Antes de empezar a salir con él era mi mejor amigo. Nos llevábamos muy bien y sinceramente, siempre había sentido algo más. Era el típico deportista que todas las chicas quieren a su lado y, aunque creía que nunca lo conseguiría porque la gente en mi instituto me despreciaba y quizás solo me veía como una amiga, una tarde, cuando no había nadie en su casa, terminamos besándonos. Después de debatir cual era nuestro estado, decidimos empezar a salir. La primera semana fue como un sueño. Me trataba como había imaginado, con cariño y cuidado, y se podría decir que en algún momento llegué a ser feliz. Pero las cosas empezaron a empeorar. No tenía espacio para salir con mis amigas, si quería ir siempre iba con él. Al principio no me pareció mal, ya que estábamos en el mismo grupo de amigos, pero poco a poco se fue volviendo más pegajoso y terminó agobiándome. Cuando me harté, decidí contarle lo que pensaba pero lo único que obtuve por respuesta fueron gritos, gritos y algún que otro golpe. Desde ese preciso instante el mundo se me cayó encima. No podía seguir soportándole. A pesar de que tenía el apoyo de mis amigas y sobretodo el de Beth, Pablo podía conmigo. Hablé con mi madre, que por entonces ya había conocido a Andrew, y empezó a pensar en la opción de irnos a vivir a Australia con él. Me gustó la idea, ya que eso implicaría una nueva vida lejos de Pablo. Se lo conté con detalles, dejándole claro que podíamos seguir hablando, que seguiríamos siendo amigos, pero se opuso. Al final lo conseguí, llegué aquí y conocí a Luke, que se ha convertido en lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pero las noticias de Barcelona no cesaban. Pablo había caído en el alcohol y las drogas y si seguía así, se acabaría matando. En el fondo, mi corazón seguía preocupada por él, porque al fin y al cabo fue mi primer amor, aunque algo accidentado, y mi mejor amigo durante años.

Mi mente había empezado a crear un plan. Un plan que cada vez que recordaba se me inundaban los ojos de lágrimas. Pero debía hacerlo.

Tras media hora de conversación con Beth decidí que era hora de ir a dormir. Dejé el ordenador en la mesa, apagué las luces y me tumbé en mi cama, cayendo en un profundo sueño.

- Lexy. – la voz de mi madre retumbaba en mi cabeza. – Lexy, despierta. – Me cogía por el hombro, sacudiéndome. – Tienes visita.

Abrí los ojos para ver a mi madre tapando todo mi campo de visión. Me vestí rápidamente y bajé al salón. Era una mañana soleada y calurosa, por lo que quienquiera que me había venido a visitar se encontraba en el jardín, así que me dirigí hacia allí. Mi velocidad al caminar fue disminuyendo a medida que me iba acercando. Me temblaban las piernas, tenía la sensación de que iba a caer. Había un corro de gente cuyas caras me eran demasiado familiares. Mis amigos. Gente conocida. Gente que me había hecho pasar los peores momentos de mi vida. Pero sin olvidar que en medio de todas esas personas está él, Pablo. Sus ojos verdes se clavan en mí y me muerdo el labio instintivamente. Sonríe satisfactoriamente, mientras que poco a poco se va acercando a mí, dejando ver un cuerpo detrás suyo que yace tumbado en la hierba. Y por un momento, se me pasa por la cabeza la idea de que pueda ser Luke. Pero lo niego, intentando expulsar ese pensamiento de mi mente. Entonces veo su pelo rubio. Resigo la figura y compruebo que, evidentemente, de quien se trata es de Luke. Ahogo un grito. No puedo hablar, no puedo hacer nada. Intento salir corriendo hacia él, pero Pablo me frena, pasando su brazo por mi estómago y elevándome hasta colocarme en su hombro.

- Qué… Qué… Qué le has hecho. – balbuceo.

- No te preocupes, pequeña. Me he ocupado de él. – sentencia.

- Tú no eres quien yo conocí. – digo, con desprecio.  

Noto las lágrimas caer por mis mejillas mientras veo como me alejo del cuerpo de Luke. Doy golpes a Pablo, quien parece no inmutarse ante mis movimientos. Sigue caminando, sin pararse.

Brotherhood. (Luke Hemmings)Where stories live. Discover now