- ¿Mañana por la tarde?

- Sí, mañana no puedo venir a buscarte – empezó a aclararme -. Tengo una reunión muy importante con el Consejo a primera hora. Me han dicho que quieren ultimar algunos detalles de la visita de los Vulturis y de los vampiros que me persiguen, aunque sé que lo que realmente quieren es darme otro discursito sobre ese rollo de ser jefe de la tribu – resopló -. No me pude negar, lo siento.

- No importa – le sonreí -. Ya me llevará alguien, no te preocupes. Lo primero es lo primero – dije, orgullosa. Jacob puso los ojos en blanco y suspiró -. Bueno, tengo que irme. Mi madre ya está en la ventana – declaré con pesadumbre.

- Entonces, te veo por la tarde a la salida de clase, ¿vale? – me confirmó con su preciosa sonrisa, metiéndome el pelo detrás de la oreja.

- Vale – sonreí yo también.

Nos dimos otro beso, un poco menos largo y efusivo, y salí del coche para meterme en mi casa.

Bajé las escaleras después de lavarme los dientes y me dirigí al salón, donde me esperaba Emmett.

- ¿Ya estás? – me preguntó, tirando la revista de caza que estaba leyendo encima de la mesita.

- Sí.

Mi tío se levantó del sofá y salimos al porche para dirigirnos al garaje.

Aunque hoy no hacía calor, en cuanto me dio la brisa, me entró un sofoco terrible, y eso que era más bien fría y se suponía que tomando el aire uno se refresca. No obstante, a mí me estaba pasando justo lo contrario, cuanto más aire, más sofoco. Empecé a sentirme rara. Me abaniqué con la mano, pero al final me tuve que quitar la chaqueta.

Me subí al Jeep de Emmett,  tiré la mochila y la chaqueta en el asiento trasero y puse el aire acondicionado de inmediato, sin embargo, el calor no se me iba y acabé subiéndolo casi a tope. El coche parecía un congelador, pero Em no era el único que no lo notaba, parecía que mi cuerpo tampoco respondía al frío.

Después de despedirme de mi tío, salí del vehículo y me dispuse a dirigirme a la entrada del edificio, donde me esperaban mis amigas.

Entonces, mientras caminaba acalorada por el aparcamiento, pensando en lo que tenía que hablar con Brenda, me paré en seco y comencé a olisquear el ambiente con entusiasmo sin ser capaz de reprimirme, delante de las miradas atónitas de los demás estudiantes y del propio Emmett.

- ¿Pasa algo, Nessie? – me preguntó desde el coche, extrañado de no oler nada raro.

Al parecer, Em no percibía nada, pero yo sí podía oler y distinguir perfectamente el efluvio de Jacob que el viento del oeste me traía desde lejos, y olía algo diferente, pero muy, muy bien. Demasiado bien. Tanto, que mi cuerpo se estaba encendiendo como una llama. ¿Qué me estaba pasando? Inhalé más profundamente y mis ojos se cerraron cuando todo el vello se me puso de punta, el aire me rozaba como si de una caricia se tratase.

- ¿Nessie? – volvió a interrogar mi tío con preocupación, apunto de salir del vehículo.

Abrí los ojos de sopetón, parpadeando de lo confusa que estaba. Mis amigas me observaban desde la entrada sin comprender nada. Yo estaba igual que ellas.

- No, nada – le contesté por fin a mi tío -. Sólo estaba respirando el aire de primavera.

Me salió una risa tonta que intentó disimular mi enorme vergüenza y me acerqué con paso diligente a mis amigas. El sofoco seguía, el aroma seguía, y ya ni siquiera me acordaba de lo que tenía que hablar con Brenda.

JACOB Y NESSIE DESPERTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora