Parte 24 - Tienes que creer en mí

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Después de ver la foto, mi estómago se había encogido hasta formar una pequeña bola. En la imagen no se veía nada en concreto, pero la imaginación hacía el resto. Sus dedos eran muy parecidos a los de Christopher, torcidos y largos. Su piel blanca contrastaba con la de la chica morena. Se parecía tanto a él. Pero no aparecía su cara ni ninguna otra parte de su cuerpo que hiciera que me cerciorase de que era él; sin embargo, se parecía tanto al de la foto y en mi mente no paraba de repetirse el recuerdo de cuando estuvo con la otra chica aquella noche. Él me aseguraba que no había pasado nada entre ellos, pero nadie lo había visto, nadie podía decirme que era verdad lo que él me decía. Mi hermana me había pasado el Instagram de la chica que había subido esa foto y, efectivamente, era chilena, el país donde había pasado todo. Sabía que aquello no significaba nada, pero la duda ya se había instalado en mi pecho y a medida que iban pasando los minutos temía más que todo fuera verdad. Cogí aire por la boca y me golpeé con suavidad la frente en un intento de dejar de pensar en todo aquello; pero era inútil. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen regresaba a mi mente. Le había dicho miles de veces a los chicos que no me importaba que aquella noche Christopher hubiera estado con otra chica porque no estábamos juntos, pero en ese momento me dolía más de lo que creía pensar en el simple hecho de que se hubieran besado. Cerré los ojos con fuerza. No quería seguir pensando en eso. Ni si quiera se veía el rostro del chico que aparecía en la foto. Solo eran divagaciones de mi mente que me estaba jugando malas pasadas. No podía ser él. No quería que fuera él. Odié a mi hermana por un instante por mandarme aquella foto. Pero sabía que lo había hecho pensando en mí y que solo quería ayudar. Habíamos hablado un poco más, evitando tocar ese tema. Cuando tuvo que irse a dormir, me quedé tumbada en la cama, observando el techo. Suspiré mientras desbloqueaba la pantalla del móvil, le di a la conversación con mi hermana y toqué sobre la foto que se amplió hasta cubrir la pantalla por completo. Seguí la línea de sus dedos hasta la mitad del hombro que aparecía. Contemplé a la chica que se aferraba a él como si no hubiera un mañana. El estómago volvió a revolverse mientras un escalofrío recorría mi espalda. De repente, el teléfono vibró. En la parte de arriba aparecía un mensaje de WhatsApp de Christopher donde me avisaba de que ya habían vuelto del concierto. Cogí aire por la nariz y me levanté de mi cama mientras le preguntaba dónde estaba. Cuando recibí su respuesta, me puse los zapatos y bajé hasta la planta donde estaban sus habitaciones. La puerta del cuarto de Zabdiel y Christopher estaba abierta de par en par. Zabdiel se encontraba apoyado contra el marco de la puerta con una toalla sobre su cuello y la ropa del concierto aún sudada sobre su cuerpo.

–Hola mami –me saludó nada más verme–. ¿Cómo fue la noche? –Me guiñó un ojo.

–Genial. Hablé con mi hermana y he escrito un poco –mentí dedicándole una sonrisa forzada–. ¿Y el concierto qué tal?

–Me alegro –me revolvió el pelo–. El concierto súper. Hemos sudado mucho y había mucha gente que nos conocía –los ojos le brillaban con intensidad por el entusiasmo–. Hemos cantado nuestras canciones y todos cantaban con nosotros –alzó los brazos por encima de su cabeza–. Ha sido genial –me miró con sus hoyuelos marcados en su cara.

CNCO - Más que un sueño [COMPLETA]Where stories live. Discover now