¿Qué pasó anoche?

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Él mostraba aquella sonrisa ladina, una de sus principales armas de seducción, la rubia le devolvió la sonrisa y se acercó más, pegando su cuerpo al de él... Sentí algo ardiente bajar por mi garganta y en unos pocos segundos estaba sumergida en un cristalino líquido, hundiéndome lentamente. Note que me sujetaban por la cintura y pronto me vi acorralada entre la pared y aquel cuerpo que emanaba un insoportable calor. La dura pared se volvió mullida y vi los ojos de aquel dragón azul destellar ante mí, llamándome, rogando que me una a él. Mis labios se encontraron con otros y en ese instante me perdí en un frenético beso...

Aquellos ojos color amatista se abrieron perezosos y tardaron un momento en acostumbrarse a la poca luz del lugar. Recorrió con la mirada el lugar y... algo estaba mal, esta no era su habitación. Bajó de aquella cama que evidentemente es más grande que la suya. Notó su desnudez y no dudó en tomar una de las sabanas para cubrirse, aquella tela era muy suave de seguro seda de la mejor calidad. Caminó hasta la ventana y corrió aquella pesada cortina que apenas dejaba entrar la luz.

—¿Dónde estoy?... ¿Cómo llegue aquí? —se preguntó en un susurro, al ver ante ella una perfecta vista de la ciudad. Giró y volvió a revisar aquella habitación con la mirada. Era muy espaciosa y se notaba que los muebles eran finos. Buscó su ropa, pero no encontró ni una sola prenda que fuera suya, aunque si encontró una botella de tequila vacía junto a la mesa de noche.

—¿Qué rayos hice anoche? —murmuró empezando a caminar de un lado a otro—, bien empieza enumerando lo que sabes —se dijo a sí misma para tranquilizarse—. Salí de casa rumbo a la fiesta de Nakuru, que era en... en... mierda...

El sonido hizo que mirara hacia la mesita de noche y allí encontró su celular, vibrando, con aquella ridícula funda en forma de gato que Nakuru le había obligado a ponerle "¿Por qué le hago caso? Ni yo lo sé." Era una llamada de Nakuru, no lo dudó ni un momento y atendió, quizás ella podía aclararle que pasó.

—Tomy ¿DÓNDE RAYOS ESTAS? —vociferó la muchacha sin darle tiempo a decir nada—... me canse de mandarte mensajes y llamarte desde anoche. Te deje sola cinco minutos y desapareciste...

—NA... Na tranquila, deja de hablar tan rápido que se me parte la cabeza.

—Ahh por todos los cielos Tomoyo Daidouji, ¿qué hiciste, dónde estás?

—No tengo ni puta idea... tengo una inmensa laguna en la cabeza, ni siquiera recuerdo donde fue tu fiesta o como llegue ahí...

—Tomoyo, ¿Dónde te metiste? —murmuró antes de soltar un suspiro—... Llegaste con Daichi, es más creí que él no iba a venir por la pelea que tuvieron ayer por la mañana y he de decir que no te veías del todo bien, se notaba demasiado que estabas molesta y no querías hablar de ello, Daichi solo se alejó y se mantuvo a distancia, cuando llego Matías tu insististe en que fue a bailar con él, cuando volvimos ya no estabas en la mesa, te buscamos pero el maldito lugar era tan grande y había tanta gente que fue imposible encontrarte y simplemente no me respondías el celular.

—Mierda, no tengo idea que pasó... acabo de despertar desnuda en una cama enorme, con una botella de tequila vacía a un lado, en una habitación de un piso 15 o más alto...

—Carajo Tomoyo ¿qué hiciste?

—Ya te dije que no sé... mi ropa no está y tengo miedo de salir, no sé con qué o más bien quien, me voy a encontrar.

—Bueno, no puedes quedarte ahí toda la vida, busca algo que ponerte y sal a enfrentar lo que sea que hayas hecho. Suerte —concluyó Nakuru en un tono firme e inmediatamente se escuchó el sonido que indicaba que la llamada había terminado.

El Mago y la AmatistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora