Rosas rojas, luz de Luna

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Aidou refunfuño sin decir nada, bajaron con rapidez las escaleras, pero antes de abandonarles, Aidou congeló los últimos escalones.

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Zero se dio cuenta de inmediato que frente a él había una escalinata, guardó a Bloody Rose y en cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad comenzó a avanzar, primero lentamente y después, conociendo el ángulo y altura de los escalones, aumentó la velocidad.

—¡Kaname!—gritó y a unos metros escuchó la voz de su acompañante, así que no estaba lejos.

Bajó las escaleras, pero, cerca del final resultaron resbaladizas, patinó y cayó por ellas hasta el final. El golpe fue doloroso, se quedó un poco en el piso notando que éste, estaba congelado. Se incorporó lentamente, estaba bien, excepto por una herida en su frente, su sangre resbalaba por ella y caía por su ceja hasta el parpado.

Con la mano se limpió la sangre, evitando que llegara a su ojo y le impidiera ver; no era tan grave, pero la sangre era abundante.

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Kaname se detuvo en medio del pasillo, Aidou chocó contra él.

—Huele a sangre...—dijo —...a sangre de Zero.

Molesto se dio la vuelta y tomó a Aidou del cuello del abrigo.

—¡¿Qué hiciste?!! — Gritó—. Te dije que no lo tocaras.

—Sólo congelpé los escalones de la escalera, el idiota debió haberse caído.

—¡Aidou...!

—¡No está muerto, Kuran sama! ¡Démonos prisa! ¡Sólo lo retrase!

—Más te vale que no sea grave—dijo soltándolo—. Vamos...

—Kaname—Zero habló bajo, pero audiblemente cuando apareció por el pasillo, Kaname no podía verlo del todo, sólo su figura, pero el olor a su sangre inundaba todo el lugar.

—¡Demonios!—dijo Aidou— ¿Qué no te rindes?

Jaló del abrigo a Kaname, quien se había quedado paralizado y lo arrastró con él. Deliberadamente, piso en el mismo lugar que la primera vez, los engranes sonaron y las paredes comenzaron a estrecharse, eso sí detendría a Zero y con suerte, lo mataría. Y cuando llegó a la pared presionó su mano contra la rosa, su sangre emanó y la puerta se abrió.

—Espera—dijo el sangre pura—espera, Zero... ¡Zero!

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Las paredes se estrecharon. Kaname y su amigo corrían hasta el final del pasillo. Aturdido como estaba, no podía correr rápido sin marearse y caer. No llegaría a ellos, así que retrocedió en el pasillo hasta la entrada de las escaleras, las paredes se cerraron.

Si no lo hubiera hecho así, habría muerto aplastado. Se recargó en la pared y respiró agitadamente. Ahora, ¿cómo llegaría a él?

Salió del lugar, los vampiros le habían dado un plano del lugar, con todos los pasadizos, sólo por esa ocasión, y sólo a él y a Misha, los encargados de la misión, pero para verlos necesitaba luz, así que una vez que estuvo en una habitación iluminada sacó el plano. Una gota de sangre cayó en el papel tiñéndolo de rojo.

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—¡Abre la puerta!—Kaname le ordenó a Aidou, el chico negó y suspiró.

—Una vez que se entra no se puede abrir, tenemos que salir por otro lado.

—¿Qué demonios pasó ahí? Porque las paredes...

—Kuran sama, lo importante es que llegamos. Deje el códex y salgamos de aquí.

Gota de sangreWhere stories live. Discover now