1 - El accidente

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Hola, mi nombre es Amy, escribo esto en forma de testamento, sí, el momento de mi muerte, de mi fin como una simple humana esta llegando, la bestia tiene cada vez más control sobre mi y las voces no me dejan tranquila, las malditas voces

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Hola, mi nombre es Amy, escribo esto en forma de testamento, sí, el momento de mi muerte, de mi fin como una simple humana esta llegando, la bestia tiene cada vez más control sobre mi y las voces no me dejan tranquila, las malditas voces...si supieran.

   Estudio en una escuela privada en la comuna de las Condes, la famosa escuela de señoritas "Ellian College", el lugar donde se dice que estudian las futuras mujeres del país. Para ser honesta encuentro bien ridículo el nombre, si alguien lee esto alguna vez me encontrara la razón (siempre la tengo). Debo admitir que no soy buena en clases, excepto en biología e historia. Probablemente se deba a que paso las mayor parte de mis horas libres sentada en la biblioteca, sentada en mi lugar preferido, al lado de la ventana del tercer piso que da al patio principal donde como es costumbre la patética de Victoria y sus amigas (sus huecas mascotitas mejor dicho), se reúnen junto a una decena de otras chicas que buscaban ser incluidas en el grupo top para fiestas y salidas. Todo el mundo sabe que Victoria a pesar de ser la mejor alumna de la escuela se aprovecha de su situación de diva para manipular a quien pueda, a mi eso me daba igual, prefería sumergirme entre los cientos de libros que podría leer o que podía solicitar que se compraran (una de las tantas ventajas de ser amiga de la bibliotecaria).

   Como un resumen en mis gustos se encuentra todo lo relacionado con el cuerpo humano, desde los vivos hasta los muertos, también soy fanática de leer sobre variados tipos de casos criminales. Si, suena un poco extravagante para una chica de diecisiete años pero estoy bastante a gusto con esto, siendo sincera no me interesa mucho que piensen de mí, sin esta actitud mi vida escolar sería peor de la que ha sido. Esto último era la causa de porque era llamada la "rarita" del colegio, la chica que no iba a fiestas y siempre vestía de negro.

   Durante el primer semestre, cada vez que iba a la biblioteca me sentía atraída por leer sobre el vampirismo, la cultura de los bebedores de sangre y toda la poesía mística que rodeaba aquellos temas. Recuerdo que todo empezó con aquella bella e inigualable película, Drácula de Bram Stoker, que vi durante el verano. Protagonizada por mi actor favorito, Gary Oldman, me fascinó durante todas las vacaciones, siento un escalofrío cada vez que me imagino a mí en el papel de su amada Mina Harker, una fantasía más a mi colección de rarezas.

   Un día como era costumbre a la hora de almuerzo, Ana, mi compañera de clases y única amiga dentro de esta maldita escuela, mi cárcel, se acercó a donde me encontraba sentada, el rincón más alejado del casino, aislada de todos y luego de leer un resumen que había hecho sobre los vampiros me hizo una pregunta que lo cambiaría todo y que jamás podré olvidar.

   - Si ellos bebían sangre para acumular y alargas su vida ¿Por qué no se comían los cerebros de otras personas para ser más inteligentes?, si yo pudiera me comería el cerebro de Victoria, aunque mejor no ya que se me contagiara lo idiota -. No pudo evitar añadir su habitual risa sarcástica cuando se refería a mis temas "extraños", pero se sorprendió al notar que se me escapaba una risa por su referencia.

Pecados del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora