VII Desaparición (Enero, 1990)

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Meses después, se enteraría de que el cuerpo de la chica que fue hallada en su departamento había sido reconocido y que la policía ya estaba buscando al criminal, además se sospechaba que él estaba detrás de una serie de atentados contra mujeres cometidos en las últimas semanas, pero no le importó. Simplemente continuó su escapatoria.

                             Su mente estaba totalmente perturbada, había perdido la dirección de su vida. Lo único que había conseguido darle un poco de felicidad yacía ahora unos cuantos metros bajo tierra; cubierta por inmensas rocas. Romina, no sólo significó el comienzo de una “nueva oportunidad,” Benjamín, de hecho estaba completamente seguro que desde aquel momento podría ser feliz. Lamentablemente, el destino le tenía prevista otra historia diferente, llena de odio y temor. Cargaría por siempre con una sombra que se le recordaría día tras día la acción cometida. En simples palabras, llevaría una vida inquietante, se convertiría en un hombre ciego, avaro y terco.

                            Una noche, cuando la lluvia azotaba con fuerza, Ben decidió que era momento de terminar con la pesadilla que lo aquejaba, sin ser conciente hacia dónde caminaba, llegó a una iglesia. Con el fin de confesarse, entró en ella y charló por unas horas con el sacerdote a cargo de la sagrada construcción.

                                  -Es evidente, hijo mío que tu pecado es enorme. Pero no desesperes, si realmente estás arrepentido; si tu alma dice que deseas cambiar, Dios te ayudará…- Después de aquella conversación, el paradero de Ben fue desconocido.

Crónicas de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora