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Me encontraba sentado en la cornisa con los ojos cerrados, disfrutando el leve viento frío que chocaba contra mi rostro.

❝Año Nuevo.❞

Es el día en que nosotros, las parcas, tenemos demasiado trabajo. Ya sea por personas ebrias que manejan a media noche, gente que muere por incendios, entre otras cosas.

Abrí lentamente los ojos, observando el cielo oscuro. No lo seria si la cuidad no tuviera tantas luces.

Suspire sacando una pequeña tarjeta negra, donde sería el nombre de mi próxima alma.

Nada.

La volví a guardar para llevar mi mirada hacia la ciudad. Enorme, con edificios, luces por donde mires, y el bullicio.

— ¡10, 9, 8...!

Era lo único que escuchaba desde el gran edificio donde me sentaba.

Además de ser año nuevo, hoy sería mi último trabajo como Parca. Pagando mi deuda desde 800 años para que mi alma pueda descansar en paz.

Dicen que el humano tiene cuatro vidas en diferentes periodos, en ellas llegas a amar a bastante gente.

Amar...

Miré mis manos blancas mientras esa palabra rondaba por mi mente.

¿Quién soy yo?

No recuerdo mi vida pasada, ¿Llegue a amar a alguien? Si es así ¿A quién?

Todos mis compañeros y hasta las almas que guio en el camino me lo dicen, el humano tiene capacidad de amar sin esperar nada a cambio, sin importarles sufrir o algo parecido.

Tener un tiempo limitado de vida debe ser un regalo, olvidar todo y que tu alma se prepare para la próxima vida que tendrá hasta cumplir las cuatro. También disfrutar del cálido amor que los otros humanos te brindan para ser mejor las cosas.

Algunas lo hacen.

Las personas que han muerto por causas hechas son las almas desamparadas que están en equilibrio y no saben qué camino ir. Suicidarse, cortarse, entre otros motivos más.

—Tsk papeleo—murmuro con desgana.

Mis ojos se enfocaron en una pequeña rubia que caminaba en el callejón cerca de donde estaba. Era un alma en pena, buscando algún humano que la pueda ver o simplemente molestar a otras almas recién salidas.

Era mucho papeleo para ver dónde mandarla luego de tanto tiempo, es un pequeño castigo que dios les da a aquellas almas. Solo él tiene la capacidad de quitar la vida, no ellos.

Mire nuevamente mi tarjeta, encontrándome con un nombre.

❝Eren Jaeger.❞

Bufé para empezar a levantarme, teniendo cuidado de no terminar muerto por los 5 metros que estaba en el piso.

—Muerto...—murmuro con gracia. Ya estaba muerto hace años.

Moví la cabeza mirando mi reloj, en tres minutos aproximadamente ocurría aquel suceso.

Acomodé mi saco y coloqué mi sombrero. Éste último era muy necesario para llevar, ya que los humanos no podían verme al llevarlo puesto.

Empecé a caminar guardando la tarjeta en mi bolsillo mientras me dirigía al lugar del suceso, sería una muerte por choque entre una avenida concurrida.

Love ❥ʀɪᴠᴀᴍɪᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora