Era una vida dura pero lo disfrutaba. Hubiera sido fácil encontrar un marido que la ayudara, como decía el dueño. Y De vez en cuando pensaba en Lauren.
Estar lejos solo solidificó su creencia de que lo que había hecho, fue lo correcto. Al principio le dolió y soñaba con la ojiverde, pero pronto sus pensamientos fueron reemplazados, por cómo encontrar trabajo y ganar lo suficiente para comprar comida. Quería pensar que finalmente su vida se enderezaría después de un año, pero oyendo al propietario hablar sobre cómo Lauren podría casarse con el Príncipe, le incomodaba totalmente el corazón.

A la vez estaba contenta y descorazonada por los chismes. Lauren estaba haciendo lo que era correcto y ella esperaba que Lauren estuviera contenta.Pero en el fondo sabía que torturarían sentimentalmente a la ojiverde para que encontrara esa felicidad que ella pudo darle, en otra persona.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no vio a un joven desmontar su caballo directamente delante de ella. La saludó tratando de captar su atención.Simplemente vio allí a la chica un tanto distraída, pero muy bonita. Las flores llamaron su atención a la distancia, por su simple belleza.

- Señorita? - Dijo él a unos pocos centímetros delante de ella. Camila saltó cuando lo vio y dio un brinco para atrás. Se rió de su expresión nerviosa.Llevaba un abrigo marrón y un chaleco blanco satén debajo y pantalones oscuros para emparejar. El abrigo era bordado delicada y elaboradamente, viendo a simple vista que por su estatus, era un noble.

El material con la cual sus ropas estaban confeccionadas, eran de terciopelo,probablemente era su ropa más formal y probablemente iría a encontrarse con gente importante. Sin embargo, Camila detalló que el dobladillo de su pantalón estaba algo deshilachado. Se podía notar que ese abrigo se lo había puesto unas cuantas veces. Podía haber sido un noble, pero no tenía mucho poder, tal vez sólo tenía un título de rango inferior. El Duque nunca usaría algo remotamente deshilachado. Siempre se veía muy bien vestido, aunque no esperara visita de alguno de sus amigos reales durante el día.

Se dio cuenta de que Camila lo estudiaba de pies a cabeza y tosió para llamar su atención. Al ver su cara, le dedicó una sonrisa mientras se ajustaba las gafas.

- Perdone - Se disculpó - No sé qué me pasó - Agitó su mano.

- Está bien, no se preocupe - Él respondió - Con este sol, no sé cómo alguien podría concentrarse. Cuál es vuestro nombre?

- Camila. Camila Cabello señor - contestó rápidamente.

- Encantado, señorita Cabello. Alex Lawer - Asintió con la cabeza un poco - Vi vuestras flores desde lejos. Son muy hermosas. Cree que estaría dispuesta a desprenderse de algunas de ellas? - Camila levantó apresuradamente la cesta de flores para que éste las viera. El chico estudió cada una de ellas escogiendo una mezcla de racimos de colores.

- Son para mi esposa - Explicó - Ella ama las flores y no pude perder la oportunidad de escoger algunos para ella, especialmente las más hermosas -Camila parpadeó sorprendida. ¿Ese hombre no se veía que era algo mayor que ella, sin embargo, ya estaba casado? Él notó su expresión de asombro y le sonrió - Sé lo que estás pensando - Dijo mientras él arreglaba las flores que más eran de su agrado. Camila colocó la canasta en el suelo y envolvió en una fina capa de papel mojado, atando los tallos con un cordel - Crees que soy muy joven para ser un hombre casado?

- No...

- A veces no puedes evitarlo - Él respondió simplemente - Gracias -Entregándole unas monedas como pago, mucho más de lo que cualquiera pagaría por ellas - Si las cosas no salen bien en los negocios, por lo menos haré feliz ami esposa con esto - Camila no podía saber que negocios tenía, pero ciertamente le parecía que eran asuntos muy importantes. Rápidamente se arrodilló y eligió un clavel blanco de su cesta.

- Para la suerte - Ella sugirió - Los claveles son para la buena suerte - Alex se dirigió a ella. Era su turno para estar sorprendido. Tomó la flor, realmente impactado por la preocupación de la plebeya con él.

- Gracias, señorita. Ciertamente necesitamos toda la suerte que consiga.

Lauren podía oír los gritos por todo el camino desde la entrada del palacio. Ya a esas alturas se había acostumbrado. Desde que el Rey enfermó, las personas del comité Real, le daban orientación al príncipe Julian de las tareas que debía realizar durante la ausencia de su padre. Julian era aún muy joven y sin preparación. Generalmente lo encontraban sentado al lado de su padre, rogándole para que mejorara y así éste pudiera seguir gobernando por unos cuantos años más. Casi sentía lástima por él.
Jamás le pedía más nada a su padre ya que era la única familia que le quedaba después de la muerte de su madre. Pero iba a ser el Rey del país y tenía que actuar en consecuencia.

Los gritos sólo se hacían más fuerte mientras ella se acercaba a la sala del trono. Vio a un hombre parado frente a los guardias. Estaba vestido con un raído abrigo marrón y su rostro estaba rojo de ira.

- Quiero ver a su Alteza! Ya he hecho los arreglos! Cómo se atreve a dejarme aquí de esta manera? - El joven exigió. Su pelo estaba desordenado y pegado a su cara por el sudor. Lauren podía ver a Julian sentado con sus manos frente a su cara en la esquina de la sala del trono.

- Que quieres? Julian dijo, apenas audible por los gritos del Rey. Los guardias caminaron a un lado de éste.

- Su Alteza, si me permite decirlo, esto es inaceptable. Hice los arreglos necesarios para reunirme con su padre y así es cómo me trata? - El joven exigió.

- Como ha oído, mi padre está enfermo y no está en posición para ver a nadie -Julian respondió, poniéndose de pie y caminando hacia el trono donde una vez se sentó su padre.

- Pero tú eres vuestro heredero y sus deberes caen sobre usted desde que su enfermedad asumió su cuerpo. Y exijo de que tome en serio mi petición ¿Sabe a lo que vine aquí? - El joven respondió. Lauren observaba desde una distancia,preguntándose cómo el joven príncipe podría manejar la situación. El príncipe Julian suspiró y miro hacia otro lado.

- No hay nada que yo pueda hacer, señor Lawer. Tu padre te repudió.

- ¿Eso es todo? Tengo derecho al mismo título de mi padre! Esto es absurdo, me niego a aceptar eso como una respuesta - Con cada palabra, el Sr. lawer hablaba, viendo a Julian cada vez más renuente.

- Tal vez cuando mi padre...

- Abra los ojos, su Alteza - El Sr. Lawer se exasperó - Vuestro padre no mejorará. El poblado le pertenece ahora y usted puede empezar por hacer lo correcto. Mi padre me repudió por la ira y por su temperamento y yo sé que él habría tomado de nuevo sus negocios sino hubiera muerto. Usted lo sabe, y usted debe ser un gobernante benevolente, el que todo el mundo espera que sea.

- Voy a pensar en el asunto - El príncipe Julian dijo en voz baja - Por favor,puede irse - El Sr. Lawer inhaló agudamente. Giró sobre sus talones, murmurando maldiciones por lo más bajo, apenas reconociendo la presencia de Lauren que permanecía en silencio.

Lauren vio al joven salir. Mientras éste caminaba hacia fuera, algo blanco se le cayó de su abrigo y aterrizó en el suelo junto a sus pies. Miró hacia abajo,era un clavel blanco. Sin saber por qué, se detuvo y lo recogió, lo giró entre sus dedos y miró devuelta a la sala del trono. Julian había desaparecido, pero ella sabía a donde se había ido. Salió por la puerta que quedaba detrás del trono y lo vio subir por las escaleras del largo pasillo. No se molestó en tocar la puerta ya que estaba entreabierta. Cuando ella entró, Julian estaba allí junto a su padre.

Una Caja Musical me Llevo a TiWhere stories live. Discover now