La última mirada

Feliz cumpleaños Jake

Lexa:

No sabía cuánto había dormido, pero se sentía una mujer completamente nueva. Poco a poco volvía a la consciencia, sintiendo el calor del cuerpo de Clarke completamente pegada a ella, su cálido aliento en el cuello, sonriendo sin poder evitarlo y embriagándose de la sensación de bienestar que la invadía en esos momentos.

Abrió lentamente los ojos para posarlos sobre el rostro apacible de su rubia, completamente dormida en sus brazos. Su rostro sereno y tranquilo, en sus labios media sonrisa y sus cabellos alborotados sobre la almohada, era la visión más bella del mundo.

No quería moverse para no despertarla, pero al girarse para ponerse un poco más cómoda se encontró con los enormes ojos curiosos de Jake mirándola, entre asombrado y completamente feliz de verla. Se sobresaltó consiguiendo despertar a la rubia que, de un salto, se levantó mirando histérica el reloj, al parecer habían dormido varias horas. Jake se abalanzó sobre ellas riendo feliz, Lexa lo cogió en sus brazos y empezó a hacerle cosquillas mientras él reía y miraba a su madre fascinado, esa mañana estaba triste, sin querer salir de la cama y al llegar del colegio la vio feliz en brazos de Lexa, su mente infantil unió los engranajes y supo que a partir de ese momento todo iba ir mejor, su madre volvería a dormir tranquila por las noches.

El parloteo incesante de Jake las hizo reír a carcajadas, lo único que pudieron sacar el claro fue que Lexa se quedaría a cenar, no podía decir que no pues el pequeño había decidido por ella. La castaña lo abrazó con cariño, ese pequeño era el pilar de su amada, su tabla de salvación, Clarke lo amaba con toda su alma y eso lo convertía en una de las personas más importantes para Lexa también.

Se levantaron de la cama perezosas, y se unieron a Raven que con una mirada inquisitiva le dio a entender a su amiga que no se iba a librar de un exhaustivo interrogatorio mas tarde. Clarke y Raven entraron a la cocina para preparar la cena, mientras la rubia entre risas echaba a Lexa ya que aseguraba que no la quería en su cocina, no quería que nada saliese en llamas. Ella fingiendo que su orgullo estaba herido sin poder borrar la sonrisa de su rostro, se sentó con Jake que se empeñó en enseñarle uno a uno todos sus juguetes y tesoros, dejando para el final su preciado trenecito que llevaba a todas partes. Jugando con él la encontró Clarke y se los quedó mirando enternecida, podía acostumbrarse a esa visión idílica, esa pequeña familia que Lexa quería formar con ella y con su pequeño.

Cenaron entre risas, acompañadas del incesante parloteo de Jake contándole a Lexa con todo detalle lo que había hecho en la escuela, a qué había jugado, cuántos amigos tenía y una larga lista. La castaña lo escuchaba solemne, interiormente agradecía la confianza que él depositaba en ella, el cariño que le daba. Tras cenar y limpiar todos los cacharros, Raven se retiró alegando que estaba cansada aunque sus auténticas intenciones eran dejar a Clarke a solas con Lexa, sabiendo que su amiga necesitaba esos momentos de intimidad con la castaña. Se sentaron los tres a jugar a juegos de mesa, dejando que Jake ganara, hasta que este empezó a cabecear por lo que su madre lo mandó a la cama. El pequeño exigió que Lexa fuese a arroparlo igual que la rubia, terminando de ganarse el corazón de la joven. Con el niño profundamente dormido, Clarke sirvió dos copas y se sentó con Lexa, ninguna de las dos quería despedirse, no querían separarse. Tras la copa y haciéndose evidente que Lexa ya debía marcharse pues se hacía tarde, se levantaron en silencio mientras Clarke la acompañaba a la puerta. La castaña pudo apreciar que su mirada se había apagado, en ella había duda, incluso miedo, pero no se atrevió a preguntar los motivos.

La besó, con dulzura, lentamente, intentando alargar el momento del adiós todo cuanto pudiera. Al separarse Clarke agachó la mirada y simplemente susurró.

-Quédate...

-Debo irme Clarke, es tarde

-Por favor... no quiero tener pesadillas