otro lado había algo que le había estado incomodando desde que Lavi obtuvo la información sobre aquel individuo.

Según sus datos, Allen y Neah habían estado en una relación amorosa por tres años.

Por ser primos eso podría ser fácilmente descartado, pero el hecho de que Allen era adoptado y que era lo suficientemente estúpido como para tener ese tipo de relación con alguien a quien consideraba familia hacía que las posibilidades de que aquel dato fuera cierto increíblemente alto.

Por eso estaban siguiendo al albino donde fuera que decidirse ir.

¿A quién le importaba la clase de Anatomía II? ¡Pues no a Kanda Yuu! ¡Al menos no hasta que estuviese seguro de que el Moyashi no estaba manteniendo ningún tipo de relación íntima con aquel tipo de ojos dorados!

Después podría entrar en pánico por no estar pendiente de sus estudios.

—Yuu-chan...

—¿Qué demonios quieres conejo?

—Dime, ¿A ti te gusta Allen?

Esa pregunta lo había tomado por sorpresa, sobre todo porque a esas alturas debía ser demasiado obvio que le ocurría algo con el albino.

En ese momento no tenía la necesidad de mentir; de todas formas Lavi lo sabría, el conejo estúpido siempre sabía.

—No me gusta, lo amo.

Y lo dijo con toda la confianza del mundo, muy probablemente porque, aquello que sentía por el menor, era lo más real que había sentido en mucho tiempo.

Después de eso ninguno de los dos volvió a hablar, centrándose únicamente en observar al objeto de sus afectos desde lejos y ver como este continuaba con sus actividades sin notar la presencia de ninguno de los dos hombres.

Pero incluso si ellos o el mismo Allen no lo sabían, había alguien que veía perfectamente todo el panorama y todo lo que se desarrollaba en torno al joven Walker.

***

Había una serie de sentimientos que Kanda usualmente trataba de evitar.

Uno de ellos era la culpa.

Arrepentirse y disculparse no estaba en su forma de ser, ni siquiera cuando el mismo admitía para sí el haber cometido un error.

Pero ahora ambos sentimientos burbujeaban en su interior como un volcán a punto de estallar en cualquier momento.

Y en ese momento supo que no podía seguir ocultando lo que realmente pensaba y sentía.

Sobre todo si Alma le lanzaba esa mirada lastimera, como un animal herido. Uno que para bien o para mal, significaba mucho para él.

En cuanto terminaron la cena no pudo contener su preocupación ni un minuto más.

—¿Qué es lo que te ocurre?

—¿A qué te refieres Yuu?

—Tu sabes perfectamente a lo que me refiero Alma, habla de una buena vez antes de que pierda mi paciencia.
—Vaya... supuse que esto duraría más, pero parece que no es suficiente ¿No?

Frunciendo el ceño Kanda espero escuchar más, sin embargo Alma parecía reacio a continuar, como si temiera lo que sus palabras pudieran desencadenar.

—¿Podrías explicarte mejor? Porque no entiendo ni una...

—Kanda, terminemos.

Sorprendido, el joven japonés tardo en procesar aquello, como si en vez de romper con él Alma acabara de explicarle cómo desarmar una bomba nuclear.

El problema era que después de -finalmente- entender las palabras del chico, no estaba seguro de cómo reaccionar o que decirle. Para empezar porque sentía un alivio enorme inundarle y la necesidad de agradecerle eran los primeros sentimientos en golpearlo.

Luego estaban los sentimientos que estaba tratando con más fuerza de retener, cono ese impulso de salir de allí para encontrar a Allen y besarlo hasta el amanecer.

Si... no era una buena idea hacer eso.

—¿Yuu? ¿Me escuchaste?

Estaba tardando mucho en responder.

—Yo... si escuche solo que...

¿Qué? ¿Qué podía decir que no hiriera a Alma?

—Está bien Yuu, lo entiendo, eres muy obvio ¿Sabes? —una risa increíblemente falsa escapo de los labios del peli morado —quiero decir, la forma en que lo miras no se parece a nada de lo que alguna vez vi en tus ojos, ese brillo de adoración, de anhelo... la tristeza ¿Por qué lo ves como algo que no puedes alcanzar cuando ya lo has hecho de todas las formas posibles?

En medio del shock el japonés no podía hacer nada más que mirar con terror a Alma, porque él sabía, sabía malditamente bien y nunca le dijo nada.

—¿Cómo...? ¿Por qué tu sabes?

—Ya te lo dije, eres muy obvio. Además... era demasiado claro cuando Allen pasaba a tu lado y ni siquiera te miraba, era fácil de ver que algo había cambiado entre ambos y que no estabas satisfecho con ello.

—¿Lo era?

—Aún lo es, no dejas de mirar la puerta como si quisieras correr a sus brazos, deberías hacerlo, no me enojare por ello, de hecho hace mucho debiste, ahora será más difícil llegar a él.

—¿Y aun sabiendo eso me dejas ir?

—Irías incluso si todo estuviera en contra, eres demasiado terco Yuu, pero no te preocupes nada va a cambiar, tu y yo siempre seremos amigos.

Y de alguna forma aquella declaración lo entristecía, aun así no podía detener los latidos rápidos de su corazón. Ansioso.

—Lo siento, realmente lo siento Alma.

Y con eso último dicho Kanda salió como una tempestad, alejándose definitivamente del joven que había amado por mucho tiempo, pero que ahora no ocupaba ese lugar de su corazón.

Y Alma lo sabía muy bien, lo reflexionaba con tristeza mientras sus ojos azules se clavaban en la puerta de su apartamento, maldiciendo su cobardía, porque por ella había perdido, porque en el momento en que había decidido actuar, había sido el mismo en el que supo que no tenía ni una oportunidad.

Porque esos ojos azul eléctrico ya no lo guiaban, estos de hecho se aferraban a ese halo blanco que rodeaba a aquella persona que Alma quería odiar, pero no podía.

Porque si había perdido, no era culpa de Allen.

Allen, quien amaba sin reservas, quien lo único que hizo fue mostrar un poco de su cariño a Yuu, quien había dejado a Kanda irse porque sabía que este había estado enamorado de él, y seguramente aun creía eso.

Y Alma quería entenderlo, aprender de él, porque no quería perder otra vez, contra nadie. Porque ya no soportaría dejar que su persona más querida se escape entre sus manos.

Y mientras contenía los lastimeros sonidos que acompañaban su llanto, Alma juro que esa era la última vez que el miedo al fracaso sea más fuerte que sus propios sentimientos.

Hold Me Tight or Don't | D-Gray Man | YAOI | TERMINADO Where stories live. Discover now