Según los habitantes del lugar, Mytris Eden es llamado "El Pueblo del Terror".
La mayoría de los años, en El Mes de Halloween, un grupo de personas se reúnen cada noche para cometer unos terribles y desagradables asesinatos. Según por lo que s...
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Golpeé la puerta con todas mis fuerzas mientras dejaba salir algunas lágrimas por la frustración y desesperación. Esperaba que alguien me escuchara y me sacara de aquí para poder ir a mi casa con mis padres, pero somos tantas personas gritando para que nos saquen de aquí que, es obvio que nadie vendrá.
— ¡Déjenme salir! —grité con todas mis fuerzas golpeando con mis puños la puerta de acero—. ¡Por favor! Ellos no dejan de molestarme—sollocé mientras me deslizaba por la puerta.
Abracé mis piernas escondiendo mi cabeza en ellas para no volver a ver a las personas que están delante de mí, hablando y susurrando cosas. No desaparecen. No desaparecen en ningún maldito momento. Siempre están ahí, gritándome, diciendo que yo fui quien los mató, que nunca olvidarían mi cara, y que terminaré siendo una loca asesina. Y-yo no les he hecho nada. No tengo culpa de nada. Están mintiendo, están inventado cosas para hacerme sentir mal, para que haga lo que ellos quieren y temo... temo que las voces en mi cabeza no me dejen en paz y termine haciéndoles caso a lo que ellos me piden. Al principio solo eran susurros, pero luego se convirtieron en gritos, sollozos, risas escalofriantes y voces, voces que me atacan en cada momento del día. Me siento acorralada sin saber que hacer, y ellas me enfrentan sin ningún pudor.
Me hice a un lado rápidamente para que pudieran abrir la puerta de la habitación. Levanté mi cabeza encontrándome a Drac, quien me extendí su mano junto con una agradable sonrisa. Me levanté del piso lentamente y luego de comprobar que las personas que estaban en mi habitación se hayan ido, acepté su mano. Salimos de la habitación, y mientras caminábamos por los pasillos miré a las personas que se encontraban encerradas en las otras habitaciones. Todos están igual que yo, gritando con dolor para que los saquen de este manicomio.
Paramos el paso en cuanto llegamos al despacho de Yelina.
— Yelina quiere hablar contigo. Espera a que ella termine de hablar con el otro y luego pasa—asentí con la cabeza y me senté en las sillas que están delante de su despacho—. Cualquier cosa me llamas, sabes que estaré para ti en cualquier momento.
Moví mis piernas de atrás hacia delante mientras miraba el piso fijamente, esperando a que sea mi turno. Un año, cuarenta y nueve días, quince horas y treinta y cuatro minutos; ese es el tiempo que llevo en este horrible y escalofriante manicomio después de mucho tiempo. La primera vez que me trajeron aquí, tenía apenas cinco años, les dije que escuchaba voces, y que siempre veía personas extrañas a mi alrededor, luego de tres meses me dejaron salir, ya que había mejorado mucho. Al cumplir los once años me volví a sentirme rara y comencé a enloquecer nuevamente, así que me encerraron otra vez aquí. Deb-debería estar con mis amigos festejando el cumpleaños de Cindy, pero en cambio estoy en este lugar valiéndome cada vez más loca. Mis amigos nunca supieron que yo estaba aquí, mis padres les mentían diciéndoles que me fui de la ciudad, pero luego la verdad salió a la luz, y ahora ellos lo saben todo. Sus reacciones no han sido muy buenas, y dudo mucho que cuando salga de aquí quieran volver a verme.
