Con un largo historial de sucesos que pueden asegurarle un futuro devastador, Genevieve Prichard está lista para recibir un nuevo año: uno que augura algo más que problemas y está ligado a todo lo que ella desea esconder y que, además, parece el ini...
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“GENEVIEVE PRICHARD”
Genevieve camina, inmersa en voces e imágenes fantásticas, por los pasillos a punto de vaciarse de Hogwarts. Los pocos alumnos corren de un pasillo a otro en busca de pertenencias olvidadas o amigos perdidos de vista, todo debido al fin de otro año escolar. El tercer año para ella.
Está feliz y a rebosar de una calma propia de la vida prometida, al estar segura de que el fugitivo de Azkaban, Sirius Black, sigue vivo por obra de una Cleopatra que ya no existe solo en sueños místicos; aunque para su pesar, el hombre permanece en un estado fugitivo ante el mundo mágico y no libre como había trazado con cenizas de chimeneas en el suelo. No obstante, tiene suficiente con eso.
Tiene presente en su mente que la mayoría de alumnos debe estar subiendo a los carruajes alados por thestrals, más sigue abriéndose paso entre los pasillos del castillo debido a un algo que le impide irse despreocupada como los demás. Todo porque tiene la pequeña –pero significativa– sensación en su corazón de que ese algo la llama por una razón desconocida e insistente, de que ese algo quiere que lo encuentre en alguna parte porque está incrustado como un hilo en ella y no tiene escapatoria, y por eso la jala a tientas a un lugar en especial, como buscando consuelo.
Camina un tanto más por los pasillos de piedra, con el aire templado acariciando su cuerpo, hasta que cruza el vestíbulo y, sintiendo el pellizco más intenso hacia la derecha, abre una de las enormes puertas del Gran Comedor como puede. Sonríe al saber que es el lugar, porque solo ahí deja de sentir que algo la jala, porque siente un remolino de emociones extrañas que la llevan desde la felicidad hasta el más cruel miedo; el cosquilleo intensificado en su nuca es la señal de ¡Hurra!, por el encuentro.
Una fuerte corriente de aire la envuelve, en el momento en que su vista se nubla y se pierde hasta que deja de vislumbrar el comedor iluminado por el sol, dándole paso a una visión oscura y tétrica, con ventiscas escondiendo alimañas, de un Gran Comedor coronado por velas en lo alto, dentro de grandes calabazas de color naranja y talladas con esfuerzo. Genevieve sabe, por el distintivo de época en la forma más obvia, que se trata de Hogwarts adornado para el Halloween.
