Capítulo XXXVII.

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—Veo que ya eres una chica guapa —le saludó Alex con una sonrisa.

Me reí en mi mente, recordando las caras que Luke y Call hicieron cuando se dieron cuenta de que la chica había entrado en el escenario, vestida primero como una prostituta. Me parecía como hace mucho tiempo ahora, pero aún así, era imposible olvidar tal momento y aún más cuando Ellie comenzó a cantar la canción a la que se refería con una voz divertida, imitando los movimientos de las chicas en el escenario y haciendo muecas raras; los dos se rieron y le dijeron a otro miembro que tomara una foto de ellos abrazándose y sonriendo, a lo que el actor que interpretaba a Enjolras le dijo que se rompiera una pierna y causara la mayor cantidad de lágrimas que pudiera manejar hoy.

—Sabes, definitivamente haré todo lo posible para que pase.

—Ese es el espíritu, amiga mía —le dijo Alex mientras chocaban los cinco y se iba a terminar una última cosa con su traje en su camerino.

El espectáculo comenzó y de esa forma, las luces brillaron hacia ella de la manera que debían y como se suponía que tendrían que hacer por siempre, mientras cantaba y hacía que el nuevo público se enamorara de ella y el viejo se sintiera como si estuviera conquistándolos por primera vez. Y así, como una hoja de otoño cayendo al suelo, el pecho de Éponine fue pintado por la sangre del valor y en cuestión de segundos se oían los gritos de Marius, sosteniendo el cuerpo de la chica francesa con sus manos temblorosas mientras cantaba con él y le regalaba sus últimas bocanadas de aire.

—Así las flores crecen —Ella levantó la barbilla mientras miraba a los ojos de Marius y justo antes de que su corazón dejara de latir, sus labios tocaron los del amor de su vida y la Éponine que Ellie interpretó pudo obtener un final más feliz en su lecho de muerte—, más...

Todos los signos de vida dejaron su cuerpo y Marius sólo lloró sin soltar a su amiga, llamando a su nombre con la ilusión de verla abrir los ojos y el conocimiento de que esta era la última vez que iban a estar así. En este punto, los chicos tenían que sacarla del escenario para continuar a la siguiente escena, pero por alguna razón, eso no estaba sucediendo en absoluto; de hecho, el corazón de la muchacha empezaba a latir con nerviosismo cuando Seth la siguió abrazando con una expresión de dolor y justo cuando estaba a punto de tener un ataque de pánico y preguntarle qué estaba pasando, uno de los muchachos se arrodilló mientras le daba la espalda a la multitud y le sonrió un poco a Ellie mientras fingía estar lamentando su pérdida.

—Sigue pretendiendo estar muerta, cariño, porque no te vamos a sacar del escenario en un rato —fue todo lo que le dijo y Ellie tuvo que luchar contra el impulso de reírse con lágrimas en los ojos, sabiendo que por supuesto que los muchachos le iban a hacer algo como esto a ella y que iba a extrañarlos como una loca de todas formas. Era la magia del teatro.

La obra prosiguió y para los que sabían que éste era el último espectáculo de algunos actores, no evitaron llorar como bebés y trataron de no ser demasiado ruidosos con sus sollozos; para ser honesto, no estaba completamente seguro si era porque sabían que era la despedida de ellos o porque ese era el efecto que seguramente tenía la obra en la gente, pero una cosa era segura y eso era que habían logrado que su público sintiera, como siempre, como si pudieran llorar con libertad en ese lugar. Y estaba más que bien, ¿saben? Porque ese era su objetivo principal y eso significaba que lo lograban.

—Mi voz se quebró un poco hace unos minutos, pero espero que piensen que es porque me estoy muriendo —dijo a Olive cuando estaba entre bastidores—, creo que casi rompí a llorar también unas cuantas veces, pero gracias a Dios no lo hice porque me odiaría a mí misma si arruinaba mi último espectáculo aquí y tenía un mal recuerdo de mi despedida.

—Eres demasiado dura contigo misma, Ellie.

—Lo sé, pero quiero que vaya perfecto. Ya sabes cómo soy.

Halcyon.Where stories live. Discover now