Todos para ti

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La misma noche de brujas, aquella donde los faros de luz iluminaban adjuntos de ciertos adornos en los jardines de los hogares, con telarañas artificiales, espantapájaros, maniquíes en modo asfixia por ahorcadura colgado desde las ramas de altos árboles. Era una noche llena de travesuras, diversión y caramelos para cualquiera.

Repleto de jóvenes y niños disfrazados yendo en casa a casa pidiendo golosinas mientras los elogiaban por su atuendo o fingiendo temor por el mismo, siempre había una nueva reacción en cada hogar.

Los corpulentos pasos apresurados que salían del jardín de una casa quejando entre dientes mientras observaba la cubetita en forma de calabaza adornada que llevaba en mano solo despostaba una decepción por la ofrenda dada, que era un vil caramelo de café amargo.

El sonido de los grilletes en mano colgando junto con una larga cadena que iba desde su cuello casi siendo arrastrada peligrosamente por el suelo, que desde ese extremo estaba enlazado a una pequeña manita que le servía de guía además de no perderse.

Difícilmente le podía seguir el paso luego del mal humor que había obtenido el rubio por lo último, así que el menor solo pataleaba con torpeza queriendo alcanzar su marcha.

—Kacchan, ¡espérame! —Imploró acelerando el paso —tus piernas son más largas que las mías.

Katsuki detuvo su andar repentinamente propiciando que por reflejo el pequeño detuviera para evitar chocar con su espalda cubierta en un saco verdoso y una curiosa cola que hacia juego con aquel par de orejas puntiagudas refiriendo a un hombre lobo.

—¿Hah? Yo diría que eres un enano que más bien camina lento —respondió con enfado observando por el rabillo del ojo al pequeño a su espalda —andando Deku, cambiemos de calle, que los idiotas de aquí son bastante incompetente siquiera para dar dulces —dijo para una vez más continuar caminando.

El pequeño asintió aferrando la cadena entre ambas manos mientras le seguía una vez que Katsuki había estabilizado sus pasos para estar a su nivel.

Era una escena bastante curiosa, ya que en todos los rincones se veían a niños acompañados de sus padres o en monto con sus amigos pidiendo dulces grupalmente; era muy inusual ver a un chico de diecisiete años vestido así con un collar rojo al cuello guiando a un pequeño de cinco años disfrazado de un fantasmita blanco sin aflojar el agarre de la cadena en manos por órdenes estrictas de Bakugo.

Era un cuadro de un hermano mayor siendo obligado a cuidar del menor en la noche de brujas pidiendo calaverita, eso se podía asumir por la cara plasmada en muecas con gruñidos que hacia irónicamente juego con su disfraz del rubio.

Una vez que llegaron a la siguiente calle comenzaron por la primera casa de la esquina, atravesando el jardín hasta la puerta, a pesar de las muchas veces que Bakugo le había referido que todos los accesorios que adornaban la calle eran falsos el pequeño se encogía de hombros atemorizado de ver una horrorosa máscara de payaso mirándole fijamente desde el buzón con una risa maquiavélica programada por el sensor de movimiento a quien entraba.

Izuku dio un pequeño grito llevando sus manos a la cabeza entrando en pánico.

—¡No sueltes la cadena! —Exclamó a regañadientes acercándose al niño —maldición Deku, es solo un puto payaso de baterías.

Reclamaba disgusto por verle acobardarse, el rubio se puso de cuclillas sujetando la mano de Izuku donde portaba la correa.

—Lo siento Kacchan, cada vez que hacemos esto las cosas se ven más aterradoras —reprochó tímidamente mirando de un lado a otro.

Todos para ti [BkDk]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon