Durante las siguientes semanas aquella pregunta me produjo tantas dudas e ideas que no encontraba la forma de quitarlas de mi cabeza. ¿A qué sabe un cerebro? ¿Te volvería más inteligente comer cerebros de otras personas? ¿Sería capaz de comer el cerebro de otra persona?. Se que suena tonto, ya que mucha gente comen carne animal, desde sus interiores hasta la cabeza, sin contar las famosas: Patas de pollo, cabeza de cerdo o los "nutrientes" ojos de atún, sin embargo porque esta prohibido comer carne humana?. Dejando de lado lo condenable del punto de vista criminal. ¿Se podría comer los órganos de la gente? ¿Los caníbales sabrán a qué sabe un cerebro humano? ¿Alguien de verdad ha comido cerebro humano en estos tiempos modernos?. Simplemente me fascinaba aquellas ideas, sentía que algún día debía hacerlo.

   Un 22 de julio, ya finalizando el semestre la profesora anuncia el destino paseo de fin de semestre, en esta oportunidad escogieron las termas del Cajon del Maipo, una semana completa en el un nuevo hotel construido especialmente por una de las mineras más grandes y destructivas de este país. Que manera de corromper la naturaleza, los humanos somos una plaga sin remedio, nunca los entenderé. Aunque odiaba un poco mi curso, Ana me animo a ir, sabe que no me gustaba mucho compartir en este tipo de cosas, pero ya quedaba poco salir de la escuela y ella quería que yo pudiera tener algún otro que buen recuerdo, aunque fuera a mi manera.

   Aquel día llegué muy temprano a casa, mis padres, se encontraban tomando café en la sala estar, siempre se les podía ver en los mismos lugares, no importaba el día, mes o año, al llegar a casa mi padre estaba frente al escritorio escribiendo en su computador y mi madre en el sofá junto a una montaña libros y papeles de diversos temas, puedo afirmar con seguridad que aún no se en que trabajan, solo se refieren a sus trabajos como "el trabajo" o "la oficina", creo que mantener secretos se lleva en la sangre. Luego de saludarlos y dejar mis cosas en mi pieza, les entregue el documento de autorización de viaje para que lo firmaran y me fui a estudiar, debía hacerlo, no era una estudiante genio, tenía que esforzarme, más si quería entrar a la facultad de medicina y poder rodearme de aquellos anhelados cadáveres para estudiarlos, diseccionarlos y experimentar con sus partes. Mi sueño requería lograr un alto puntaje en matemáticas, la verdad, apenas podía sumar uno más uno, no había nada que hacer, solo estudiar hasta fundir mi cerebro.

   La fecha del viaje llego muy rapido. Ya era 12 de agosto. Aquella mañana desperté muy temprano, una extraña sensación recorrió mi cuerpo a la cual no quise darle mucha importancia, era como una especie miedo. No tome desayuno, mi mente estaba en otra parte, solo que no sabía donde. Cuando estaba llegando sucedió otra cosa: el beso de mi madre antes de dejarme frente al colegio me hizo preocuparme mucho, sentí de nuevo aquella incómoda sensación de la mañana. La verdad fue una experiencia muy extraña. Al bajarme del auto me di cuenta de que no solo nosotras estábamos a punto de partir, los chicos de la escuela hermana de la nuestra, el "Saint College", ya estaban listos para viajar. Camine rápido hacia donde estaban todos despidiéndome desde lejos de mi madre. La profesora espero a mis últimas compañeras para comenzar a indicarnos nuestros asientos para el viaje. Para mala suerte mía me tocó sentarme delante de Victoria y sus amigas. Ya sabía lo que se venía.

   No pasaron ni cuarenta minutos cuando el show comenzó. Victoria apuntó hacia mí al mismo tiempo que yo fingía no haberme dado cuenta para comenzar a hablar como si no estuviera ahí, en voz alta y para que todas escucharan.

   –Este si es un hecho extraño, la rarita del colegio acompañándonos a un viaje social, ojalá no se nos pegue algo, el mal sentido de la moda quizás -. Su risa me irrito un poco, pero decidí no darle mucha importancia, ya estaba acostumbrada. La vista simplemente mejoró a tal punto que olvide los insultos y toda esa negatividad de Victoria sobre mí. Pasado unos minutos se puso a bailar con sus "mascotitas" al lado de mi asiento, a pesar de las advertencias del chofer y la profesora de que se sentaran y usaran el cinturón de seguridad. Sin prestarle atención a nada Victoria solo estaba enfocada en humillarme durante el resto del viaje, pero no lo pudo conseguir por lo que sucedió en aquel momento.

   A no más de 15 minutos de llegar, ya que el enorme hotel se veía a lo lejos en la cima de la montaña, el tiempo se detuvo. Escuche un ruido tremendo, mi corazón se paralizó y todo a mi alrededor como una película de acción se movió en cámara lenta y empezó a flotar. Aquella escena frente a mis ojos solo fue interrumpida por el espantoso grito de Victoria, lo que me trajo de vuelta a una horrorosa realidad. El chofer había perdido el control y chocado con el bus de los chicos que iban delante de nosotros por culpa del camino congelado. Ambos buses cayeron sin control hacia hacia un barranco, lo único que pude hacer fue cerrar mis ojos. Sentí la muerte frente a mí, este era mi fin. Solo podía pensar en mi padre y aquel beso de mi madre.

   El impacto no tardó en llegar. Fue violento y espantoso. El bus chocó y rodó hacia abajo sin misericordia, hasta detenerse al lado de un rió. El otro cayó encima del nuestro aplastando la cabina del chofer y a mi profesora. Mis pulmones llenos de sangre me hicieron toser obligándome a abrir los ojos. Ahí asumí que una pesadilla tenía lugar frente a mí, esto no podía ser real. Distinguir a alguien en aquella oscuridad, humedad era imposible, y el olor a combustible nublaba los pocos sentidos que aún controlaba.

   En mi esfuerzo por volver en sí pude ver el panorama completo: muchas gente muerta, pocas vivas, y me alegro ser una de ellas. Mi cinturón de seguridad evitó que rebotara por el bus, desmembrando mi cuerpo. Aquellos brazos, piernas y cabezas sin contar la enorme cantidad de sangre confirmaron mi pensamiento aunque inmediatamente me dejaron en shock, no podía moverme, tenía una pierna atorada y no sentía los brazos totalmente dislocados, la adrenalina evitaba que me dolieran, aunque vomite violentamente. No aguantaba más, el llanto y pánico se apoderó de mí y sentí de pronto un dolor tan intenso que perdía el conocimiento a ratos. Sin poder moverme, solo quería morir. Morir y descansar, que el dolor desapareciera, que aquella escena desapareciera.

   Cuando abrí los ojos otra vez, sentía a mucha gente llorar. Algunas voces a lo lejos gritaban pero no lograba distinguir nada. De pronto, entre tanto esfuerzo por lograr ver algo, me di cuenta que a mi lado se encontraba la cabeza destrozada de Victoria. Juro que reír no era mi intención, pero en mi lecho muerte ya nada me importaba, así que solté una carcajada sin vergüenza cuando una idea pasó por mi mente. Aquella frase que soltó Ana durante el almuerzo hace varias semanas vino a mi mente con una intensidad violenta. ¿Si esta era mi muerte porque no probar un cerebro antes del final? ¿Que me lo impedía?, nadie podía impedirlo.

   Sin dudarlo ni un segundo más me arrastré todo lo que pude hasta aquel cadáver. Empecé a devorar sin pudor o asco lo que quedaba del cerebro de mi peor enemiga, ahora muerta. Mientras realizaba aquel macabro acto entraba en un estado de euforia. Mi cuerpo se excitaba bocado tras bocado, una ansiedad se apoderó de mi de forma intensa y no podía parar de comer. La cuota de dolor por mis heridas solo complemento lo que comenzaba a sentir. La última porción desencadenó un orgasmo como nunca antes había sentido, mi mente se fue a blanco y caí inconsciente.

   Escuchaba muchas voces cerca, la muerte pensé mientras perdía control de mis sentidos, pero me equivoque. Mi vida cambió ese día, todo cambió, para siempre.

Pecados del HambreWhere stories live. Discover now