XV

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A un chico muy atractivo vio

y su cara mucho le sonó;

juraba que ya lo había visto antes

pero no recordaba en qué instante.


Un impulso muy fuerte sentía,

se trataba de hablarle enseguida,

no supo de dónde sacó tanta valentía

que en cuestión de segundos ya le sonreía.


A un bar, a una cafetería,

a muchos lugares juntos iban.

Todos volteaban la vista cuando los veían

porque, ¿cómo dos hombres tanto se querían?


De igual manera, a ninguno de los dos le importaba

pues mucho ellos se amaban,

lo único malo es que muy seguido no se veían

por el hecho de que lejos vivían.


Pero el tiempo fue pasando,

tanto que él de su cara se había olvidado

a pesar de que le sonaba de algún lugar

y no podía recordar cuál.


Cada día más ganas de verlo tenía,

tantas que había veces que ni comía;

¡lo amaba mucho y quería verlo!,

mas nunca podía hacerlo.


Le extrañaba que a sus llamadas no contestara,

y que sus mensajes no mirara.

Debía hacer algo, necesitaba visitarlo

no le iba a permitir que lo siguiera ignorando.


Un autobús tomó

para reencontrarse con su amor.

Por las calles caminó, buscando el edificio;

lo encontró enseguida, ¡eso sí era imprevisto!


El tercer timbre tocó,

siguiendo las instrucciones que hace mucho le entregó;

sin embargo, nadie parecía atender

tal vez era porque ya muy tarde debía ser.


Siguió insistiendo mucho rato

hasta que un vecino apareció enojado,

le abrió la puerta así sin más

no parecía estar interesado en hablar.


Segundo piso, pasillo de la izquierda

no podía recordar cuál puerta era,

decidió probar con la tercera

y resultó que estaba entreabierta.


No había ninguna luz encendida,

parecía que la casa estaba vacía,

pues ni siquiera pudo distinguir muebles

únicamente unas bolsas malolientes.


Las abrió y primero no supo de qué se trataban

hasta que una cosa tanteó de forma humana

luego encontró otra con forma de hueso,

¡por dios, era un cuerpo muerto!


Un ruido detrás de él logró escuchar

no pudo evitar girarse para atrás,

se asombró al ver que era aquél muchacho

sosteniendo un gran cuchillo con una de sus manos.

Rimas para después de matarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora