Eyes.

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Virgo depositó el vaso de vidrio sobre su mesa de noche una vez hubo terminado de beber el agua que éste contenía. La cabeza aún parecía zumbarle y el calor que sentía no había disminuido siquiera considerablemente; por otro lado, el dolor corporal que lo había estado aquejando gran parte del día se vio obligado a abandonarlo una vez los medicamentos hicieron efecto. Nunca había sido bueno tomando pastillas, por lo que ésta situación le resultaba en gran parte desagradable, aunque sí le veía el lado bueno, no tendría que andar de niñera ni sirviente por la casa. Si por él fuera, enfermo preferiría estar con tal de no cuidar de los niños con quienes convivía. Inútiles que no podían hacer nada sin él. Claro que, muy a su pesar, acostumbrado a ello ya estaba.

—Ya te ha bajado la fiebre... Al fin. —La diestra de Capricornio se vió posada sobre su frente con delicadeza, haciendo que sus pensamientos se dispersen y regrese a la realidad. Sus orbes fueron en busca del mayor y asintió con suavidad una vez éste hubo retirado su mano. No podía ocultar cuán apenado se sentía al tener a Capricornio cuidando de él, como si por sí sólo nada pudiese hacer. —¿Ya no te duele la garganta?

Virgo negó con la cabeza, bajando la mirada. La piel de su rostro se encontraba perlada por el sudor, y su nariz roja le daban el aspecto de niño pequeño. Capricornio sonrió mientras tomaba asiento en el borde de la cama.

—Sí que me asustaste.

—Sólo fue un resfriado.

—Pero tú no sueles enfermarte. Y cuando lo haces resulta ser casi grave.

Virgo negó, elevando las comisuras de sus labiales en un intento de sonrisa.

—Exageras. Así suelen ser los resfriados.

—Pero ya te sientes mejor, ¿no?

—Que sí, pesado.

La sonrisa más animada que Capricornio recibió de parte de su acompañante le resultó más que gratificante. Ya no tenía el semblante tan apagado o agotado, y, si bien Virgo poseía una palidez natural éste parecía regresar a la normalidad. Su mano no tardó en atrapar la adversa, la cual aún reposaba sobre el regazo propio, siendo recibido con gusto.

—Cuando Cáncer regrese de la calle te prepará un caldo, ya verás que te hará bien.

—No es necesario.

—En realidad, creo que él no opina lo mismo. —Capricornio con su mano libre le mostró la pantalla de su móvil a Virgo, en la cual se mostraba un mensaje recién enviado del cangrejo. El menor lo leyó en su mente—: "¡Cuando llegue a casa le prepararé un nutritivo caldo a Virgo! Dile que aguante hasta entonces, ¡ya estamos en camino! ¿Cómo está ahora? ¡Capricornio, deja de ignorar mis mensajes y contesta! PD: Aries hablando ahora. Espero no hayan hecho cosas indebidas en nuestra ausencia, eh."

Virgo optó por ignorar lo último leído.

—Supongo que no podré objetar.

—No, creo que no.

Capricornio sonrió, ameno.

—Espero no hayan matado a nadie estando fuera.

—Géminis los está cuidando.

—Debe ser una broma.

—No lo es, y tranquilo, no ha pasado algo de lo que no me haya enterado.

Virgo entendió entonces el por qué Capricornio no había soltado su celular en todo el día.

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Doce Lunas [MH4] Epílogo.Where stories live. Discover now