— Te he echado de menos — dice mientras acaricia la parte externa de mis muslos.

No respondo y me dejo llevar por sus caricias. Yo también lo he echado de menos, me he obligado a mi misma a darle un escarmiento estos días para que aprenda que me duelen sus palabras y sus acciones sin justificación.

Tres días en los que las ansias por llamarlo y pedirle perdón por ignorarlo me mataban. Tres días en los que mi imaginación me torturaba al pensar que podía estar con otra... tres días en los que sentía que el pecho se me oprimía al no tenerlo al lado.

Que malo es sentir dependencia hacia alguien.

Sin darle mas vueltas a mis cavilaciones, me dispongo a pasar mis manos por debajo de su camiseta mientras disfruto el masaje de sus labios sobre mi clavícula.

No lo hagas, Katy.

Gimo cuando deja besos húmedos por debajo del lóbulo de mi oreja derecha, su cadera se mueve sutilmente apegándose mas a mí y arqueo la espalda para darle mas accesibilidad a donde quiera que él quiera tocar. En un rápido movimiento me encuentro sin camiseta y en otro despiste, noto que Shawn tampoco la lleva. Deja un camino de besos desde mi barbilla hasta mi hombro y yo disfruto inspeccionando con mis dedos cada músculo de su tronco superior.

Detente.

Hago caso omiso a la voz en mi consciencia y sigo trabajando en acariciar la espalda y los hombros de Shawn. Éste, ciñe sus manos a mi cintura y nos hace rodar sobre los cojines del sofá. Ahora soy yo la que se encuentra a horcajadas sobre él y soy yo, la que toma el trabajo de friccionar mis labios con su anatomía.

Katherine Elisabeth Connor.

¡ Vete al infierno, Suryan!

Que buen chiste.

Abro desmesuradamente los ojos al percatarme que acabo de pensar en voz alta. Por suerte, Shawn está tan sumido en su mundo que no se ha dado cuenta, por lo tanto, decido seguir ignorando aquella voz intrusa y continuar con lo que estaba haciendo.

 No te gustará verme enfadado.

Déjame en paz, jodido pollo con alas.

Tú lo has querido.

Una de las ventanas que dan vista hacia el exterior, se rompe con un gran estruendo haciendo saltar pequeños cristales por toda la estancia. 

Tapo el rostro de Shawn con mi propio cuerpo y oculto el mio entre mis brazos. Algo me agarra con hostilidad del antebrazo y me levanta por los aires separándome del cuerpo de mi novio.

Mis ojos topan con unos muy distintos a los que estaba acostumbrada a ver estos días. El iris de Suryan ha cambiado a un dorado tan intenso y brillante que ponía los pelos de punta. Era un color totalmente inhumano.

Su ceño estátan fruncido que se une su entrecejo, su mandíbula parece querer romperse de lo apretada que está, una de sus manos se cierra en mi brazo mientras que la otra lo hace en mi barbilla causándome un leve dolor en esa zona.

Miro de reojo a Shawn que parece estar petrificado literalmente, pues ni siquiera su pecho se agita garantizando que respira.

Cierro los ojos cuando el tatuado abre la boca porque siento que va a chillarme pero los abro cuando en la espera, solo oigo silencio.

Estoy en mi habitación.

Siento como mi espalda choca con la pared y un jadeo se escapa de mis labios por ello. Las manos de Suryan se encuentran a cada lado de mi cabeza y su rostro a centímetros del mio. 

¿Qué manía tienen los hombrescon acorralarnos contra la pared?

— No vuelvas a hacer eso.

—Es mi novio— replico apenas sin respiración a causa de su cercanía.

Gruñe y supuño se estampa en la pared al costado de mi cráneo.

— Y yo soy tu jodido ángel y harás lo que yo diga.— ataja entre dientescon la mandíbula apretada aún.

Mi pecho sube y baja con rapidez porla concentración de nervios en la boca de mi estómago, tengo un nudo en la garganta y mis ojos pican con la necesidad de soltar alguna lágrima.

Sé que me arrepentiré pero ahora mismo es una de las pocas veces en la que mi valentía sale a la luz.

—No te quiero como mi ángel— escupo con aversión.—, no tienes ningún derecho a prohibirme nada.

Sonríe con altanería y coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Eras,eres y serás siempre mía, Katherine. Tengo todo el derecho de hacer contigo lo que quiera— trago saliva cuando sus dedos pasan de mi oreja a mi cuello y de ahí a mi barbilla, obligándome a mirarle a los ojos—, igual que tú lo tienes conmigo.

Cuando fijo mi mirada en la suya,distingo nostálgia en aquellos ojos que vuelven a ser de color celeste, parece debatir algo en su interior porque cierra los ojos con fuerza y cuando me mira me parece verlos cristalizados. Elimina los centímetros que nos separan y sus labios, suaves como porcelana, hacen contacto con la comisura de los míos.

Suelto de golpe el aire que estaba reteniendo cuando desaparece y me libera de su encarcelamiento.

¿Qué ha sido eso?

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Suryan ©  || [Sin Editar] Where stories live. Discover now