Capítulo Especial

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Somos dos chicas en la habitación.

Una está tocando el piano y la otra su cabello.

Era curioso cómo nos dábamos la espalda, como parecía que nos ignorábamos, como parecíamos estar molestas y determinadas a no cruzar palabra la una con la otra. Y como en realidad las palabras solo eran estorbo.

Hacíamos cosas distintas. Pero ambas teníamos la misma imagen en la cabeza. Estábamos escribiendo una historia en nuestras mentes.

La pieza que estoy tocando es sobre alguien corriendo, esta agitado y se detiene muchas veces. Está a punto de darse por vencido. Pero ve la luz y logra vislumbrar a alguien, se apresura a llegar y entonces se detiene en seco.

Hay alguien bailando.

¿O algo bailando?

No lo sabe. Ni siquiera es importante. Para ese alguien, lo único que merece la pena es mirar los movimientos gráciles y delicados iluminados por la luz del sol.

Es sin duda bello e innegablemente difícil de olvidar.

-¿Por qué será que siempre me viene a la mente la imagen de alguien bailando? -Lana pregunta.

La música ya no está sonando. Mis dedos se han alejado del piano

-¿Será porque compongo sobre una chica que ama bailar?

-¿Desde cuándo te gusta bailar? -Lana solo pregunta con el afán de picarme.

-A mí no me gusta. A ti si.

-Si te invito a bailar ¿Te negarías?

-No es que no quiera, pero sinceramente, temo por la seguridad de tus dedos. Además andas en sandalias -le digo, pensando en cómo sus dedos van al aire en esas rojas y feas sandalias de anciana que ella está usando.

-Te puedo apostar que no es la primera ni la única vez que pasara -Escucho que acerca y en cinco segundos, ella está parada frente a mí. De repente me siento diminuta.

-¿Te refieres a bailar o a que te destroce los dedos?

-Eres un asco bailando, así que me refería a las dos cosas -Ella me tiende su mano y yo la tomo dudosa.

Bueno, al menos esta vez no fui yo la que hizo sus uñas. La puedo patear con tranquilidad.

Entonces, el ambiente cambia.

Empezamos a bailar.

Sin música.

Y me da el espacio para pensar... qué fácil se ha vuelto todo.

Ya no tengo que pensar como, cuando, si debo o no tomarla por la cintura, tocar sus manos. O incluso que tanto debo acercarme, si es prudente o no.

Que pensara.

Que sentirá.

Siempre, al inicio de nuestra relación en más de una ocasión, me vi abrumada por esas preguntas. Me repetía a mí misma que solo estaba siendo un poco estúpida, que debía tener seguridad en esto que estábamos iniciando.

Luego me di cuenta que era normal y que lo que me había pasado con Lana era simplemente increíble para mi mente.

Y que necesitaba tiempo.

Así que después de unos años, tocarla, mirarla y amarla se volvió tan normal como respirar.

Nuestros ojos se encuentran y mientras damos vueltas, ella dice la cosa menos romántica posible:

-Maggie te pateara el trasero.

Mi rostro se deforma de tal manera que hasta logro acordarme de Trevor.

ASCO.

-No me voy a rendir.

-Eres mala en ajedrez -Ahora está haciendo pucheros. Lana estaba un poco sospechosa, creo que no le agradaba Maggie.

-Bueno míralo por este lado, puedes besarme el trasero cada vez que Maggie me lo patee -Lana se enojara, pero me encanta.

-El ajedrez no es para ti, Tairi. Solo déjalo -Aquí vamos de nuevo.

Ella solo estaba haciendo un berrinche. Queriendo hacerme dejar el club de la universidad solo para pasar más tiempo con ella y darle conciertos privados de piano. Lana disfrutaba escucharme tocar.

Decía que ahogaba el estrés con mi música. Que las mariposas salían por todos lados con cada nota y que mis composiciones eran una nueva clase de oxígeno. Me encantaba que dijera eso. Yo me sentía de la misma manera cada vez que la veía bailar.

-Apenas y voy empezando.

-Estoy celosa -Suelta de golpe y me congelo.

-¿Qué? -Mi cerebro dice "LOADING". No lo puedo creer.

-Estoy celosa de Maggie.

Ya no estamos dando vuelta y creo que estoy con la boca abierta, Esto no lo vi venir, ni en un millón de años.

-Sé que es estúpido, pero no lo puedo evitar -Continúa angustiada, seguramente porque no digo ni pio a su declaración. Debe estar asustada, ella casi nunca ha sentido celos por alguien.

Me siento alagada, pero sobre todo, preocupada.

-Ella es solo una chica Lana -Bien Tairi, excelente argumento.

-Yo también soy una chica Tairi -Sip, ahí está la refutación a mi argumento. Brillante.

-No, tú no eres solo una chica. Eres MI CHICA - Y todo comienza a fluir, como la música, como mis sentimientos por ella. Y con el corazón en la mano, le digo - Eres mi tipo, eres la que gusta, eres mi musa para cada una de mis piezas. Estoy tan ocupada pensando en ti, que ni siquiera se me pasa por la mente mirar a alguien más.

Primero la veo sonreír con la mirada y luego veo como la piel de su cara se estira en una hermosa sonrisa,

-Bingo -Susurra -Aunque lamento haberte molestado con eso.

-En realidad me halagas.

-¿Desde cuándo estas de presumida? -Lana rueda los ojos.

-Desde que tienes celos

-Púdrete.

-Tu primero.

Voy dando pequeños pasos hacia ella, hasta que su respiración era la mía, hasta que lo único que podía oler era su perfume, hasta que mis ojos pudieron ver dentro de los suyos. Hasta que mis labios se movían sobre los de ella.

Nuestros labios se estaban tocando.

Estábamos como yo quería. Cara a cara

-¿Y si mejor nos besamos para matar el odio? -un beso no era suficiente,

-Mejor para matar esos celos.

-Me encanta la idea. Le hablare a Maggie. Hoy no iré.

Obvio que no llame a Maggie.

Solo imagínense porque.

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