Epílogo

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Es la segunda vez que leo las instrucciones de esta caja, la verdad, deberían hacerlo un poco más comprensible para que las mujeres mantengan con calma a pesar de la situación. Dice que una raya es negativo y dos es positivo... también hay otras opciones que indican que tomaste mal la prueba. 

Deberían ser: «Negativo, te salvaste pendeja» o «Positivo, ahora sí de malas». Aunque no en todos los casos, hay muchas personas que sí lo están buscando. 

Dos minutos largos de espera es lo que nos separa del resultado... El tiempo suele jugar con nuestra mente cuando tenemos afán, así que esos minutos empiezan a ralentizarse, provocándome una ganas intensas de vomitar. 

—¿Ya? 

—No —me contesta Elena. 

Dejo pasar otro minuto antes de volver a preguntar. 

Alcanzo mi prueba de embarazo y respiro profundo antes de mirarla. Con un movimiento reticente, cierro un ojo y acerco el resultado para leerlo. Una sensación de alivio me invade en el momento que veo una raya. Negativo. 

Elevo mis brazos en señal de victoria. Hace mucho no me sentía tan bien. No podía ir a mi graduación con panza, aunque seguro que ni se notaría, pero ¿que dirían mis padres que luego de unos meses, en los que se supone que debo ejercer mi carrera, no pueda hacerlo porque tengo un bichito en el estomago, sacando provecho de mi y creciendo en mi cuerpo?

¡Dios! ¡Se nota que no estoy preparada para ser madre! 

—Dos rayas, ¿qué significa eso? —pregunta Elena saliendo del baño. 

Había sido toda una sorpresa que ambas estuviéramos pasando por un retraso al mismo tiempo, así que, decidimos hacernos una prueba en mi casa. O debo decir en la casa que compramos Mike y yo hace unos tres meses. Ya estábamos cansados de estar viviendo separados en cuartos de universidad y como Mike había conseguido un buen empleo con el gobierno y yo hacía trabajos independientes muy lucrativos, conseguimos la cuota inicial y nos metimos de cabeza.  

  —Dos rayas es positivo, Elena —digo leyendo otra vez la caja aunque ya sabía la respuesta. 

  —¿Qué? No, no no no —niega llevándose las manos a la cabeza —. ¿Qué voy a hacer ahora? Si mi trabajo es ser corresponsal, tengo que estar disponible para viajar a donde me manden... ¡Me van a despedir! 

Me acerco a ella para calmarla. 

—No te van a despedir, no pueden hacerlo... Seguro te asignaran otras tareas, puedes escribir o tomar las noticias locales —le digo tomando su rostro para que me mire. 

—Mis padres me van a matar —dice con cara de angustia. Eso sí no puedo rebatirlo... los míos también me habrían matado si fuera el caso —. ¿Qué dice el tuyo? —pregunta curiosa mirando la prueba que dejé en el lavabo.

—No estoy embarazada —le digo —, o por lo menos eso dice esa prueba. Aún deberíamos ir al médico para estar seguras.

Ella sigue irradiando angustia.

—¿Qué voy a decirle a Steven? No podemos seguir manteniendo una relación a distancia ahora que va a ser padre... Una vez cada mes no es suficiente, aunque si lo fue para dejarme embarazada —dice haciendo una mueca de desagrado. 

Me muerdo el labio inferior y me encojo un poco. Creo que lo siguiente que voy a decirle la va a espantar o va a hacer que me odie de nuevo. 

—No te enojes, pero creo que algo sabe... 

—¿Qué? ¿Le dijiste que tenía un atraso? —me señala con la prueba. Tengo que retirarme un poco para que no me toque. No hay que olvidar que ella orinó en ese aparato.

Mala alianzaWhere stories live. Discover now