Deseo de Navidad

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―En verdad lo siento mucho Sakura ―volvía a disculparse la muchacha de ojos amatista, sin dejar de dar vueltas en su habitación.

―No te preocupes Tomoyo, aquí todos entendemos...

―Lo sé, pero no puedo dejar de sentirme culpable ―se lamentó antes de centrar su mirada en aquel nevado y ventoso paisaje.

―Deja de hacerlo, no ganas nada con ello, tu no controlas el clima, mejor has lo posible para terminar todo allí, quizás puedas pasar año nuevo con nosotros ―la dulce voz de su amiga hizo que una sonrisa apareciera en su rostro.

―Ok, te aseguro que estaré allí ―acompañó esa frase con una risita, que terminó en un suspiro―... ¿sabes algo de...? ―la pelinegra hizo una pausa y pudo escuchar claramente una risita del otro lado.

―¡¿Eriol?! ―continuó la castaña en un tono juguetón y Tomoyo solo asintió como si su amiga pudiera verla por teléfono―... en verdad no, pero ¡¿no se supone que tu estas más en contacto con él?!

―Pero hace dos días que no me contesta los llamados, sus mensajes son muy escuetos y siempre que alguien me contesta dice que él está muy ocupado ―respondió la amatista sin notar que estaba inflando los cachetes como una niña pequeña.

―Tomoyo, tu madre y tu tienen un trabajo muy parecido al de Eriol, y sabes cómo es eso quizás si está muy ocupado... y sino solo mírate a ti, pasaras navidad sola en Francia por tu trabajo.

―Sí, lo sé...

―Uhh Tomy te dejo acaba de llegar alguien, luego hablamos, Feliz Navidad ―saludó la castaña en un tono alegre y apurado.

―Hasta luego y Feliz Navidad ―casi no alcanzo a terminar la frase y ya estaba escuchando el pitido que le indicaba que su amiga había colgado.

La amatista soltó el celular sin ningún cuidado sobre la mesa y con un suspiro volvió a mirar a su alrededor. Allí estaba en aquella suite elegante y hermosamente decorada para la ocasión. Un enorme árbol se vestía de blanco y azul junto a los enormes ventanales que le daban una maravillosa vista de aquellas colinas nevadas. Debía admitir que aquel sitio era realmente bello y podía comprender porque su madre quería invertir tanto en aquel hotel. Pero en este preciso momento el clima no ayudaba a aquel paisaje.

Había llegado hacía ya una semana. Todo lo que tenía que hacer era recorrer todo el lugar, ver algunos papeles y proyectar todo lo que podía mejorarse. Sonomi quería un buen trabajo, después de todo sería dueña del 60% de aquel lugar. Tomoyo pensó que sería algo rápido, cuestión de cuatro días, cinco como mucho y podría volver a Japón para pasar navidad con sus amigos, pero... el destino y el clima parecían no estar de acuerdo con sus planes. El clima fue horrible los primeros tres días, cosa que le impidió recorrer los exteriores. La mayor parte del papeleo del lugar era un caos, parecía que nadie llevaba un buen control allí, así que revisar aquello le llevo prácticamente dos días y medio. Para el cuarto día el clima había mejorado, por lo que pudo recorrer una de las pistas de esquí, pero a mitad de la tarde comenzó a nevar y en pocas horas estaba ante una de las peores tormentas que había visto. Tomoyo no veía la hora de irse de aquel lugar, luego enviaría a alguien más para que terminara el trabajo, pero esa noche se enteró que todos los vuelos estaban cancelados hasta que el clima mejorara... y de eso ya hacía dos días.

El Mago y la AmatistaWhere stories live. Discover now