Capítulo 15

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Legolas despertó en una tarima en una de las salas del Abismo de Helm. El comandante Jaden se inclinaba sobre él mientras le quitaba la túnica llena de sangre. El príncipe le dio una palmada en las manos.

"¿Qué estás haciendo?"

Jaden sonrió, aliviado.

"¡Gracias a los Valar que estás despierto! Te quitaba la ropa para curarte las heridas."

Legolas se sentó de inmediato.

"Puedo hacerlo solo... ¡¡auu!!" –gritó, cuando le dolió el costado por moverse.

Alguien cercano se rio y el príncipe miró a su alrededor para ver a Éomer en otra tarima a su lado. Éowyn intentaba atar el vendaje alrededor de su cabeza. Legolas arrugó el ceño al ver la enorme sonrisa del hombre.

"¿Qué te hace tanta gracia?"

"Nada, ¡solo que los dos tenemos un ángel guardián vigilándonos!"

Éowyn sacudió la cabeza, sonrió y se inclinó para besar a Éomer en la frente.

"Y este 'ángel guardián' te dice que descanses. ¡Así que pórtate bien y hazme caso!"

Éomer puso los ojos en blanco.

"Lo que tú digas, hermana."

Ella se rio suavemente y luego se giró hacia el príncipe.

"Eso va para ti también, Legolas. Deja que Jaden se encargue de tu herida. Vendré a verlos otra vez cuando me haya encargado del resto de heridos."

Y entonces se fue. Jaden se giró hacia Legolas otra vez.

"¿Entonces por dónde íbamos?" –volvió a inclinarse y ayudó al príncipe a quitarse la túnica. Pero a Legolas no le hacía gracia que lo trataran como a un inválido.

"¡Pero estoy bien! ¡Yo me encargaré!"

"¡Sí, claro! ¡Estás sangrando como un orco!"

"¡Maldita sea, Jaden! ¿Mi padre te envió para que te convirtieras en mi niñera o solo para hacerme sentir miserable?"

Jaden suspiró, exasperado.

"¡Corta el rollo, mi príncipe! ¡O te ataré y amordazaré! ¡Juro que lo haré!"

"¡No te atreverías!"

"¡¿Quieres comprobarlo?! ¡Sé de sobra lo mimado y cabezota que puedes ser, así que no me obligues a tomar medidas desesperadas! ¡¡Y no me importa que seas mi príncipe!!"

Entonces se hizo el silencio mientras Legolas taladraba con la mirada al comandante. Éomer escondía su sonrisa con una mano. Y finalmente, sin decir nada, Legolas se tendió sobre su costado sano, haciendo un puchero.

Sacudiendo la cabeza, Jaden empezó a atender la herida de Legolas, murmurando sobre la cabeza dura de cierto príncipe. A pesar de su rostro inexpresivo y sus duras palabras, las manos de Jaden eran suaves mientras limpiaba la sangre de la herida y ponía un ungüento.

Cuando terminó de vendar la herida, Jaden vio, aliviado, que Legolas se había quedado profundamente dormido. Cubrió al príncipe hasta la barbilla con una manta y le quitó con cuidado la corona plateada, dejándola sobre otra manta doblada a su lado. Acariciándole la cabeza dorada, Jaden susurró:

"Dulces sueños, mi príncipe."

Éomer sonrió.

"Es un niño mimado, ¿verdad?"

Jaden hizo una mueca.

"Y todavía no has visto nada –el comandante se enderezó-. Tú también necesitas descansar, lord Éomer. Y échale un ojo, ¿de acuerdo?"

Alma TorturadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora