Capítulo 17: Fogata en la terraza

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¡No puedes evitar que yo sea tu hija! ¡Siempre seré tu hija! Gritos de dolor y llanto. Una niebla densa invadía la habitación, los cuerpos de Phoebe y yo flotaban en el aire mientras ella seguía gritando pero ya no podía escucharla. Un silencio invadió la habitación, no podía escuchar ni siquiera mi respiración. Quise hablar pero me di cuenta que no podía, abría mi boca esperando emitir algún sonido, sin saber diferenciar en si no podía hablar, o si era el efecto de no poder escuchar nada; intenté caminar pero tampoco podía moverme, entonces me di cuenta, que hasta los aromas de la habitación eran imperceptibles para mí, entonces sucedió: mis ojos se cegaron, la oscuridad invadió todos mi ser, no sentía nada, me sentí como un espectro, como... nada...

Desperté en mi habitación en mi casa en Haredark road; habían pasado meses desde aquella tarde en la que borré a Phoebe del árbol familiar y la abandoné allí desapareciendo; pero aún me invadían los sueños recordándolo.

Los mortifagos Bellatrix Lestrange, Dylan Mulciber, Alecto Carrow, Amycus Carrow, Yaxley, Thorfinn Rowle, Gibbon y nuestro aliado Fenrir Greyback no estuvieron en la batalla en el ministerio de magia, así que nos seguimos reuniendo en casa de Cissy, la mayoría de ellos se unieron a nosotros desde hace muchos años, pero en la caída del señor tenebroso se escondieron fuera de Londres, cuando la mayoría de mortifagos fueron encerrados después de la batalla del ministerio, el señor tenebroso nos encargó a Dylan, Bella y a mí buscarlos, y si se rehusaban, teníamos ordenes de matar. Sorprendentemente todos accedieron volver al servicio de nuestro señor, algunos de ellos afirmaron no saber que había vuelto, pero ya cuando los pudimos reunir a todos, planeamos un nuevo asalto a Azkaban.

El señor tenebroso le encargó a Draco matar a Dumbledore, y lamentablemente yo ya no estaba en el colegio para poder ayudarlo, quien se encargó de ello fue el ahora profesor de defensa contra las artes oscuras Severus Snape. Para mi sorpresa el profesor Slughorn empezó a trabajar también en el colegio, me imagino que Dumbledore quiso protegerlo, ya que Yaxley había sido encargado de irlo a buscar. Debido a que Avery estaba en Azkaban, era Yaxley quien se había infiltrado en el ministerio y había puesto la maldición Imperius sobre muchos allí, y Mulciber la había puesto sobre Nina McMillan y otros trabajadores más de allí.

Le envié una lechuza a Hydrus pidiéndole que pase las pascuas conmigo en la casa de Haredark road, y el muy gustoso accedió. Durante su estancia en mi casa aprovechamos para arreglar su habitación, ya que en ella sólo había una cuna, así que fue entretenido ayudarle a decorar.

Trataba de tener una buena relación con mi hijo, sin llegar a exagerar. Me dio muchas noticias sobre lo que pasaba en el colegio: como que Katie Bell fue maldita por un collar de ópalos que Draco le entregó a través madame Rosmerta, en realidad ambas estaban bajo la influencia de la maldición Imperius, el destino final de ese collar era Albus Dumbledore.

La legeremancia de Hydrus ayudó mucho a que me contara cosas que jamás me pude haber imaginado por mí mismo, mi sobrino no era lo suficientemente valiente para enfrentar a Dumbledore sino que intentaba asesinarlo a través de trampas. Es curioso, ya que el señor tenebroso en realidad lo estaba enviando a una misión imposible.

Llegada la noche Kreacher nos llamó para comer algo pero decidimos que no queríamos cenar aun y decidimos salir a la terraza, hacía un poco de frio y decidimos sentarnos cerca del árbol de cerezo y hacer una fogata.

- Entonces, ¿Cuándo seré mortifago? - preguntó cuando ya habíamos encendido el fuego.

- Tengo planeado algo diferente para ti - le puse una mirada de misterio.

- Me parece injusto que no me dejes entrar en tu mente justo ahora - entrecerró los ojos.

- Me propuse mantenerla cerrada cada vez que te tenga cerca - reí un poco - pero de igual manera te lo contaré.

- Pues a qué esperas - mi hijo estaba realmente ansioso.

- Ya que yo no estoy en el colegio, y con tus dotes de legeremante, podrás mantenerme informado, envíame lechuzas seguido, y mientras más información me envíes, mejor será, infórmame de todo lo que pasa, incluso de lo que piensas que no es relevante, todo tipo de información nos servirá para lo que tenemos pensado.

- Me sigue pareciendo injusto, tanto el que no me dejes participar en la acción, como el que supongo que no me contaras que es lo que tienen pensado hacer.

- Llevas razón cuando dices que no te contaré, pero si podrás participar en la acción.

- ¿De qué forma? - su voz sonaba sumamente desesperada.

- Cuando la guerra estalle, nadie esperará que un alumno empiece a atacar a los aurores, así que pienso que serás de gran ayuda.

Mentía, no dejaría que sea partícipe de ninguna batalla contra aurores.

- Entonces sí, me parece buena idea - se encogió de hombros.

- ¿Le enviaste la lechuza a tu madre? - pregunté echando más leña a la fogata.

- ¿a Priscila? Si, le envié una nota diciéndole que me quedaría contigo.

- ¿desde cuándo la llamas por su nombre? - eso me tomó por sorpresa.

- Desde que te conocí - me miró a los ojos - y tampoco me enoja si mencionan a Rabastan, o insinúan algo de él, mi padre... eres tú.

¡Demonios! No podía tener este tipo de sentimientos, no quería verme vulnerable, no quería compungirme ahora, pero Hydrus se me acercó y se quedó sentado a mi lado como intentando darme un abrazo, pero se detuvo. Le di un golpecito en el hombro y lo rodee con mi brazo como si fuéramos viejos amigos. Dentro de mí, sentía que estaba abrazando a mi pequeño de dos años, para mí no había pasado el tiempo.

- Te quiero hijo - solté después de un rato.

Era la primera vez que le decía que lo quería, y era la primera vez en mucho tiempo que le decía a alguien que lo quería.

- Y yo a ti papá...

Su rostro se escondió en mi pecho y por un momento, me sentí querido... sentí que su afecto era sincero, sentí que realmente después de tanto tiempo sin un padre, él me veía como a uno.

- Siento haber sido duro contigo...

Juré no dejarme llevar por mis sentimientos, pero en este instante era imposible.

- Yo te entiendo papá, en el tiempo que pude, entré en tu mente, y pude ver como poco a poco, la vida fue destruyendo la inocencia que había en ti...

Sus palabras eran ciertas, y de cierta manera empecé también a sentirme comprendido.

- Hydrus yo...

- Poco a poco fuiste convirtiéndote en lo que eres ahora, pero yo sabía que en el fondo, encontraría a un ser cariñoso que podía darme el amor de padre que nunca tuve.

Justo cuando las lágrimas empezaban a salir Kreacher empezó a llamarnos nuevamente para cenar, y ya teníamos hambre, nos pusimos de pie riendo un poco por el momento incomodo que acabábamos de pasar y nos sentamos a la mesa.

El año pasó muy rápido. Cuando Hydrus me confirmó que Draco ya había reparado el armario Evanescente, decidimos que era hora de actuar.

Había un gemelo del mismo en Borgin y Burkes, así que todos entramos a través de él llegando por la sala de menesteres. Draco no pudo matar a Dumbledore en la torre de astronomía, pero Severus Snape completó la misión.

Tomamos el colegio y el señor tenebroso ordenó una nueva fuga de Azkaban. Los días oscuros se habían acercado.

Destruyendo la inocencia (Regulus Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora