16.

25 4 0
                                    

Ayer. Ayer quemé tu última carta, y mientras el fuego consumía tus palabras derramé un par de lágrimas y te dediqué un "¿No fui suficiente?".

El sabor salado inunda mi boca mientras su última carta arde.

Estoy a tiempo de salvarla. Un poco de agua solucionaría todo. 

No la salvo. Intentar salvar el papel ardiendo dolería, es peor sostener lo insostenible que soltarlo.

Tendría que haberla abollado. Tirado. 

Si me arrepiento, ahora ya no hay marcha atrás.

Sabor salado. Olor a quemado.

Manos ennegrecidas por la ceniza.

Un corazón roto y un piso por barrer.

La consecuencia de haber quemado tu última carta.

La consecuencia de haber terminado todo.

Quemar tus palabras no significa nada. El recuerdo no se va. No se borra.

Te odio. Te odio por amarte. Te odio porque me mentiste. Te odio.

Y quemo todas tus cartas y dejo sin cabeza a ese oso, al de la sonrisa irritante que decía "Te amo".

El sabor salado sigue ahí. Tengo la visión borrosa.

No me gusta el olor a quemado.

Las lágrimas se secan. Limpio las cenizas. Me lavo las manos. Tiro el oso y su cabeza.

No quedan rastros de mi crimen atroz. 

No hay rastros de que ayer. Ayer, quemé tu última carta.

Our warWhere stories live. Discover now