Amor y deseo

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Allí estaban otra vez, ella con esa sonrisa tímida en su rostro, rodeada por esa aura que gritaba “te amo”y él, simplemente no la notaba, pues no podía despegar los ojos de aquella mujer que estaba en compañía de otro hombre a cuatro mesas de distancia.

—No entiendo cómo puede ser tan ciego, no necesitas poder celestial para verlo —murmuró tensando su arco y apuntando directo a la espalda de aquel humano.

La flecha dio en el blando y desde su ventana pudo ver cómo aquel hombre se acercaba a esa mujer, que lo veía con admiración, y la besaba.

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de la muchacha mientras movía la mano con la que sostenía el arco, para que esté volviera a unirse a su piel, como un diseño tribal que enredaba su brazo izquierdo, las alas de su espalda comenzaron a desaparecer dejando solo un tatuaje en forma de alas casi a la altura de los omoplatos.

Acomodo su cabello y su vestido, volvió a echar un vistazo por la ventana para ver cómo la nueva pareja se alejaba entre risas tomados de la mano y sin más salió de aquel edificio, sin ser notada por sus habitantes. Al salir por la puerta principal sintió el viento rozando su piel y jugando con su largo y ondulado cabello de color negro violáceo. Sintió varias miradas sobre ella y sin darles importancia continuó su camino, sabía que su figura humana atraía a hombres y mujeres, ya los había probado en varias ocasiones, pero sabía que ninguno de ellos podía ser para ella pues los ángeles del amor estaban en la tierra para hacer que las personas se amaran no para ser amados.

Sintió la flecha que comenzaba a arder en su brazo derecho y al cerrar los ojos pudo ver la imagen del destinatario. Su trabajo nunca acababa y volviendo a abrir los ojos apresuró su paso, ahora con el tatuaje de una flecha sobre su brazo derecho.

….

Llevaba un vestido azul ajustado a las curvas de su cuerpo, su cabello suelto cubría su espalda y la sonrisa de su rostro se contagiaba en todo el que la veía. Camino entre la multitud sin problema alguno pues todos se corrían para facilitarle el paso, ya fueran personas, ángeles o demonios. Ese bar era una especie de refugio para los de su tipo, generalmente solo iba allí por trabajo y en cuanto terminaba se retiraba, pero esta vez iba por algo de diversión, se juntaria con algunos de sus amigos y trataría de olvidar su trabajo por esa noche.

Se detuvo en una pequeña mesa donde estaban sus amigos, Chiharu junto a su compañero Yamazaki, Naoko y Sakura. Luego de saludar a todos se ubicó junto a la castaña de ojos verdes y comenzaron a hablar de cualquier cosa que no fueran sus asuntos celestiales, todos eran ángeles aunque tenían tareas diferentes.

—Tomoyo ¿Te enteraste lo de Rika? —preguntó una curiosidad Naoko.

—¿Que le sucede a Rika? —indagó algo curiosa la cupido del grupo.

—Quiere dejar de ser un ángel, dice que se enamoró de un humano —respondió Sakura

—Yo no fui —comentó la de ojos amatistas con una sonrisa, que como siempre ocultó muy bien su tristeza. Rika era un ángel que traía almas a la tierra y hasta donde sabía era muy alegre y estaba realmente feliz con su trabajo, pero sí había notada en ella esa aura que solo los ángeles del amor ven y recordó todas las veces que Rika le hacía una pregunta tras otra sobre el amor y los humanos.

Su mente se perdió por un momento  y el sonido de aquel piano la trajo nuevamente a la realidad, ignoró a sus amigos que seguían hablando del tema y centró sus ojos en aquel muchacho que tocaba el piano. Su cabello era de un negro azulado que le recordó el cielo nocturno, sus ojos de un precioso azul parecieron brillar al verla y esa sonrisa de lado se le hizo de lo más tentadora. Su aura era extraña, era la primera vez que veía algo así, azul y rojo eran los colores predominantes, pero había tantos colores allí que parecía un prisma recibiendo un rayo de sol. Definitivamente no era humano, pero tampoco era un simple demonio como los que había por allí, esos tenían el aura roja y se oscurecía hasta volverse negra. La curiosidad fue más fuerte que ella se levantó y se alejó de sus amigos sin prestar atención de lo que decían.

El Mago y la AmatistaWhere stories live. Discover now