Porque era de osados entregar el corazón a otra persona aún sabiendo que al salir al campo de batalla, cualquiera corría el riesgo de morir. Y que al morir el otro se pasaría un infierno pero, tal vez era como Kuramochi dijo aquella vez cuando vio su cara de tonto ante un nada discreto beso que, malvadamente, le robó Ryo. A veces, para soportar esta miseria, se necesita una mano que te sostenga, que te ancle, que te ofrezca un lugar para regresar. Porque, a pesar de que alguno muera y el corazón se haga trizas ante la ausencia, ante las palabras no dichas y el dolor de esa mano que no encontrara a su otra mitad, estarán esos momentos, esos en los que agradeces que correspondiera, que (bien o mal) fuera él quien te rompiera el corazón. Porque, amar con una fuerza tan aplastante como esta, te da la fuerza para luchar.



Sawamura abrió la boca ante esas palabras pues nunca imaginó que el rebelde, el casi bandido, fuera una persona así de cursi. No pudo evitar reírse. Su risa fue bobalicona, ligera y sintió un curioso aleteo en el corazón. ¡Sería tan bueno amar de esa manera! Ahora, desde aquella curiosa conversación, era casi imposible que dejase de mirar su mano. ¡Estaba ansioso! ¿Cuando encontraría esa mano que encajara en la suya? ¿Esa que lo sostendría? ¿Esa que no permitiría que cayera? Tal vez era demasiado ingenuo y tonto por esperar enamorarse en una guerra. Después de todo, ¡tenía veintidós años!, debía empezar a poner los pies en la tierra y dejar de volar. Sin embargo, no podía evitar sonreír ante ese cuento en el que profetizaban el encuentro con su otra mitad.



Camino distraído. Llego al área destinada como comedor. Se sentó al lado del somnoliento Furuya. Por orden de Kataoka debían permanecer con la guardia alta pero el perfil bajo. Debían mantener la calma en ese tormentoso tiempo. Repasar los errores e intentar subsanar las fallas para no cuasi perder a nadie más. Así que Los Caballeros Celestes tomaban un descanso forzado. Dejando de lado sus románticas ensoñaciones que le dejaban un parcial sabor dulzón en la boca, se encontraba muy frustrado. Quería salir, quería pelear porque sabía que no todos se encontraban en paz. También porque, cada mañana se despertaba pensando que aún podían salvar a Wakana. Aunque entre más aprisa corría el reloj, más imposibilidad encontraba a rescatarla. Sólo esperaba (por su bien y el de ella) que estuviera muerta. Porque era mil veces mejor perecer que ser sometido por el tirano rey.



Porque Wakana era una chica guapa y Narumiya Mei no se conformaría con atraparla. Él intentaría romperla en cuerpo y alma. Movió la cabeza de un lado a otra tratando de deshacerse de esas ideas. Era doloroso pensar que la chica que creció con él, esa que fue su hermana, que le ofreció el hombro para llorar, que se colocó a su lado y amososamente unió los pedazos de su corazón cuando murió su familia; ya no estaba ahí porque él no fue lo suficientemente fuerte para protegerla. Porque... cuando se fue a la capital para ayudar a la resistencia al entrar como dama de compañía en la corte del rey, Sawamura no fue capaz de detenerla. Wakana le había sonreído con ese gesto de bobo, no te preocupes, regresaré intacta y se había ido con los pies ligeros y el corazón determinado. Esa media tarde (la última para los dos) la vio montada en el caballo, la vio marcharse... Y ahora pesaba como rocas sobre su pecho ese innegable hecho de que ya no iba a regresar.



En su boca se instaló ese (ahora familiar sabor) de perdón y culpabilidad. Porque el dolor de esa perdida arañaba como animal hambriento, como lobo feroz que sólo esperaba la caída de la noche y la intimidad de la soledad para devorarle. ¡Boom! Saltó asustado. Miró a su izquierda. Advirtió la mirada sorprendida del arquero estrella de los rebeldes. Frunció el ceño. Siguió la mirada azulada del denso chico. En la entrada del lugar se encontraban (con la sonrisa de esta vez conseguiremos la victoria) Yuuki y Jun. La entraba fue dramática. Demasiado ruidosa para el gusto del joven líder pero con sabor a poco para el chico ruidoso de cabello del color del café diluido con leche.

Lucha o Vuelo [MiSawa] [DNA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora