CAPITULO 2

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Diana se columpiaba en los árboles, jugando sin ningún temor alguno, su nana la cuidaba desde lejos.

Diana reía sin cesar, mientras se mecía con fervor, hasta que sintió una mano áspera ponerse en su hombro y así deteniendo el columpio.

—Princesa, debes venir conmigo—Dijo la nana.

—Pero yo aún no termino de jugar—Murmuraba la pequeña niña con tono triste.

—Lo se. Pero tienes que venir conmigo, es por tu bien—Sonreía la vieja.

Diana acepto ir con ella, atravesaron el largo bosque de Themycira hasta llegar a una pequeña cueva. El corazón de la pequeña palpitaba sin cesar, no por miedo, sino por curiosidad.

—Entra—Exclamó la nana.

—¿No entraras conmigo?—Susurró la pequeña.

—Yo te esperaré aquí, vamos apúrate—Acaricio su espalda antes de darle un pequeño toque para así animarla a caminar hacia la cueva.

Diana lentamente entraba, la cueva no daba tanto miedo como ella se lo imaginaba, parecía como si alguien habitara en ella, ella iba admirando todo. Llego a una tipo sala, de las paredes de la cueva colgaban grandes espadas, y lanzas, trajes amazónicos, pero uno le llamo más la atención, estaba en vidrio, era hermoso, quería tocarlo, ni el de la reina era así.

Diana se disponía a tocarlo cuando la detuvieron.

—¿Te gusta?—Exclamó la voz de su tía. La pequeña asintió aún sin ver a la que había hablado, ella seguía admirando el traje.

—Tu madre me dijo que te había contado la historia de la isla—Antiope entrecerró los ojos.

—¡¡Los humanos son tan malos tia!!—Exclamó la pequeña, dándose la vuelta para verla.

Antiope negó.

—No Diana, estás equivocada, los humanos no eran malos, ellos eran como nosotras, con corazón puro, noble y valiente—.

—Todo fue culpa del bastardo de Ares—Añadió la mujer.

—¿Qué es bastardo?—Pregunto la niña.

Antiope rió.

—Lo sabrás algún día. Escucha, seré directa contigo pequeña—Antiope se movió de un lado a otro intentando encontrar las palabras correctas para usar con Diana.

—Quiero entrenarte, para que seas una guerrera como tú madre y como yo—Sonrió Anti.

—Quiero que sepas defenderte de cualquier persona en esta isla, de cualquier persona en el mundo, y creo que ya es tiempo para empezar a enseñarte—Murmuró.

—¿Y si no puedo las espadas?—

—¡Oh Diana, ven acá preciosa!—Río.

La pequeña se dirigió a ella con sus manitas temblándole, ella no quería decepcionar a su tía.

—Vas a poder levantar espadas, lanzas, escudos, de cualquier tamaño porque serás muy fuerte—.

||TO BE HUMAN|| Steve Rogers |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora