XII

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En la casa del Señor,

específicamente en el sótano, hay un olor

a niños muertos y descuartizados

que no pudieron ser salvados.


Son cientos

y todos están muertos

excepto uno, que se mantiene con vida

pero una desgracia se le avecina


El Señor abrió la puerta,

¡es hora de pasarla bien!

Agarra al niño y lo tira en el suelo

ustedes ya se imaginan todo lo que le ha hecho.


Luego del recreo, lo deja de nuevo

sin bebida y sin alimento.

El pobre niño no para de temblar,

tiene frío y muy avergonzado está.


Los harapos que suponen ser su ropa

esparcidos entre la suciedad se encuentran;

sin embargo, no se los pondrá

porque sabe que el Señor volverá.


Y así es, pero esta vez trae algo especial

parece ser algo para atornillar,

no sabe muy bien de qué se trata

pero sí que algo malo le aguarda.


El hedor a muerto es insoportable

aunque al Señor no parece importarle.

Lo tira al suelo con brusquedad

y, entre otras cosas, intenta pegarle sin piedad.


El destornillador en el brazo del niño se clava,

así que un fuerte alarido él exclama.

El Señor no hace otra cosa que reír

y con su entretenimiento seguir.


El pobre niño no aguanta más

y el destornillador de su brazo intentará arrancar.

Lo logra y sin muchas fuerzas

en el cuello del Señor lo clava sin creencia.


Una muy mala idea fue,

pues el Señor muerto cayó encima de él

y era tan corpulento, tan fuerte,

que era imposible librarse hasta de su mente..


Lo intentó y lo intentó

pero nunca lo consiguió.

Estaba condenado, moriría así

y nunca más podría salir.

Rimas para después de matarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora