- Vamos. Vámonos a casa. – dice. Sus palabras me cortan como cuchillos.

- No. Esta es mi casa. Déjame. ¡DÉJAME! – consigo decir. - ¡Luke! ¡LUKE! ¡MAMÁ! ¡MARTÍN! ¡AUYUDA! – grito.

- Lexy. – oigo la voz de mi hermano tras de mí. Sonrío. Estoy salvada. – Ve con él. Es donde estarás mejor.

No me lo creo. Mi respiración se encuentra entrecortada y mis lágrimas han cesado. Me encuentro en estado de shock. No podía ser que mi hermano, mi propio hermano haya pronunciado esas palabras.

Sigo en los brazos de Pablo, que me retienen de poder escaparme. Me sube a un coche, y se sienta en el asiento del conductor. Ni siquiera tiene el carnet. Voy a morir. El motor ruge, y nos alejamos de lo que es mi casa, mi hogar. Dejando a mí hermano, a mi madre y a Luke, que sigue tendido en el jardín, atrás. Sigo sin creerlo. ‘Esto no puede ser real’, me repito varias veces, ‘esto no puede estar pasándome a mí’.

Y de repente todo desvanece. Me encontraba en mi habitación, en Sídney. Tenía las mejillas empapadas de llorar y un fuerte dolor de cabeza. Ha sido solo una pesadilla. Suspiré aliviada y me levanté para beber agua. Debía contárselo a Luke. Era ahora o nunca.

Miré el reloj. Las dos de la madrugada. Recé para que todavía estuviera despierto, pero al entrar en su habitación reinaba el silencio. Me quedé observando cómo dormía, tranquila y plácidamente, cuando en mi cabeza aparece su imagen en la hierba, aturdido. Las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos e intento hacer el mínimo ruido posible, pero no lo consigo. Escucho como Luke hace unos ruidos y seguidamente se frota los ojos, como si algo le impidiera ver. Al reconocerme, se sentó rápidamente abrazándome.

- Eh, Lexy, ¿qué pasa? – preguntó con una voz ronca.

- Una pesadilla… Pero… Aparecía él y tú… tú… - era incapaz de hablar.

- Shhht, relájate. – dijo, atrayéndome hacia él y apoyando mi cabeza en su pecho desnudo mientras acariciaba mi pelo. – Bien, ahora cuéntame qué ha pasado. Sin miedo.

Respiré hondo y le conté todo lo sucedido. Mi conversación con Beth, lo que había pasado con Pablo y la pesadilla que había tenido. Él me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. No fue hasta que terminé, que empezó a hablar.

- Tenías que habérmelo contado. Pero eh, está bien, entiendo porque no querías contármelo. No son cosas que salgan fácilmente. – sus ojos no expresaban pena, ni compasión, lo que me alivió. – Y tranquila, que aquí no te va a pasar nada. Conmigo estás a salvo, pequeña.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar a Luke pronunciar esas palabras. Seguidamente, apoyó sus dos manos en mis mejillas y juntó sus labios con los míos, haciéndome olvidar lo que había sucedido anteriormente.

- Debo volver a mi habitación.

- Quédate. – susurró en mi oreja.

- No puedo, mi madre… - me cortó besándome. – Luke. No nos pueden pillar.

- Está bien. – su rostro se mostraba abatido. – Ve.

- Buenas noches Luke. – le di un beso. – Y gracias.

- No las des. Buenas noches preciosa.

Me levanté y me dirigí hasta mi cuarto, una vez allí volví a tumbarme en mi cama deshecha y finalmente me dormí. La mañana siguiente me desperté con un leve dolor de cabeza, pero durante el día se fue yendo. Durante esa última semana de vacaciones que nos quedaba, no hicimos mucho más de lo que habíamos hecho desde que había llegado. Algún día fuimos a la playa con los chicos, pero no pasamos de ahí.

La semana pasaba rápidamente, y sin darme cuenta estaba en domingo por la noche. Luke, Martín y Claire hicieron un breve acto de presencia en mi habitación para explicarnos a mi hermano y a mí como irían las cosas a partir de la mañana siguiente. Claire nos llevaría todos los días, así que no nos teníamos que preocupar por el transporte.

Una vez finalizada nuestra pequeña ‘reunión’, cada uno volvió a su habitación para prepararlo todo. No puedo negar que estaba nerviosa, mucho. No sabía lo que me iba a encontrar, no sabía cómo me recibirían. Debo de admitir que esa noche apenas dormí, había otros temas en mi cabeza con los que tenía que lidiar.

La mañana siguiente un fuerte golpe en la puerta de mi habitación me despertó. Abrí los ojos para ver a Luke ahí, obligándome a levantar. Le hice caso y aún dormida me dirigí al baño y seguidamente escogí la ropa que tenía que ponerme. Me aseguré de tener todas las cosas y bajé a la cocina, donde la actividad no cesaba ni un segundo. Mamá estaba preparando el desayuno, Luke y Martín ya se encontraban en ello y Claire no hacía nada más que ir de aquí para allá buscando cosas y gritándole a su hermano como una histérica.

- ¡LUKE! ¿¡HAS VISTO LAS LLAVES DE MI COCHE!?

- Claire, no me grites, es demasiado temprano. Y no, pero por si a caso mira en el sofá, que no te las dejaras ahí. – contestó su hermano.

- ¿Todas las mañanas van a ser así? Me estresaré antes de entrar en clase. – me dijo mi hermano, cuando nadie podía oírlo.

- ¿Quieres hacer el favor de sentarte y comer algo? – le dijo Luke a su hermana. – Ya acabarás luego.

- Ahora voy. – contestó Claire, acercándose a la silla que tenía al lado y cogiendo una taza para después llenarla de leche. – Martín, Lexy, ¿Preparados para vuestro primer día en Saint Mark’s? – preguntó, concentrada en su desayuno.

No sabía que contestar ¿Lo estaba? Lo que sí era seguro que era un manojo de nervios. No podía parar de pensar en todo lo que iba a pasar en ese día. Me preocupaba demasiado por la opinión de la gente. Gente, que aún no me conocía. Quizás pasaba como con los chicos, y no me metía en problemas. Pero algo me decía que los problemas llegarían por si solos.

Ahora que había conseguido superar mi primera fase de mi nueva vida, tocaba empezar la segunda. Y no sería precisamente fácil. ‘Hola, Saint Mark’s’, pensé mientras cruzaba la puerta de casa, dirección al coche de Claire.

Brotherhood. (Luke Hemmings)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin