Capítulo 36 -Corazones tan frágiles como el cristal-

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  • Dedicado a A todas las personas que tienen un corazón tan frágil como el cristal :)
                                    

Cuando la realidad hace que el mundo de alguien se derrumbe, sólo algo que nos llene de felicidad, hace posible su levantamiento, su reconstrucción. Corazones rotos y tragedias que nos hacen temblar, que nos derrumban nuestro mundo....

A veces la realidad, destruye corazones tan frágiles como el cristal, o corazones tan duros como la piedra... depende de la persona.

Las manos de Claire se deslizaban rápidamente por el armario de su habitación, guardando en una mochila todo lo que necesitaría. Pues sentía que algo muy oscuro se acercaba a The Academy Maxime. Entre el frenesí de miradas rápidas que devoraban la habitación de un lado a otro, el inesperado sonido de alguien llamando a la puerta de su habitación hizo que se pusiera en alerta y permaneciese quieta.

Otra vez, el golpeteo de los nudillos contra la puerta de madera oscura. Esta vez, Claire se apresuró a abrir la puerta, lentamente la fue abriendo, como si el peligro estuviese tras esa puerta.

Henry le sonreía de oreja a oreja. Con esos hoyuelos tan característicos suyos.

—Hola.

Claire frunció los labios. Henry siempre casi siempre aparecía el momento más inoportuno. Claire no respondió al saludo de Henry, y se quedó mirándolo, en el umbral de la puerta.

—¿Me vas a saludar, o me vas a invitar a dentro....? —insistió Henry haciendo un ademán para hablar tranquilamente con Claire. Esta suspiró, y se hizo a un lado para dejarle entrar, después, cerró la puerta. Henry se quedó sorprendido al ver todo desordenado y tirado por los suelos, se sorprendió aún más cuando vió una mochila encima de la cama, por la que sobresalía un cuchillo de una hoja de color negro.

—Me voy. —la voz de Claire sonó decisiva, sin esperar que Henry replicase, y este tragó saliva.

El chico de ojos verdes no tuvo que preguntar por que la chica de la que estaba totalmente enamorado se iba de The Academy Maxime, era obvio. Había una guerra que estaba a punto de comenzar, puede que sólo les quedasen horas o minutos. Mucha gente en The Academy Maxime se replanteaba irse, pues Isabelle había abandonado el internado al irse a buscar a Olivia, y dejando así, el internado desprotegido.

—Te vas. —repitió Henry, no estaba sorprendido, aunque había algo que temía más que el hecho de que Claire abandonase The Academy Maxime—. ¿A dónde? ¿Con quién?

—He pensado que tal vez podría desaparecer por un tiempo, tener una vida normal como adolescente. Todo esto de nargges y cazadores de sueños me supera...

—¿Te irás sola? —volvió a preguntar Henry, un tanto desolado, por que Claire no le había dicho si él podía acompañarla o no.

Claire no respondió, se dió la vuelta, y siguió metiendo cosas en la mochila.

—Claire. —el nombre de la chica en los labios de Henry, sonaba dulce como el caramelo, pero las palabras que vendrían después podrían ser tan afiladas como un cuchillo y ocasionar graves problemas—. No te puedo dejar marchar... lo siento. Te quiero... y simplemente no puedo dejar que mueras....

Claire tragó saliva ante las palabras de Henry. ¿Y ahora que le decía?

—No me gustan las guerras. —se limitó a decir, se irguió y miró directamente a los ojos verdes de Henry.

—Ni a mi. —sonrió Henry con tristeza, que notaba un nudo en la garganta, intuyendo que posiblemente tenía ganas de llorar, y que sus ojos se estaban encharcando. Simplemente, no podía. No podía dejar a esa chica de pelo oscuro marchar. No podía, la quería demasiado. Y sin decir nada más, por que las palabras sobraban en aquel silencio, la abrazó. La abrazó por que sí, por que la quería y por que no la quería dejar que se fuera. El sentimiento que la arraigaba hacia ella era demasiado fuerte.

Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora