Capítulo XVI: La P.E.D.D.O

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El puntaje que le dieron a Harry fue ocho, cuatro, nueve, nueve y diez. Ron y yo, claramente indignados con el puntaje de Karkarov (cuatro), saltamos a insultarlo con todas las palabras que encontramos. Sólo me detuve cuando el pelirrojo empezó a inventarse insultos al no encontrar más, no pude de la risa.

Cuando logramos salir del gentío con el huevo de oro en las manos, los cuatro nos dirigimos a la Lechucería con la intención de enviarle una carta a Sirius. Estábamos muertos de la risa, hasta el más mínimo comentario nos parecía algo sumamente divertido, y es que la ocasión lo ameritaba.

— Ay, no —alcancé a decir con asco, viendo cómo la famosa periodista de El Profeta se acercaba a nosotros con una sonrisa insípida, arrugando la nariz.

De inmediato me cubrí el rostro.

— ¡Felicitaciones, Harry! —le dijo a nuestro amigo. No pude evitar hacer una mueca ante su túnica color vómito, que hacía perfecto encaje con su pluma voladora (y su rostro)— . Me pregunto si podrías concederme unas palabras. ¿Cómo te has sentido al enfrentarte a un dragón? ¿Te ha parecido correcta la puntuación que te han dado? 

— No, sólo le puedo conceder una palabra —replicó Harry con sorna— : ¡adiós!

Todos aceleramos el paso y yo rompí en carcajadas al observar la sensación ácida con la que se había quedado Rita Skeeter. Se la merecía.

Cuando llegamos al habitáculo, caminamos directamente hacia Pigwidgeon. Me sorprendí de no encontrar a Ara por ningún lado, pero mientras Harry escribía en su papiro, mi lechuza entró al habitáculo con una carta en su pico. 

— ¿No es esa tu lechuza? —me preguntó Ron. 

— Sí —respondí extrañada—. ¡Ara! —aterrizó violentamente en mi hombro y, para no caerse, clavó sus garras en mi piel—. ¡Auch, oye! ¡Qué torpe eres!

— Como su dueña —bromeó Harry.

— Ja, ja —dije irónica y tomé la carta. 

Al ver un escudo familiar brillante en el sobre blanco, quedé como de piedra. Era de mis abuelos. Hacía meses que no hablaba con ellos, pero para no alertar a mis amigos, intenté no demostrar mucha sorpresa.

 Hacía meses que no hablaba con ellos, pero para no alertar a mis amigos, intenté no demostrar mucha sorpresa

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— ¿Todo bien? —preguntó Harry de repente, estaba ya enrollando su pergamino.

— Eh... sí, sí —dije automáticamente. Tenía mi mente en blanco. Miré el huevo dorado que había dejado en el suelo—. Supongo que ya se van a la fiesta de la Torre, ¿no? 

— ¡¿No vienes con nosotros?! —exclamó Ron.

Los tres me miraron sorprendidos.

— No lo creo... —sonreí a medias— . No... he dormido bien desde hace unos días y estoy muy cansada. Pero como ya todo pasó...

— Pero es hora de festejar —repuso el pelirrojo—. ¿De quién era la carta?

— Mi familia —intenté decir con indiferencia—. Preguntando qué tal estoy... Bueno, me iré a las mazmorras.

Sirrah Black & el Torneo de los Tres Magos | SBLAH #4Where stories live. Discover now