El chico rubio no se fijó en la casa, no sabía a dónde iba, no sabía las intenciones de aquel hombre. Cuando llegó al baño alzó la mirada para encontrarse de nuevo con él.

-Venga... Esto es muy raro, lo sé, pero quítate la ropa, no te voy a hacer nada, solo quiero curarte, estás sangrando.

Hoseok lo dejó desnudarse solo mientras buscaba algodón y agua oxigenada, si veía heridas demasiado grandes, seguramente lo mejor sería llevarlo al hospital.

El chico rubio se quitó la camiseta y luego los pantalones, pero el bóxer sería demasiado para él. Ya había mostrado más de lo que le había mostrado a nadie antes. Tenía moratones y algunas heridas del granizo en su blanco cuerpo.

-Madre mía... ¿Por qué no corriste a algún portal para resguardarte? ¿Cómo te llamas? ¿Por qué no hablas? Por favor... ¿Puedes responderme? ¿Eres mudo? ¿Me puedes hacer gestos?

Hoseok empezó por curar las heridas de su cara. A pesar de que le dolía, el otro simplemente se dejó hacer. Al menos sabía que si intentaba violarlo podría defenderse, no podía creer que aquella generosidad humana fuera gratuita. En el tiempo que llevaba conociendo a las personas, se había dado cuenta del egoísmo humano, había perdido la fé en encontrar a alguien realmente bueno.

-Realmente no sabría decir si eres coreano o no... ¿Tus dos padres son coreanos? Digo... eres rubio, tus ojos son verdes... ¿Llevas lentillas? Pareces un idol... ¿No recuerdas tu nombre? Sé que me entiendes... ¿Verdad? ¿Puedes asentir si me estás entendiendo?

Y él asintió. Hoseok dejó escapar una apenada sonrisa y terminó de curar las heridas de la cara.

-¿Has comido algo? Eres un chico realmente delgado... ¿Haces mucho deporte? ¿Atleta? ¿Nadador? ¿Bailarín? ¿Desde cuando estás viviendo en la calle? ¿Tienes familia?

Pasó a revisar alguna herida que pudiera haber por su cuerpo, aunque eran más bien moratones, y llegó a las manos, ensangrentadas. Le ponía nervioso no hablar sobre nada, el silencio no era para nada agradable en la presencia de un desconocido.

-¿Puedes hablar? Asiente o niega.

El chico rubio dejó escapar un suspiro y se encogió de hombros. Se tambaleó un poco y sus ojos se cerraban. Realmente no había logrado descansar en absoluto.

-¡Hey! No te caigas. ¿Te duele algo? Hey... ¿Quieres que te lleve al médico? ¿Quieres que llame a mi amigo? Es doctor y... ash.

Hoseok lo sostuvo con un brazo y lo ayudó a sentarse en el inodoro. Allí terminó de curar sus manos y sus pies, tenía algunas ampollas, así que le puso tiritas y luego se asomó a ver si tenía alguna herida en la espalda. Pero no había ninguna, solo moratones y aquel tatuaje que le dejó sorprendido. Tenía dos alas dibujadas en la mitad superior de su espalda, dos alas extendidas. No quiso incomodarle así que dejó de mirar su espalda. Entonces se dio cuenta de que se había dormido, allí sentado.

-Oh... cómo pudo dormirse tan pronto...

Lo ayudó a levantarse, aunque finalmente lo cogió en su espalda y lo llevó a su cama, allí lo tumbó y lo arropó para que pudiera descansar, aquellas ojeras no parecían haber salido de una sola noche estando despierto.

No se fiaba de cualquiera, pero aquel chico realmente parecía necesitar ayuda y su conciencia no le permitía abandonar así a una persona, el granizo, si hubiera sido algo más grande, podría haberlo matado. Y no solo su conciencia, un chico que recién comenzaba su trabajo de policía, le obligaba a socorrer a cualquier hombre, mujer, niño, anciano o incluso animal que no pudiera estar bien por sí mismo.

Suspiró mirando la paz que parecía sentir ahora que estaba descansando. Sacó de su armario unos pantalones grises y una sudadera azul, dejándolo a un lado a los pies de la cama, por si se despertaba y quería vestirse con cualquier cosa. Le preocupaba que tuviera los calzoncillos mojados pero no se los quitaría, era violento para ambos.

Fue a recoger las cosas que utilizó para curarle, las ropas mojadas las echó a lavar y luego preparó la cena. Hizo algo más por si acaso el chico aquel despertaba con hambre.

Llegó al salón y revisó su móvil. Suspiró un poco, no había mensajes, no había nada. Preparó el sofá, que sería donde dormiría él, con mantas y una almohada. Estaba cansado, la noche anterior casi no había dormido así que puso la tele y a ratos se quedaba dormido.

A pesar de ser él mismo quien le ofreció estar en su casa a aquel muchacho, no se fiaba del todo, no lo conocía de nada, así que se mantuvo alerta y por ello despertaba con frecuencia. Había estado demasiado vago para cambiarse de ropa pero la incomodidad de los jeans le obligó a desnudarse en medio de la madrugada.

Sonó su despertador. Tenía que levantarse para ir a trabajar y había dormido fatal. Fue hasta la habitación para buscar la ropa que se pondría y se fijó en el chico, seguía dormido profundamente.

En el baño se puso su ropa y arregló su cabello oscuro. Ordenó la casa y por último se asomó a la habitación de nuevo. No le hacía ninguna gracia dejar a un desconocido solo en su casa mientras él no estaba, pero sabía que los vecinos dirían algo. Por si acaso cerró la puerta con llave, no podría salir.

Ya iba tarde así que, como cada mañana, cogió su café de camino y entró a trabajar, aunque aquel fue el día más intranquilo de todos los que había vivido, pensando todo el tiempo si aquel chico le robaría o le destrozaría su casa, que, aunque esperaba que no fuera así, las posibilidades existían.

Por otro lado el chico rubio estaba ajeno a todas las preocupaciones del dueño de la cama en la que se encontraba, él estaba al fin descansando como debía. No se enteró de cómo llegó allí, tampoco de cuando el otro chico entró en el cuarto. Estaba agotado.


Wings [Hopemin]Where stories live. Discover now