《 XVIII 》

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Cerré mis puños con fuerza, y realmente intente controlar mis grandísimas ganas de darle un puñetazo a Jos justo en la cara.

Fue entonces cuando grité a los cuatro vientos y a todo pulmón, todas las groserías que había aprendido a lo largo de mi vida.

--- ¿Te importa? No me dejas escuchar. ---inquirió alzando una de sus cejas en una mala cara.

Sin pensarlo dos veces, desconecte el enchufe del televisor, haciendo que Jos frunciera el ceño de la misma manera que yo lo hacía.

Tomé mi chaqueta y me dirigí hasta la puerta de la habitación, dispuesta a salir para seguramente regresar hasta muy muy tarde.

Jos logró escabullirse entre mi cuerpo, bloqueando el paso por la puerta, quedando justo frente a mi rostro. Juró que mi nariz casi tropieza con la suya.

Pude ver lo exageradamente largas y abundantes que eran sus pestañas.

Mi pulso se aceleró cuando noté lo que cerca que estaba de él. Mi respiración era más pesado con el paso de los segundos.

--- No irás a ningún lado.

Tragué saliva, y mordi mi lengua nerviosa.

--- Yo puedo ir a donde yo quiera. ---respondí cortante.

--- Déjame terminar, amor. ---pronunció lentamente, sonriendo de lado con malicia.

Tenerlo así de cerca comenzaba a sacarme de mis casillas. Podía sentir su fragancia, tan fresca. Su mano se acercó temerosa a la mía, y acaricio con cuidado mi muñeca.

--- No irás a ningún lado. ---dijo por segunda vez.--- No hasta que te diga porque no te devolveré tu teléfono. ---me guiño uno de sus ojos.

--- Habla. Rápido.

Tomó con cuidado mi muñeca y me llevo tras él, regresando a la habitación. Se sentó en el sofá de tres piezas y cruzó sus piernas sobre éste.

--- Me gusta hablar contigo. Creelo o no.

Wow wow... ¿Qué? ¡Jos tiene que estar drogado ahora!

--- Eres, extrañamente linda. ---agregó haciendo un ademán con su mano.

--- Ve al punto.

--- El punto es que, si te doy tu teléfono, no volveras a hablarme. ---dijo mirándome y poniéndose de pie.

--- Creí que eso es lo que querías.

Caminó unos cuantos pasos hasta mi, y acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja. Mirándo mis labios por un segundo, volvió su vista hasta la mía.

--- Creo que empiezas a gustarme.

No... puede... ser...

Su mirada impenetrable me analizó como si pudiera ver atraves de mi, igual que un cristal.

Intenté analizar lo que había dicho, sólo para asegurarme de que definitivamente no estaba alucinando.

Creo que la bebida del concierto tenía hongos alucinógenos.

--- ¿Qué dijiste?... ---no, realmente no lo podía creer.

--- Tranquila, amor, no lo diré de nuevo. ---sonrió para después alejarse lentamente.

Tomó las llaves que estaban sobre el mueble de madera que sostenían la televisión y regresó su mirada a mis ojos.

--- ¿Quieres un Starbucks? ---preguntó como si nada hubiese pasado.

Yo aún estaba en shock.

--- Si, si quieres. Vamos. ---se respondió. Y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos.

Por una mierda. ¿Qué está haciendo? Estoy protagonizando una de las tantas novelas que escribí de Jos Canela.

Nisiquiera noté cuando habíamos entrado a el ascensor,  todo era muy extraño, no había pronunciado ni una sola palabra.

--- ¿Te gustan los frappes? ---preguntó mirándo su propio reflejo en la reluciente pared metálica del ascensor, mientras acomodada un poco su cabello.

--- Si... ---aclaré mi garganta. Y traté de actuar normal, igual que Jos.

--- Son geniales. ---dijo.

Y después de unos segundos de mirar su reflejo, oprimio el botón de stop y el ascensor se detuvo en seco.

No, por favor, ¿Qué mierda estás haciendo Jos?

Se dio la vuelta lentamente. Y me miró atentamente.

--- El frappe es tan dulce. ---comenzó.--- Tiene ese sabor sobrecargado algunas veces pero siempre encuentras el cremoso sabor a café. ---describió, acercándose dos pasos cada que hablaba.--- Y su aroma... ---aspiró fuertemente una vez que ya estaba a sólo centímetros de mi.--- Es excitante.

Okay... Este chico es raro. Se excita con frappes. Debería alejarme de él.

Sentí su cuerpo rozando el mío, volviendo locas mis hormonas y disparandolas en cada simple movimiento.

Jos estaba acabando con el poco aire que había en mis pulmones. Mi pulso no podía estar acelerado. Sentía una euforia gigantesca.

--- Prefiero el café negro. ---me estire lo suficiente para volver a presionar el botón de stop y el elevador volvió a estar en marcha.

Jos sonrió de lado, y eso hizo que los cabellos de mi nuca se erizaran.

--- Definitivamente, me gustas.

Mordi mi labio por dentro, y tomé aire.

--- Bien por ti.

Me escabulli por su cuerpo, logrando salir una vez que las puertas del elevador se habían abierto. Jos me siguió con la misma sonrisa en su rostro.

--- Lindo trasero. ---rió un poco pasando de largo por mi lado.

Enseguida una mueca de indignación se creó en mi rostro, y una mejillas rojizas aparecieron.

--- ¡Eres un idiota!

--- Yo no soy él que va caminando por la vida con esa manera tan sexy. Me haces querer mirar. No es mi culpa. ---se excusó riendo y sin parar de caminar.

Apenas lo alcance y le di unos cuántos golpes en el brazo. Aunque claro, el de inmediato, cubrió su rostro de una manera un tanto exagerada.

--- Hey, tranquila. Se arruga. ---habló refiriéndose a su chamarra.

--- Cretino.

--- Te gusto. ---me guiño un ojo.

Where's My Phone? © Where stories live. Discover now