Estrellada y de Luciérnagas

8 0 0
                                    


Esa noche fue mucho más fría que las demás. Decidí salir de la carpa a pesar del fuerte viento que hacía. Estaba allí porque había ido en busca de lo que se suponía que tenía que ser una aventura para no olvidar, y vaya que si fue así.

Contemplaba el gran cielo azulado con sus brillantes estrellas que vestían a la noche con sus lucecitas parpadeantes, pero a pesar de todo, la noche era fría.

La nieve cubría por completo los campos que algún día fueron verdes, las casas se camuflaban con ella y las luciérnagas eran las únicas que me acompañaban en esa hermosa, pero fría noche.

La mirada se me perdía entre las estrellas que cada vez se hacían más brillantes, y las luciérnagas que me hacían pensar que se multiplicaban, porque cada vez veía más y más. Entre esas vueltas, un relámpago ilumino por completo el silencioso y oscuro pueblo de Rohan, y me dejo entre ver en la lejanía un rio que parecía estar congelado.

Luego del ruidoso trueno que remeció la tierra como si de un gigante se tratara, me dirigí ayudándome con el fulgor de las luciérnagas hacia el rio que había visto. Por alguna razón, sentía que ellas me llevaban hacia allí, como planeando algo, pero no sabía el que.

Luego de unos minutos, las luciérnagas se agruparon en un lugar como esperando mi llegada. Camine unos pasos hasta llegar a ellas, y percibí de inmediato como el suelo se hacía resbaladizo, ya estaba allí.

Las lucecitas voladoras se comenzaron a dispersar y me dejaron solo en medio de un largo y extenso hielo que me permitía caminar por él.

Estuve mucho rato allí, corría y me deslizaba por el congelado rio iluminado solo por los puntos brillantes del cielo y de la tierra, parecía un niño que era libre y feliz.

Fue divertido, me sentía totalmente solo y a la vez acompañado, estaba oscuro pero iluminado, estaba frio, pero acogedor.

Sin darme cuenta, el sol detrás de las montañas empezaba a asomarse y los rayitos de sol a repartirse por el nevado pueblo. Un cansancio invadió todo mi cuerpo y en cosa de instantes quede dormido en medio del helado y entretenido rio congelado.

Cuando desperté, me halle dentro de una bonita casa de madera oscura, una taza de café caliente en la mesa de al frente, y una chica muy hermosa que miraba por una de las ventanas la derretida nieve.

Tenía mucho frio, me sentía entumecido, y mi ropa estaba mojada, pero una manta rosada que cubría mi espalda me abrigaba. La chica se giró, camino hacia mí, y sentó en una silla frente a mí. Estuvimos un largo tiempo mirándonos, nunca la había visto, pero sentía que la conocía. Mi corazón latía muy fuerte, ella me sonreía y yo sin motivo alguno solo quería abrazarla y saber quién era, estaba en un estado parecido al cuando uno se enamora, o quizás, si estaba en ese estado.

Luego de un rato mirándonos y sonriéndonos, ella se paró, puso la silla al lado mío, me dio un beso en la mejilla, y me abrazo.

Fue una noche fría, divertida, pero fría. El agua congelada del rio se transformaba en una taza de café caliente, y las luciérnagas y estrellas brillantes que iluminaban la noche, en una chica hermosa con cabellos rubios que me abrazaba mientras veíamos juntos el atardecer.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 05, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Estrellada y de LuciérnagasWhere stories live. Discover now