Capítulo 1: Momentos Difíciles

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El conde estaba al borde de la muerte, a sólo momentos de ser velado. Nadie habría podido negar que la mayor parte de su larga vida hubiera sido plena. Albus Dumbledore de Snape contaba ya con 98 años y una cuantiosa lista de logros, entre los que se incluían: sus amados hijos, Benjamín de 60, Christopher de 40, Lysander de 20 y los gemelos Bellatrix y Severus de 12.

Los mayores, ya casados y con hijos, habían combatido las epidemias del país con importantísimos descubrimientos científicos. El tercero de ellos, se destacaba en la política como el más joven en el consejo de su majestad, la reina Victoria, así como uno de los principales artífices de la industrialización. En cuanto a los más jóvenes, se veían a distancia sus proezas en el ámbito de los negocios y la medicina. Albus se sentía muy orgulloso de ambos y, ciertamente, lamentaba tener que dejarlos tan pronto, sobretodo porque sólo lo tenían a él. Su esposo, el conde Tiberius Snape-Prince, hijo de Lady Eileen y Lord Tobías, falleció tras una revuelta del pueblo cuando los gemelos tenían 3 años de edad. Albus echaba de menos a su pareja, pero lamentaba más que sus amados retoños no tendrían su apoyo cuando lo necesitaran.

Albus era un hombre cariñoso, firme, un tanto manipulador y sabio. Había hecho importantes avances económicos, políticos y médicos al servicio de la realeza y el pueblo, lo cual fue el enlace para crear la unión de su linaje con el de su esposo. Además, claro está, ganó un buen nombre y una vasta fortuna. Parecía una injusticia que, justo cuando sus hijos lo necesitaban más, se fuera a morir por una simple pulmonía. O eso creía él, como todos le recordaban. Lamentablemente, el amable anciano le restaba importancia a sus dolencias para no hacer sufrir a sus pequeños. Pero no podía hacer mucho en realidad, se notaba a leguas el deterioro por la avanzada edad y los cada vez más destrozados pulmones, unos que habían aguantado no sólo los crueles climas invernales del país, sino también soportaron tabacos y licores, de toda calidad, desde una edad temprana.

Severus miró por última vez el rostro de su hermana anegado en lágrimas, para luego posarse sobre el lecho de su agonizante padre. La recepción, a petición del moribundo, se llevaba a cabo en su propio cuarto, por eso, sólo estaba la familia, unos pocos amigos y el cura para la extrema unción. Una habitación bastante más grande que lo habitual y bellamente decorada, ahora con tonos oscuros, y muebles de la más fina calidad. A Severus le gustaba ese cuarto y, junto hermana Bellatrix, solía colarse allí para dormir cuando nadie estaba para vigilarlos. Era el cuarto que, en épocas pasadas, Tiberius y Albus compartieron antes de ser padres.

—Papá... ¿me escuchas? —susurró el joven de ojos negros.

—C-Claro, mi niño. ¿En qué puedo ayudarte? —pronunció con dificultad el hombre de los penetrantes ojos azules.

—¿Te sirvieron los calmantes?

—Por supuesto, son muy buenos. ¿Dime, Sev, tus sobrinos ya salieron?

—Sí, Lady Lucinda los llevó a mi cuarto para que durmieran y descansaran.

—Pobres niños, tener que ver a su abuelo en este estado... Cuan afortunado es Christopher por tener a tan maravillosa mujer.

—Ciertamente...

Severus lamentó que sus sobrinos, de 13, 10 y 7 años, pasarán por esto. Y también se lamentó por su hermana y por él.

Un nuevo silencio se extendió por el cuarto, mientras que la esposa de Benjamín, Alma, era consolada por su hijo menor, Malcolm de 27 años. Sus hermanos Cyrus de 43 y Joseph de 39, trataban de contener a su padre quien no parecía sostenerse por sí mismo debido al dolor y la conmoción. Por otro lado, Lysander y su pareja, la encantadora y alegre señorita Lorelay Richardson, sollozaban uno en brazos de la otra.

El conde de Yorkshire -Snarry-Where stories live. Discover now