Mientras todos duermen

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No se en que momento sucedió, que lo que debía ser un hogar se convertía en un lugar tan gris y de espeso aura negativo. Y sobre todo que quienes deben de cuidar de ti y hacerte sentir feliz, ahora, peleaban constantemente, ¿que es lo que había sucedido? Ya no era amor lo que sentía por ellos,sino miedo, alguien debió haberles dicho que las paredes de su cuarto no eran lo suficientemente fuertes como para contener todo el odio que ahora sentían.
   Que tan normal seria que yo, siendo un niño de escasos ocho años llorara por las noches hasta quedar dormido. ¿acaso todo era mi culpa?, quizá ellos ya no me querían. Gema siempre ha sido mas fuerte que yo, quizá fuese así, ya que ella era la hermana mayor, siempre la envidie por ser la mas grande, y es que a mi lógica, ser el mayor te dotaba de súper poderes, hermano mayor siempre lo sabe todo, no llora por caídas, sobre todo, es mas fuerte.
   Cuando las cosas empezaron a ir mal con mamá y papá, Gema era indiferente, parecía que la separación de nuestros padres no le interesara en lo absoluto, no fue hasta años después que me entere de que, al igual que yo, ella también lloraba por las noches.
    Recuerdo por que esa noche en especial mis padres peleaban. En la tarde de ese día jugaba en el parque con mis amigos; mientras corría tropecé y me hice una herida en la cabeza. Mi padre al volver del trabajo vio la herida que me había hecho, no dijo nada, sino que fue hasta en la noche, que entre gritos pude escuchar que a mi padres diciendo a gritos a mi madre que el único trabajo que debía hacer era cuidarnos. Yo siempre lloraba en silencio, cuidaba de que Gema no pudiese escuchar mi llanto desde el otro lado de na habitación, no solo por la vergüenza que sentiría, sino también por que no quería despertarla, sin embargo, ese día no pude contener el llanto. Gema se levanto de su cama, supuse que quizá me había escuchado, caminando hasta la ventana, quedo parada unos segundos, después camino hacia mi —David, ¿estas despierto?— me susurro gema. —si— le respondí conteniendo el llanto. —Hay algo que no te quería decir pero, quizá sea el momento—dijo gema tomándose de la mano. —Tengo un amigo que me visita por las noches—me confesaba —solo que el es un duende y, se hace invisible para que nadie lo vea. —¿enserio?—le pregunte. Sentía temor, pues siempre creí en duendes, fantasmas y demás criaturas. No sabia cuales serían las intenciones de ese tal duende, no sabia si era bueno o malo —¿y por que vendrá a casa?. —Bueno pues todos saben que los duendes siempre traen felicidad, he tratado de convencerlo de que viva con nosotros. Si logramos convencerlo, con su magia podrá hacernos felices— me decía ella con una gran sonrisa. Yo me hallaba sorprendido ¿acaso seria ese duende la solución a nuestros problemas?.
      Gema me llevo de puntillas a la sala, me dijo que para que el duende decidiera quedarse con nosotros, debíamos mostrarle que nosotros eramos felices. Lo primero que hicimos fue, ir a la cocina, tomamos galletas de la alacena y sacamos un poco de helado del congelador. Según gema, para que el duende se diera cuenta de que realmente eramos felices, debíamos hacer las cosas que mas nos gustaban. —pronto llegara el duende, debemos empezar a  comer— susurro Gema. evitabamos hacer ruido, no queríamos que nuestros padres despertarán e hicieran vanos nuestros intentos por hacer que el duende. —él ya esta aquí —me dijo. Yo estaba emocionado. Después me dijo que debíamos debíamos crear una casa para nuestro invitado. Juntamos los sofás de la sala y  pusimos las sabanas como techo, usamos una lámpara para iluminar el interior, Gema toda la noche se la paso contando historias fantásticas, al terminar de contar la última historia dijo que el duende estaba feliz y que se quedaría, pero cada vez que uno se sintiera triste debíamos repetir todo lo de esa noche, sino el duende se marcharia y no nos haría mas felices con su magia . Acomodamos todos en su lugar, ya estaba a punto de amanecer fuimos a la habitación, ambos nos acostamos en nuestras camas, antes de cerrar los ojos y quedar dormido voltie hacia la cama de Gema, ella me sonrio, reposo en su cama y quedo dormida y ella aun sonreria. En ese momento me di cuenta de ella era mi duende y quizá yo era el suyo tambien.

Las historias que no te pude contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora