Capítulo 1: La Nueva Mancha Negra

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Un año había pasado demasiado rápido desde que llegué a Hogwarts, mi hermano y yo bajamos del tren y nuestros padres nos aguardaban en la plataforma.

Como siempre, mi madre ignoró a mi hermano en su totalidad, él había ido al colegio el año anterior, y fue seleccionado para la casa Gryffindor, a diferencia del resto de la familia Black que fue seleccionada para Slytherin.

Mamá iba hablando con papá de diversos temas, pero entendí muy pocos, uno de ellos fue que tendríamos visita en casa.

Amo las visitas, sobre todo cuando llegan mis primas, Bellatrix, Andrómeda y Narcissa. Bellatrix ya estaba casada con Rodolphus Lestrange y venía muy poco, Andrómeda congeniaba mejor con Sirius, pero conmigo también se llevaba muy bien, y pues Narcissa o Cissy como yo la llamaba, era mi prima favorita.

Llegamos a casa y efectivamente en la sala nos esperaba una visita "inesperada".

- ¡¡¡Cissy!!! – grité de emoción al ver a mi prima sentada en el sofá negro de mi casa, ella acababa de terminar sus estudios en Hogwarts, y hacía poco tiempo había cumplido su mayoría de edad.

- Hola, pequeño Regulus – me dijo sacudiéndome el cabello – ¿Cómo te fue en tu primer año en Hogwarts?

- Mejor de lo que esperaba – le dije mostrándole mi corbata verde – Slytherin.

- Eso es perfecto, primito – me dijo mientras me entregaba una caja con una rana de chocolate.

- ¡Gracias! – le dije sonriendo – ¿Dónde está Bella?

Hice la pregunta y alguien me tapo los ojos por detrás.

- Eres tú, Bella – dije sonriendo para luego voltear a verla.

- Claro que soy yo – dijo con su voz característica de siempre, sonando entre burlona y carismática – ¿Ya te enseñaron a defenderte en Hogwarts? – Preguntó para luego reír fuertemente.

- Púes, digamos que sí, aunque creo que ahora ya podrás enseñarme como me prometiste que lo harías, ya tengo mi varita – le enseño el objeto delgado.

- Oh – dijo sorprendida – ¿Cedro?

- Si, y centro de corazón de dragón – dije orgulloso.

- Es perfecta – dijo esta vez sonriendo con amabilidad – claro que te enseñaré, todo lo que quieras, ahora que Rodolphus está de viaje vendré más seguido a visitarte.

- ¡Sí! – grité de emoción mientras me comía mi rana de chocolate.

Busqué con la mirada a Andrómeda, pero no la encontré por ninguna parte, subí corriendo las escaleras para buscarla y nada. Me dirigí hacia la ventana que se encontraba en una habitación que en algún momento sirvió como comedor y observé a través de ella hacia la calle, el día estaba oscuro y el cielo se veía muy nublado, volteo suspirando y me encuentro con la misma imagen del tapiz que lleva el árbol genealógico de la familia Black, siempre me ponía a observarlo, era interesante conocer sobre mis raíces, recorrí con mis dedos mi nombre que estaba escrito en una de las ramas, cuando de pronto noté algo que nunca había visto en ese lugar, una mancha de color negro, con algo de temor bajé la mirada para observar el nombre que reposaba según su posición en la familia: Andrómeda Black.

Un grito desesperado se ahogó en mi garganta, Sirius entró tras de mí al escuchar que algo me pasaba y se percató también de la mancha negra. Bajé corriendo las escaleras gritando y llorando, Sirius venía aún peor. Bella, me lanzó un hechizo que no pude escuchar y quedé amarrado al suelo, pude observar que Sirius terminó flotando. Cissy le gritaba que se detuviera y mi madre llegó inmediatamente a salvarme.

- Finite – dijo mi madre apuntándome con su varita – ¡Bellatrix, te prohíbo que vuelvas a atacar a Regulus de esa manera! – mi prima sólo se encogió de hombros y se volvió a sentar en el sofá.

- Mamá... Andrómeda – le dije aun sollozando, observando como Cissy al percatarse de que mi madre no haría nada por Sirius, ella misma lo bajó.

- Andrómeda – mi madre repitió el nombre – Andrómeda ha tomado una decisión que nos ha afectado a todos, Regulus, eres muy pequeño para comprenderlo ahora.

Sirius seguía llorando en los brazos de Cissy y Bella sólo reía sentada en el sofá. Mi madre se volvió a marchar a la cocina donde estaba conversando con mi tía Druella, la madre de mis primas, y me quedé allí, parado en el centro de la sala, preguntándome qué demonios pudo haber hecho mi prima para ser borrada del árbol familiar.

Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación, ya no quería saludar a nadie más, iba pensando en lo terrible que es que te borren de ese árbol, he escuchado las historias de los otros puntos negros, cuando mi madre se lo contaba a mi tía Druella.

Cuando estaba a punto de cerrar la puerta, Bella interpuso su mano, impidiendo que logre cerrarla, me rendí fácilmente ya que no es fácil luchar contra ella y la dejé entrar a mi cuarto, cerró la puerta y se recostó en ella.

- ¿Quieres que te explique por qué Andrómeda fue borrada del árbol, primito? – dijo en un tono sarcástico y burlón.

- Sí – dije asintiendo mientras me sentaba en la silla junto a mi repisa de libros, no quería hablar porque tenía un nudo en la garganta que sabía que en cualquier momento me haría llorar.

- Púes, bien – dijo sentándose en mi cama – Andrómeda se ha casado durante el invierno.

- ¿Y eso, que tiene de malo? – pregunté interrumpiéndola.

- Buena pregunta, Regulus – dijo sonriendo – su matrimonio no fue, digámoslo así, aprobado por la familia.

- Pero ¿Por qué? – dije casi desesperándome.

- Porque su marido, es un hijo de muggle – dijo soltando una carcajada

- ¿Qué? ¿Un hijo de muggle? – dije completamente sorprendido.

- Sí, un nacido de muggle, sarnoso, la enamoró y se la llevó prometiéndole felicidad – su voz sonaba alterada y nerviosa – Regulus, tu sabes que quiero mucho a mi hermana y ese maldito hombre se la llevó de nuestra casa, la puso en contra de nuestra familia, la puso en contra de mí y de ti.

- ¿Eh? – sentía una rabia interna tan intensa que sólo apreté los puños – un hijo de muggle.

- Sí, uno de apellido Tonks – dijo con expresión de asco – y comprenderás, Regulus, que es muy importante para nosotros mantener el legado familiar, así que como Andrómeda tendrá hijos mestizos, no puede seguir siendo considerada parte de nuestra familia.

- Todo por culpa de un maldito hijo de muggle – dije lleno de rabia – ¡¡¡maldito nacido de muggle!!!

- ¡Sí! – dijo acercándose y arrodillándose frente a mí, gritando – TODOS LOS HIJOS DE MUGGLES SON UNOS MALDITOS y todos merecen morir de la peor manera, por eso, primito, yo te enseñaré las mejores formas de torturarlos y cada vez que lo hagas, recordarás que gracias a un hijo de Muggle nuestra familia sufrió grandes pérdidas.

- Tienes razón – dije pensativo – me fastidió la vida y la de mi familia, y toda su maldita raza lo pagará.

- Eso, eso es – dijo satisfecha – muy bien, Regulus querido, yo estaré para ti, para lo que necesites.

- Gracias, Bella – dije en un hilo de voz.

- Y perdón por lo de hace rato, no me gustan los escándalos – se encogió de hombros riendo a carcajadas y jugando con su varita.

- No te preocupes, ahora si no te importa, quiero estar solo un momento.

- Si, ya me voy, hasta pronto – dijo mientras salía y seguido cerraba la puerta.

Me quedé pensando en eso, me acosté en mi cama boca abajo, empecé a llorar nuevamente, recordando los momentos en que Andrómeda llegaba a casa y nos contaba historias a mí y a Sirius, cuando se quedaba a dormir y nos preparaba galletas con chispas de chocolate, era la que mejor sabía cocinar.

¡Merlín! Que difícil. Mi almohada no hacía más que recibir mis lágrimas. Hasta que me quedé profundamente dormido.


Destruyendo la inocencia (Regulus Black)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon