Capítulo XXVI [No Fue Así]

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Me falta el aire, siento una opresión en mi pecho que me asfixia, trato de asimilar todo y entenderlo pero las lágrimas no tardan en quemar mis ojos, el nudo en la garganta me ahoga y la confusión y nostalgia me invaden.

Suelto el primer sollozo y la mujer me abraza.

Correspondo al abrazo y comienzo a llorar.
Muchas presuntas invaden mi cabeza, ¿Me abandono? ¿Qué hace aquí? ¿Cómo fue que me encontró? ¿Sharon es mi abuela? Me abrumó y cuando me doy cuenta estoy aún más confundida.

— Pero...¿Por qué no viniste antes? — cuestión con voz quebrada una vez que nos separamos. — Te necesite miles de veces y no estabas, ¿por qué? ¿Me abandonaste?

— No, no, pasa. — me invita a pasar. — Siéntate, te explicaré todo.

Obedezco y me siento en uno de los grandes sillones del lugar.

— No entiendo nada.

— Luna, — se sienta a mi lado. — Sharon es mi madre, me embaracé cuando era una adolescente de dieciséis años. — sonríe nostálgica. — No quería que ella se enterará, porque mi novio me abandono. Así que pase todo mi embarazo en la mansión de Cancun con el pretexto de que iba a tomar un curso. — suspira. — Luego que naciste, me fui de la mansión y rente un apartamento pequeño, entre a trabajar y te dejaba con la vecina...eso pasamos durante 6 años. — recuerda. — Un día, llegue del trabajo y fui al apartamento, cuando llegue estaba todo hecho trizas, tirado y la vecina, Nancy estaba inconsciente en el piso. — sus ojos se cristalizan. — Cuando despertó me confesó que un señor de traje junto con una señora rubia entraron con varios hombres, rompieron todo y te llevaron con ellos. — una lágrima se escapa de sus ojos. — Te busque por todo Cancún, pero no te encontré. No tenía dinero para venir a Buenos Aires, así que cambie de trabajo y cuando crecí en la empresa que estaba me vine a Buenos Aires a buscarte pero tarde muchísimo hasta que por fin, esa noche halle la mansión de Sharon y fui a enfrentarla.

— ¿Por qué no me llevaste contigo esa noche? ¿Por qué no denunciaste a Sharon?

— Sharon es inmune, al policía nunca la hace nada. — toma mis manos. — No te lleve porque me amenazo, me dijo que si decía una palabra o si te buscaba Rey te haría daño.

— Es una película esto. — pasó las manos por mi cabello.

— Desgraciadamente, es la vida real...

— Bueno pero ahora que tienes dinero y estoy aquí podemos estar juntas, me mudaré y podemos...

— No, Luna. — me interrumpe y me hielo.

— ¿Q-qué? — mi voz tiembla.

— No puedes vivir conmigo, no ahora que Sharon está podrían arrestarme ó insulso...

— ¿Y? — me levanto del sillón. — Podemos salir del país, del continente si hace falta.

— No, no es el momento. — se levanta conmigo. — Por el momento regresaras a vivir con Sharon hasta que pueda arreglar asuntos con ella.

— ¿Qué? — mis ojos se llenan de lágrimas y siento la decepción quemar mi pecho. — Entiendo. — trago en seco. — No te importa tú hija en lo más mínimo. — recojo mi bolsa y camino a la entrada.

— Luna, no es así, yo solo...— trata de tomarme del brazo pero lo quito de inmediato.

— ¡Luna nada! ¡Sabes lo horrible que es vivir con Sharon! ¡Me golpea, me destruye, quema mis cosas! ¡No lo soporto más! — siento las lágrimas correr. — Te necesite miles de veces, en males de amores, cuando fue mi primera regla, cuando Sharon trajo a la chica que me quitó a mi novio, cuando Sharon me golpeó, cuando quemo mis patines, cuando destroce la fiesta de cumpleaños de Ámbar y necesitaba a una mamá que me hiciera una fiesta a mi. — trague. — Te necesite en los festivales del día de la madre, te necesite cuando todos me preguntaban por mi mamá, te necesite cuando iba desarreglada al colegio porque no sabía peinarme ya que no tenía una mamá que me enseñara esas cosas, te necesite cuando por accidente queme el roller, te necesite en cada competencia de patín que gane y en todas las que perdí. Te necesite miles de veces y lo sigo haciendo. — la miro con odio. — ¿Sabes cuántas noches llore y sollocé sola hasta quedarme dormida desando tener una madre, una familia? ¿Sabes cuántas veces me quede atrás del marco de la puerta de la cocina viendo como la hija de la empleada era más amada que yo y tenía una familia? ¿Tienes una idea de cuantas cartas le escribía a Santa pidiendo encontrarte? Se supone que una mamá da todo por sus hijos y si en verdad me quisieras o tuvieras un poco de sentido de maternidad o ya de perdida, un poco de lastima me llevarías contigo porque tú más que nadie sabes lo que es mi vida. — me limpio las lágrimas bruscamente. — Pero esta bien, ya veo lo mucho que te importa.

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