—Beatriz... —suplicó. —Por favor kотёнок...

Con una última mirada a Ekaterina, alejé su mano que ya estaba bastante mojada, entrelace nuestros dedos y hundí la cabeza entre sus piernas.
Arqueó la espalda y comenzó a susurrar mi nombre, después lo gritó entremezclado con palabras en ruso que sonaban tan eróticas de mil maneras diferentes.

Mi lengua se movía con habilidad para encontrar el punto adecuado, supe que lo había echo cuando soltó un gran grito seguido de una maldición.
Se comenzó a retorcer con mayor intensidad, entonces empuje su pierna sobre mi hombro para tener más libertad, enterrando mis uñas en su muslo de paso.

Cuando llegó al orgasmo tomo mi cabello con fuerza y tiró de el.
Después me empujó hacia arriba y me besó con pasión.
Estaba temblando levemente y una fina capa de sudor cubría su cuerpo; su cabello despeinado se enredaba en las almohadas y sus labios estaban rojos e hinchados. Era una diosa que me había atrapado bajo su hechizo, y ya no había salida.

««« • »»»

Estábamos desayunando en su cocina, ella solo llevaba una camisa larga puesta, dejando al descubierto sus brazos, más específicamente el brazo derecho, en el que noté una pequeña mancha.

—Tienes un tatuaje. —dije notándolo por primera vez.

Ella siempre usaba ropa con mangas largas, y además tenía un tamaño que permitía que casi pudiera pasar desapercibido, casi. Me acerqué a verlo, una matryoshka.

—Oh si... —dijo con una sonrisa.
—Nunca lo había visto...
—Cuando estamos en clase lo cubro con maquillaje.
—¿Qué significa?
—Me recuerda a casa. —se encogió de hombros mientras lo veía, pasé las manos por los bordes de tinta negra. —Sabes, por más daño que te hayan hecho, el hogar es parte de ti, nunca se irá porque son tus raíces. Esto me recuerda a lo que dejé atrás y el trabajo que me costó llegar hasta donde estoy ahora.

Levanté la mirada y le sonreí, ella se acercó y dejó un pequeño beso en mi frente.

««« • »»»

¿Todo mejoró? ¿Qué pasó con nuestra relación?
Si, todo parecía haber mejorado, al menos ahora tenía sexo seguro todas las noches, o mañanas, o tardes, y también tenía una amiga que me escuchara. Y ese era precisamente el problema y la razón por la que no podía responder la segunda pregunta.
¿Qué podía pasar con una relación que no existía?
Amigas con derechos, al parecer a eso nos habíamos reducido, a ser simples amigas que tenían sexo de vez en cuando, mejor dicho casi siempre, pero aún amigas. No tenía ningún problema con ello, o eso pensaba.

««« • »»»

Había llegado tarde a mi clase de ballet, en cuanto entre Duvignau me taladró con su mirada y me mando a cambiar de inmediato.

La noche pasada me había desvelado por culpa de cierta rubia rusa, y me había despertado tarde, así que ni siquiera me había dado tiempo de ponerme el leotardo y las mallas. En lugar de eso me puse el primer short que encontré, que al parecer ya no me quedaba porque me apretaba, o tal vez siempre había sido ajustado.

No importaba, en lugar de eso entré al vestuario y saque mis cosas de la maleta con rapidez.
La puerta se abrió y volvió a cerrar, volteé para ver a Ekaterina acercarse a mí con una sonrisa.

Matryoshka. Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin