CAPITULO 5

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Había pasado una semana de la conversación con la reina Hippolyta, ella no había aceptado la decisión de Diana.

—¿Estás segura que esta noche te iras?—Diana caminaba cerca de los jardines de Themyscira, a su lado iba su querida tía.

—Estoy más que segura, ella no va a impedir mi destino, tengo que ir con los humanos—Asentía.

—A ella le dolerá demasiado que no te vayas a despedir—Antiope sabía que su hermana reaccionaría mal cuando se enterara de la partida de su hija, no quería verla sufrir, pero era necesario que Diana se fuera de Themyscira.

—Lo se, a mí también me dolerá hacerlo, pero no me da más opciones—Suspiro Diana.

Antiope rio.

—¿Que?—Pregunto extrañada Diana.

—Tu no conoces nada del mundo al que piensas ir, no sabes nada de los humanos, de sus cosas y todo eso—Diana frunció el ceño.

—¡Claro que se!—Elevó una ceja—Eh leído libros—.

—No puedes irte sola Diana...—Antiope sabía perfectamente que su adorada sobrina llegaría perdidisima al mundo de los humanos, y ella conocía a la persona perfecta para que la acompañara y la ayudara con todo.

—¿De que hablas?—Pregunto—Tengo que ir sola...—.

Antiope negó—Te irás con alguien que si sabe acerca de los humanos, alguien que si a convivido con ellos—.

Diana se sorprendió, ella sabía que nadie en la isla había estado con los humanos, la reina lo tenía prohibido.

—Se trata de Leivish—.

—¡¿Leivish?!—Antiope asintió.

—Ella ya ha estado con ellos, déjame hablar con ella, estoy segura que aceptara—.

—Y-yo no sabía que ella....—La princesa estaba confundida, Leivish había sido la mujer que siempre estaba con su madre ayudándole en todo, como Antiope, jamás se iba a imaginar tal cosa de ella. —¿Como es que ella estuvo ahí?—Pregunto.

—Esa historia, ella misma te la contara—Antiope susurro—Nos veremos a la media noche, prepara tus cosas—.

—¿A donde vas?—.

—Tengo que ir con Leivish—Antiope se alejó, en busca de la mujer que ayudaría a Diana a cumplir con su destino.

~•~
Diana ya estaba lista, estaba preparada para dar un gran paso en su vida, se iría de su hogar, abandonaría a su madre, su tía y sus amigas, abandonaría a su querida Themyscira.

Llevaba puesto su traje de combate, que se le había sido entregado el día de su cumpleaños, el lazo de la verdad, y su espada. Se había puesto una capa negra, tapando su traje.

Caminaba rápidamente, y sigilosamente para llegar hacia el lugar en el que la estarían esperando su tía y Leivish, si es que está aceptaba ir, y un velero pequeño, pero lo suficientemente fuerte para poder salir de la isla.

A lo lejos divisó dos figuras.

"Vaya...Si convenció a Leivish." Pensó.

Pero de la nada una última figura apareció, su corazón pálpito fuerte y rápido, la corona sobre la cabeza de la última figura sobresaltaba. Ya sabia quien era, era su madre.

La reina sabía que Diana no iba a desistir de la idea de querer irse de Themyscira, ella sabía que su pequeña hija no iba a desistir, y sospecho que ella huiría de su lado para ir y cumplir su destino. Antíope había hablado con ella en la tarde, contándole todo el plan que Diana quería llevar a cabo, pero no se lo contó para que Hippolyta la detuviera, sino para que la apoyará y tuvieran una despedida decente y de una buena forma.

—Diana—Saludo la reina, con una pizca de dolor. La princesa trago duro.

—Madre—Susurró.

La reina se acercó a su hija, y está sin esperar abrazo a su madre con fuerza haciéndole saber el amor que tenía hacia ella. Le dolía dejarla pero tenía que hacerlo.

—Te irás de mi pequeña—Diana sollozo en voz baja y atinó a decir 'Si'. Hippolyta acabo con el abrazo, y así dejando ver lágrimas en sus ojos.

—Es tu destino ¿no?—Sus manos temblaron.

—Lo es madre—Aseguró Diana.

—Y me dejaras...—Hippolyta limpio sus lágrimas.

—Me iré, madre. No me quedaré de brazos cruzados mientras mueren humanos inocentes. Si nadie más defiende al mundo de los monstruos que lo amenazan, debo hacerlo yo. Debo irme—.

—Lo sé. O al menos sé que no puedo detenerte. Hay tantas cosas...—Suspiro la madre—Tantas cosas que no entiendes—.

—Entiendo lo suficiente. Entiendo que quiero luchar por quienes no pueden defenderse. Como lo hiciste tú alguna vez por las amazonas—Explicó Diana.

—Sabes que si decides irte, quizá nunca regreses—Reprimió un llanto, no quería perder a su pequeña, no así.

Diana dio una media sonrisa—¿Qué seré si me quedo?—.

Hipoolyta abrió por última vez los brazos hacia su hija. Se abrazaron con amor y dolor a la vez.

—Ten cuidado en el mundo de los hombres, Diana. Ellos no merecen a alguien como tú, no te merecen—Suspiro la madre contra el cabello de su hija.

—T–tengo que irme—Hippolyta asintió, volteo a ver de reojo hacia su hermana quién no prestaba para nada a la conversación que había tenido con Diana, sino que estaba ayudando a Leivish a preparar el velero, que y estaba listo para zarpar.

—Diana—Llamo la reina. La princesa volteo a ver a su madre, esperando a que dijera algo.

—Siempre has sido mi gran amor. Hoy eres mi gran dolor—Dijo Hippolyta, dándose una vuelta y caminando hacia su caballo que estaba a un lado.

Diana derramó más lagrimas, su corazón estaba roto, veía como su madre se alejaba.

—Te amo madre—Susurró para ella misma. Dándose vuelta y caminando hacia el velero, en el que ya estaba Leivish esperando por ella. Dio un abrazo a su tía, y se despidió rápido.

Antiope vio como el velero empezaba a alejarse poco a poco, se despidió otra vez con su mano, diciendo Adiós, sin saber cuando volvería a ver a su querida sobrina y a su apreciada amiga.

Esperaba y confiaba en que Diana hiciera un buen trabajo protegiendo a los humanos y sobre todo le rogaba a Zeus que cuidara de ella más que a nada en el mundo.

||TO BE HUMAN|| Steve Rogers |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora