—Vale, cariño —él asintió con la cabeza tranquilamente y se sentó en el alféizar de la ventana—, ¿ahora puedo hablar o tienes algo más que drenar?

—¡Es que hay que ser bien caradura! —Chillé, un poco alterada.

El hombre arqueó una ceja en mi dirección y yo cerré las manos en puños, despreciando la manera que actuaba tan a la ligera con una conciencia tan sucia. Puse mis manos en mis caderas e intenté parecer amenazante.

»Es irónico que pidas tiempo para hablar cuando ni siquiera le diste un segundo a Cassie al romper con ella por teléfono, ¡bastardo!

—De acuerdo, escucha...

—¡No, escúchame tú! Idiotas como tú, que piensan que son lo mejor, sólo porque parecen basura comercial y obtienen todas las chicas que quieren como si fuera el café de la mañana, necesitan caer de esa nube en la que están todo el tiempo y hacerles ver lo patéticos que son antes de que terminen muriendo solos de sida en un callejón oscuro como la escoria que son. Si no quieres terminar así, será mejor que empieces por disculparte con Cassie por ser un imbécil y tal vez si sigues por ese camino, podrías dejar de ser un desperdicio de vida y ser útil para la humanidad.

El sujeto asintió con lentitud y se miró las manos desinteresadamente. —¿Algo más o ya puedo cerrar la ventana?

Abrí la boca por unos segundos y lo miré con incredulidad, confirmando mis pensamientos de su presencia innecesaria en este mundo antes de cruzar mis brazos con furia.

—Compadezco a tu compañero de cuarto, ¡porque eres insoportable!

—Bueno, si sigues aquí, claramente me soportas, amor. —Me sonrió de manera dulce y con cierto tono burlón, lo cual me hizo enfurecer más.

—¿Sabes qué? ¡Que te den por atrás, cretino!

—Oh, lo intenté una vez y no fue tan placentero —El sujeto soltó una carcajada y se acomodó mejor en la ventana, mirándome con diversión—, pero te agradezco la recomendación.

—¿Sí? Yo no juzgo, pero para ser justos, te confundí por una chica al principio, así que no es de extrañar que puedas engañar a alguien para que intente ese tipo de cosas. Tienes esa vibra femenina que todos los chicos aman.

Su sonrisa se hizo más grande y me provocó aún más. Le odiaba.

—Sí, las chicas me suelen decir que parezco un dios griego y todos sabemos que esos tipos no son los más masculinos del universo, pero luego les doy una demostración de cuán hombre soy en realidad y se les olvida en un chasquido.

Forcé una sonrisa cuando él chasqueó un dedo para enfatizar su comentario y perdí mi paciencia al mismo tiempo, luchando por mantenerme enfocada.

—Sabes, papi y mami fueron malos contigo cuando eras pequeño, pero no tienes que ser un idiota al respecto.

—¿Cómo supiste? —Él hizo una cara sorprendida y no me dejó ganar este silencioso concurso de sarcasmo, actuando tan estúpido como esperaba de él—. Mamá nunca puso mis calificaciones en el refrigerador como lo hizo con mi hermano y papá siempre me miraba de la misma manera que me miras ahora, con disgusto y como si creyera que yo era la mayor bolsa de estiércol.

—¡Dios mío, no sé qué vio Cassie en ti porque de verdad eres inaguantable!

—¿Pensé que ya habíamos hablado de eso cuando señalaste mi buena apariencia? —Volvió a ladear la cabeza con una sonrisita y yo arrugué la nariz con irritación, deseando arrancarle el pelo—. En realidad, tu amiga fue una de las que dijeron la cosa sobre el dios griego, pero es entendible porque todavía no conoces ese lado de ella.

Halcyon.Where stories live. Discover now