Capítulo IV

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Los días iban transcurriendo rápidamente así como la relación entre Roberto y Rafael, deteriorándose cada vez más yendo cada quién por su lado. Por un lado estaba Rafael teniendo sus momentos de vida maravillosa con Martín quién lo había encaminado por la senda del amor perfecto para él y por el otro estaba Roberto quién cada vez que podía se entregaba a Nicolás, un oso de 45 años, dueño del mismo lugar al que el ligre frecuentaba.

—Desde hace dos meses estamos en esta, mmm... —dijo Nicolás teniendo sus manos en las caderas de Roberto.

—Mmm... Siii... Y esto me encanta... Ufff... Nunca me lo habían hecho tan rico, papá oso -—dijo Roberto inclinando su trasero hacia el miembro de aquel oso para autopenetrarse rápidamente.

—Ufff... Eso es... Así, así... Disfruta del pedazo de carne de papá dentro de tu interior... Mmmmhhhhh... —dijo aquel oso muy excitado.

Así transcurrió esa noche de viernes en la que aquel oso mantenía relaciones sexuales con Roberto, penetrándolo brutalmente y de una manera sucia como a él tanto le gustaba hasta alcanzar el clímax del placer, mientras que Rafael disfrutaba de la compañía de Martín yendo a todo tipo de eventos, gozando ya de un mejor estado anímico.

—¡Wow! ¡Martín! Esto es maravilloso —exclamaba sonriente el tigre, plantando un delicado beso en los labios del puma. 

—Claro que sí, jeje. Espero hayas disfrutado de la película romántica a la que te traje, aunque es tarde ya. Debo llevarte a casa —dijo Martín viendo la hora en su plateado reloj.

—Sí, amor. De seguro que Roberto debe estarme esperando. Si no fuera porque aún no he tenido el valor de terminar con nuestra relación, hace mucho tiempo yo lo hubiese dejado —dijo el tigre tomando la mano de Martín.

—Lo sé, mi amor. Yo no busco apresurarte pero espero que sea pronto ya que desde que te conocí en aquel restaurante sólo he querido verte y hacerte feliz tal y como ahora. Es para mí una gran hermosura ver tu sonrisa cuando te miro —dijo el puma acariciando las mejillas de aquel tigre. 

—¿Sabes algo? Ya no quiero esperar más. Terminaré con él para luego ir contigo y ser feliz. Quiero disfrutar de la plenitud del amor contigo, mi amado Martín —dijo Rafael abrazándolo para sellar lo dicho con un apasionado beso y luego subir al auto con el puma. 

—Mmm... Eso fue inesperado pero muy lindo de tu parte, mi vida. Espero que tengas suerte con eso y que podamos ser felices al fin —dijo el puma encendiendo el auto y llevando al tigre hasta su casa.

La noche había sido maravillosa para Rafael y su amante, mientras que Roberto también la había pasado bien al haber tenido placer y diversión con Nicolás.

—Es hora de llevarte a casa, Roberto. Mmm... Estás algo ebrio y necesitas descansar —dijo el oso sonriente pero sin notarse mucho la expresión debido a su espesa barba.

—Oh, sí papito. Sí que lo fue. Tú si sabes complacerme como macho y no como el estúpido de mi novio —dijo dándole un beso ensalivado a Nicolás, succionado su lengua.

—Mmm... Eres un cabrón y por eso me encantas. Teniendo pareja, te revuelcas conmigo —dijo el oso para luego de un rato conducir al ligre hasta su casa tras notarlo borracho.

Al llegar, Nicolás dejó a Roberto en su casa. Él, abrió la puerta y tras observar como Rafael estaba besándose con otro y manteniendo relaciones sexuales en el sofá, se llenó de ira. Quiso gritar de la rabia que eso le produjo pero se contuvo y por su mente pasaban todo tipo de pensamientos extraños y macabros tal ver aquella escena, apoderándose un sentimiento raro de él como si el diablo lo hubiese poseído, así que aunque tomado y con mucho sigilo, pasó la noche fuera de casa seguramente pensando en alguna coartada.

La infidelidad [Furry/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora