Capítulo XVIII: El Baile de Navidad

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Era la mañana de Navidad y podía decir orgullosamente que la semana de vacaciones había comenzado con el pie derecho. Desde la reunión con Luna cerca de la cabaña de Hagrid (y más tarde, dentro de ésta), ambas nos enviábamos a diario papelitos para mantenernos al tanto de cosas muy remotas, algo que disfrutaba realmente. Así que, con el olor de los panecillos recién hechos inundando el castillo y los suave golpeteos que lograba hacer el calamar gigante a nuestra sala, me senté a leer la nota más reciente: "perdí las llaves del cajón en donde guardo manzanas. Una amiga me prestó un pedazo de alambre para abrir la puerta. Dice que así lo hacen los muggles".

— ¿Cómo se quita el seguro de algo con un alambre? —pregunté hacia Margot, quien apilaba las cajas de regalos que entre ambas habíamos recibido.

Se paró en seco y enarcó una ceja.

— ¿Por qué lo intentarías si se puede con magia? —me encogí de hombros. Tenía razón, pero ya me había dado curiosidad.

Tomé un sostén que se hallaba tirado en el suelo, le quité el alambre de una de sus tiras y procedí a encerrarme en el baño con seguro.

— ¡Sirrah! ¿Qué haces? ¡Tenemos que ir a desayunar! —protestó Selwyn, golpeando la puerta repetidas veces— . Esos malditos panecillos huelen malditamente bien.

— Un momento —pedí, insertando en el agujero de la perilla el alambre. Procedí a hacer pequeños círculos con la punta y, a pesar de que escuché un "click" al comienzo, no se abrió.

— Black, necesito entrar urgente —oí la voz de una de mis compañeras al otro lado.

— ¿Qué? Esto estuvo vacío por horas —protesté, sin rendirme en mi cometido.

— No seas así, está cruzando las piernas —habló Margot suavemente. Suspiré.

— Vale —tomé la perilla. Sin embargo, ésta no dio la vuelta completa, parecía que el alambre la había trancado. Y el colmo era que no lo lograba sacar— . Abran con magia, creo que dañé esta cosa.

— Cuándo no —musitó la rubia antes de que la puerta se estampara contra la pared, provocando un sonido torrente— . ¿Estos son tuyos? —apuntó un paquete de pergaminos amarrados con una soga. Asentí.

Había adorado el regalo, era de Lunático y Canuto. La primera parte constaba de una mini historieta llamada Cómo no ser atrapado para dummies: guía por los Merodeadores. Y la abrí muy emocionada pensando que habían estrategias, pero no, en realidad el mensaje era "no hagas nada de esto". La segunda parte era una serie de "retratos" hechos por Buckbeak. Parecía que le habían pintado las garras y los cascos y luego lo habían puesto a caminar sobre el pergamino. De todas formas, me pareció un detalle precioso y le envié la mayoría a Hagrid como regalo de navidad.  

— ¿Por qué le falta una varilla a mi sostén? —habló despectivamente Higgs, entrando a la recámara con expresión agria al encontrar su prenda en el suelo.

— Creo que Davis lo sabe —expliqué deprisa, tomando del brazo a Margot y jalándola hacia el corredor— . ¡Feliz navidad!

— No me diste tiempo ni para peinarme —se quejó mi amiga, desenredando su cabello con los dedos.

— Hay salud, es lo importante.

Bajé de dos en dos las escaleras que dan a la sala común y automáticamente salté a la espalda de Theo, rodeando su cintura con mis piernas. Prácticamente lo abracé con la intención de asfixiarlo pero, claramente, no lo afecté en lo absoluto, o eso me demostró cuando se volvió a mí con una cara de "¿en serio?"

— ¿Podrías al menos fingir que no soy tan débil? —bufé. Él negó— . Bien —saqué mi varita y, en mi camino al muro, saludé de beso a Blaise— . Comienza así: ¡El piso es lava! ¡Incendio! —de la punta salió un aliento de llamas y mis amigos pegaron un salto inmediato. Solté una carcajada, justo antes de desaparecer en mi camino hacia el vestíbulo.

Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4Where stories live. Discover now