Capítulo 63

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Casandra

En esta limitada existencia, cuyo hecho debe ser considerado un privilegio para cada persona; en esta vida, de entre millones de personas que habitan en un planeta tan enorme como éste, un corazón bombeaba a toda prisa mientras avanzaba por un simple pasillo de los millones existentes también en dicho planeta.

Y ese corazón era el mío.

Tener esa pesadilla había provocado que me esperara lo peor, me había hecho pensar en cómo reaccionaría si de repente no es una pesadilla y se vuelve real. Mi corazón latía mientras avanzaba a toda prisa apartando a cualquier persona que se pusiera en mi camino, muchos me miraban con cara de desagrado, pero no me importaba lo más mínimo.

Porque ahora, lo único en lo que mi mente puede pensar, es en Alexia.

El tiempo parecía hacerse eterno mientras tomaba el ascensor, mis nervios aumentaban conforme se paraba en una planta y luego volvía a arrancar, mi pie no se estaba quieto y daba golpes contra el suelo, mis manos se pasaban de mi barbilla a mi pelo, y de mi pelo, a mi cara.

Me moría por asegurarme de que esa pesadilla era solo eso, una pesadilla.

En cuanto las puertas se abrieron, salí disparada del ascensor, tomé la dirección en vía recta hacia mi destino, uno que siempre había estado marcado desde que esos ojos verdes se toparon con los míos en aquella diminuta clase de los cientos y miles de clases más que hay.

Si ella no era mi destino, no sé cómo llamar a lo que sus ojos me transmitieron nada más verme por primera vez.

Mientras avanzaba, más deseaba atravesar esa puerta que veía al fondo de dicho pasillo, más me moría por ver ese verde de nuevo, por sentir su cálido y sofocante tacto sobre mi piel.

La echaba de menos, a toda ella.

De modo que ahí me paré, y aquí es donde estoy. Sigo parada frente a varios médicos que tienen unos documentos en sus manos mientras hablan. Sigo contemplando incrédula la misma situación que en mi pesadilla, y mi cuerpo se paraliza ante eso.

De repente el miedo me invade, el miedo que no soportaría si fuera real, y es entonces cuando decido enfrentar ese maldito temor.

Avanzo de nuevo con paso firme, los médicos se voltean a mirarme, uno de ellos me reconoce e intenta decirme algo, pero lo aparto de un empujón y voy hacia la puerta.

En cuanto la abro, las palabras salen solas de mi boca.

—¡¿Dónde está...?!

Unos ojos verdes me miran.

Mi voz se corta inmediatamente.

Mi cuerpo se paraliza.

Mi corazón no responde.

Y por fin, escucho su voz.

—Casan...

Corro hacia ella sin darle tiempo a terminar de pronunciar mi nombre, tomo su cara entre mis manos, y con lágrimas saliendo de mis ojos, atrapo sus labios con los míos.

Ella gime por la sorpresa, pero en seguida reacciona y toma mi cara también, juntando mis labios aún más con los suyos.

El amor implica al destino © -Trilogía (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora