1-Una invitación a cenar.

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Todo teñido de rojo.
Era lo único que un joven rubio podía observar, mientras llorando pedía que solo no quería estar.

Abrazando un cuerpo que poco a poco perdía calor y color, solo pudo gritar de forma desgarradora en el silencio que dominaba aquella habitación...

¡Ne-Neee~, vieja bruja!¡No te atrevas a dejarme solo!.

...

Faltaban quince minutos para el anochecer, eso era lo que indicaba su reloj mientras abría la puerta de la azotea de aquél edificio de veinte plantas. Un suspiro se escapo de sus labios, sintiendo como la brisa movía su alborotado cabello rubio, se dispuso a quitarse sus zapatos mientras se acercaba a la orilla del lugar.

Sin embargo antes de poder hacerlo, noto la presencia de un pelirrojo que se encontraba sentando al otro lado de la baranda de la azotea e inconscientemente dijo —Hey, no lo hagas— las palabras simplemente salieron de su boca, no era como si realmente le importara lo que estaba apunto de hacer aquel joven, solamente le molesta el hecho que llego antes que el.

Un poco asustado el pelirrojo poso sus orbes, del mismo color que su cabello, sobre el mientras una triste sonrisa se formaba en su rostro y sin que el rubio lo pidiera comenzó a contar el motivo de su presencia en aquel a tardecer, el cual no resulto ser nada mas la típica historia que uno suele escuchar entre las personas de su edad.

—Pensé que estábamos hechos el uno para el otro, solamente quería gustarle también— fue lo ultimo que soporto escuchar el rubio antes de explotar en un fuerte grito de rabia, mientras le dirigía una mirada carmesí brillante del sentimiento que trasmitía en su voz.

—¡¿Me estas jodiendo?!¡Tienes el maldito descaro de llegar antes que yo por una razón tan estúpida!— se acerco peligrosamente al pelirrojo, que ya no se encontraba al otro lado de la baranda, y lo tomo con fuerza del cuello de su camisa —¿Estas deprimido porque no puedes tener lo que quieres?¡Tienes suerte de que nunca te ha sido arrebatado nada!¡Asi que mejor largate de mi vista!—  soltó al pelirrojo que con un leve temblor en su cuerpo y una mirada rebosante de lágrimas antes de irse le dijo.


—Me siento mejor ahora que e hablado de ello, gracias— le sonrió para con simpleza, revolver sus propios cabellos rojos e irse del lugar ignorando la respuesta que grito con rabia el rubio.

—¡No me agradezcas imbécil!—

Pateo con fuerza la baranda para poder relajarse mientras observaba el cielo que poco a poco era cubierto por una densa capa de oscuridad. Acarició su frente y suspiro cansado, por culpa del pelirrojo no iba a poder cumplir la razón por la cual se encontraba en la azotea de aquel edificio. Así que observó unos minutos mas el cielo y decidió que mañana volvería a la misma hora.

Hey, No Lo Hagas [KatsuDeku]Where stories live. Discover now